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Después de discutir las propuestas de Daniel Raisbeck y Francisco Santos para la educación bogotana en sus candidaturas a la alcaldía de Bogotá, llega la hora de Clara López, candidata por el Polo Democrático. Si bien la legitimidad misma de la candidatura de López está en discusión por su participación en la empresa criminal de los hermanos Moreno cuando llegaron a la alcaldía, la igualdad de oportunidades requiere que esta propuesta sea vista y comentada.

En cada ciclo electoral, las campañas de los candidatos en lo que a educación se refiere apelan a una serie de términos en común, y las elecciones de Bogotá no son la excepción. Al igual que en el caso de Santos, la señora López arranca con la necesidad de una educación ampliada al nivel preescolar, una propuesta que es coherente con las necesidades actuales de la primera infancia en la ciudad; así mismo, a diferencia de Santos, que cree que todo se resuelve con módulos en línea de Blackboard o Raisbeck para quien no le podría importar menos, es rescatable el hecho que Clara López impulse la descentralización de la universidad distrital con la construcción de campus en zonas como Suba o Bosa como mecanismo de diversificación de la oferta en programas y aumento en los cupos.

Sin embargo, es en este momento cuando empiezan a surgir las inquietudes frente a lo propuesto por López. Al igual que otros candidatos y que el discurso educativo nacional, López también se sube al bus de la jornada completa, sin embargo, la hace sin dar mayor explicación, hablando de la ‘infraestructura educativa necesaria para sujetos de derechos’. López, al igual que muchos otros, parece desconocer, o cuando menos, elige no ser consciente del hecho que el paso de Colombia a la jornada completa es un proceso que, cuando menos, solo se puede dar en el mediano plazo si se quiere hacer de la manera mas efectiva, con instituciones de mediana envergadura (1500 estudiantes aproximadamente) que puedan responder a la actual demanda, al mismo tiempo que sus propuestas sobre modernización de la gestión administrativa de los colegios (Un punto dolorosamente necesario) son un catálogo de buenas intenciones que poco o nada dice.

Lo mas preocupante es lo que tiene que decir López con respecto a la calidad de la educación en Bogotá. Partiendo del punto del docente como responsable principal de la calidad de la misma desde sus prácticas, llama la atención que Clara López siga aferrada a la idea que lo único que se puede hacer para garantizar esta calidad es a partir de posgrados, lo que exime a los docentes de su responsabilidad en el mejoramiento de sus prácticas. Mas allá de las limitaciones impuestas por estatutos y reglamentaciones de orden nacional, nada de lo que propone López en el tema sugiere la posibilidad que sus políticas educativas realmente vayan a representar un cambio positivo en el estatus de la calidad.

Mas allá de su ubicación en el rango ideológico, resulta claro que la agenda de López en política educativa para Bogotá recicla discursos que sus copartidarios Garzón y Moreno utilizaron entre 2004 y 2011, los cuales representan mas de lo mismo en la creación de una cultura de alta atribución pero poco sentido de responsabilidad por parte de padres y estudiantes con respecto al servicio de educación que reciben, al mismo tiempo que se congracia con una serie de estructuras existentes a nivel político que representan intereses contrarios a la mejora de la calidad educativa en la ciudad.

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