Entrevista al director de la Fundación Resplandecer Wilson Pérez
Parte II
¿Cómo se puede identificar dentro de la familia, que hay un consumidor?
–Según estadísticas, las familias se dan cuenta del estado de un drogadicto, cuando ya lleva consumiendo un año. En principio el drogadicto se droga a escondidas y lo hace fuera de la casa, pero al pasar el tiempo, se va descarando y ya no le importa hacerlo incluso dentro de la casa, así la familia se dé cuenta, lo comienza a negar, hasta llegar al punto de admitirlo. El drogadicto llega con los ojos rojos, los horarios en los que llega a casa son inusuales, trae consigo olores extraños y desagradables, los ojos pequeños. Se puede identificar también por cambios drásticos en la ropa que usa, en la música que escucha, en sus amistades, ausencia a su lugar de trabajo o estudio, el poco interés por pasar tiempo junto a su familia en reuniones sencillas o importantes como cumpleaños, etc. En principio pueden ser cosas sencillas pero fundamentales al fin para identificar a alguien que esté consumiendo droga.
¿Qué consejo les daría a las familias que identifican a un drogadicto en su casa?
–Que lo confronten, que le hablen directo y le pregunten si está consumiendo drogas. Algo muy importante es que no se dejen manipular. La persona drogadicta es manipuladora y miente mucho, inventa muchas historias y las familias cometen el error de creerle y al hacerlo se convierten en codependientes, porque identifican que está consumiendo y sin embargo le proveen todas las facilidades como la comida, la dormida y todos los beneficios para que continúe consumiendo; albergando en casa un drogadicto y por qué no, hasta un futuro delincuente. Hay que hacerle frente al problema y tomar decisiones radicales. Normalmente el drogadicto se niega a la ayuda hasta que no se ve en condiciones críticas, pero ahí entra el papel de los padres o tutores, en ser objetivos y radicales ante la problemática, si no quieren que se les convierta en un problema para toda la vida.
¿Por qué llegan a la droga jóvenes de cada vez menos edad, qué hace tan atractivo para los muchachos el mundo de la droga?
–Las causas son muchas, las amistades, la falta de una respuesta ante el ofrecimiento, decir no; por curiosidad, por probar emociones distintas, por rebeldía, por escapar de una realidad adversa, en su pobreza o en su riqueza o con situaciones de violencia intrafamiliar o por alguna carencia en su casa como la falta de uno de sus padres o los dos, son muchas las razones o causas. Hoy en día hay un agravante y es el incremento del micro tráfico en nuestras ciudades que está inundando el país. Algo preocupante es que los jóvenes tienen como máximo objetivo divertirse, dejando en segundo plano el estudio, el trabajo y las cosas importantes, entonces lo más importante para ellos es la rumba, la diversión y en esos escenarios es muy fácil tener acceso a las drogas y se ha convertido en algo muy normal para ellos desde muy temprana de edad. Por lo regular en esa búsqueda de diversión, los muchachos empiezan a ser consumidores experimentales, casi siempre iniciando con la marihuana pero pasando a otras drogas como las pepas, los ácidos, el Popper, la cocaína y demás. Estas drogas en principio satisfacen su búsqueda de diversión y sensaciones en sus cuerpos pero lo que no saben es que a su vez los está esclavizando.
¿Cómo llegan los muchachos a su primer contacto con la droga?
–Esta es una estrategia del micro tráfico. La primera, segunda y tercera dosis son gratis, les dan el dulce y con esos primero contactos el joven queda conectado a ese gusto por la droga que probó y sigue involucrándose cada vez más. Cuando el joven va por más, ya tiene que comenzar a pagar y viene todo el círculo vicioso del drogadicto; es lo más parecido a un anzuelo. Muchos de los jóvenes que caen en esta red, pasan a ser expendedores de esa droga, forma en la que consiguen recursos para continuar con el consumo. Los que manejan el micro tráfico no lo hacen de forma directa, ellos no salen a la luz, su negocio es inducir a jóvenes y hacer que ellos mismos mantengan a flote el comercio de las drogas.
¿Cómo hacer que los jóvenes no caigan en esa red?
–Hay que crear una conciencia en los muchachos acerca del peligro y las consecuencias de la droga para que no tengan como principal y único objetivo divertirse. En este punto son muy importantes los valores cristianos y espirituales. Sin la parte espiritual no tendrán objetivos correctos. Por ejemplo hay personas que no consumen droga pero son adictos al sexo y sin importar que estén casados quieren estar con una mujer y otra o visitar prostíbulos y esto también es una adicción que trae consecuencias negativas. Y esto pasa en las personas cuando no conocen a Jesús que es la única persona que realmente puede dar libertad a la vida de los hombres. Porque ante una adicción, las personas piensan que con resistir es suficiente para superarla, pero por dentro se tiene el deseo de recaer. Y estar limpio y recuperado no es resistir, sino no desear, y no se logra sin Jesús en el corazón.
¿Es más difícil contrarrestar la problemática de la droga en un país con tanta corrupción como el nuestro?
–Sí claro, hay países Asiáticos en el que la pena del narcotráfico es la muerte. En nuestro país la justicia no ayuda a combatir este problema. Cuando agarran a alguien con droga, el policía le dice: -¿entonces cómo hacemos?- Yo lo viví, me agarraron muchas veces con droga y luego me dejaban ir, conozco muchos casos. No digo que sean todos los policías pero sí hay mucha corrupción incluso en las autoridades y dejan que el micro tráfico crezca ante sus ojos. Muchos de estos policías van por sus vacunas a los expendios de droga y los dejan operar y eso sucede en todo Bogotá. Y esa corrupción está presente desde lo más alto de la sociedad hasta lo más bajo y así es muy difícil cambiar esta problemática.
Menciona el tema espiritual y a Dios en repetidas ocasiones en sus comentarios. ¿Qué tan importante considera esta parte en el proceso para salir de la drogadicción?
–Para que una persona salga de las drogas necesita de Dios, si lo quiere hacer de manera completa, de otra forma es muy complicado que lo haga. Hay casos en los que personas han dejado su adicción sin la parte espiritual, pero en la mayoría de los casos no es duradero, no hay una restauración permanente y lo más seguro es que estén solo resistiendo por un período de tiempo limitado, pero con regularidad llegan a recaer, es lo más probable. Pero cuando de verdad se conoce a Dios, cambian de raíz los deseos y hay una restauración permanente.
Recurriendo a sus años al frente de Fundación Resplandecer ¿Qué es lo más difícil y qué es lo mejor de todo el proceso de recuperación de personas con problemas de drogadicción?
–Lo más difícil en el proceso es el llegar a que la persona sea restaurada en su totalidad, que alcance su restauración, su rehabilitación, su desintoxicación completa y que vuelva a la sociedad de una manera exitosa, ya que de la totalidad de los jóvenes que viene a la fundación, un 35% acaba el proceso completo, el resto por lo regular tiene muchas dificultades para terminarlo. Y de ese 35% que culmina el proceso de manera satisfactoria, un 80% se sostiene en su recuperación. El culminar por completo el proceso de restauración en su conjunto, es lo más difícil.
Lo más satisfactorio es ver que sí es posible salir de ese mundo. Hay personas que hemos tenido acá, que sacamos de la indigencia o han sido delincuentes, han sido mal ejemplo y mal testimonio, han hecho daño a sus familias, a la sociedad y ver que al hacer el proceso salen siendo personas diferentes, que podemos re integrar a la sociedad a ser personas de bien, que le sumen a la sociedad, transformadas en su totalidad, eso es lo mejor. Ver que aceptaron a Dios en su corazón y eso ha hecho una completa transformación en sus vidas, desde su manera de pensar, de hablar, de vestir, etc. Eso es lo más satisfactorio, ver que sí se puede, ver que es posible lograr ver personas totalmente restauradas.
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