El “lame duck political” o la acostumbrada cuenta de cobro durante los últimos días de un gobierno, es implacable, cíclica y casi que inevitable para el mandatario que va de salida. En el estricto sentido del concepto, el lame duck se aplica al Presidente cuyo sucesor ya ha sido electo, y por ende durante ese periodo de empalme su poder e influencia se ven diezmados, a la vez que vienen las críticas por las promesas incumplidas. Es un periodo de baja popularidad, el cual en ocasiones es utilizado por los mandatarios para tomar decisiones que generan controversia.
Por ese motivo, durante los últimos meses hemos visto tan solo al Presidente Juan Manuel Santos, quién jocosamente para ilustrar ese panorama, se tomó una fotografía con su mascota y evidenció la soledad en la que se encuentra, puesto que ya no lo rodean ni respaldan los principales líderes de la clase política, que otrora fueron sus principales escuderos. (https://www.instagram.com/p/BhHS_wdlqyt/?taken-by=juanmanuelsantos)
Prueba de lo anterior, es que ya poco se habla de “santismo” y surgió el “duquismo” compuesto en gran medida por Partidos Políticos como el Liberal, Conservador, Cambio Radical y la U que conformaron la Unidad Nacional de Santos en los últimos 8 años, diametralmente opuesta al uribismo y al Centro Democrático en temas como el Acuerdo de Paz.
En ese orden, desde este espacio también vamos a pasar cuenta de cobro al gobierno Santos por aquellos temas inconclusos, pero a su vez el merecido reconocimiento por los aciertos y progresos que se reflejaron en su periodo presidencial que finaliza en 2 semanas.
Desaciertos: i) el desbordado crecimiento de los cultivos de coca, aunado al desmedido aumento del narcomenudeo en las ciudades, fue una batalla mal encausada por Santos y que hoy nos pesa a todos, en parte por su laxo proceder con la ilegalidad; ii) en un contexto de construcción de paz, es inadmisible que se sigan presentando asesinatos sistemáticos a líderes sociales en las regiones del país, y completamente reprochable el silencio sepulcral de su administración frente a esta problemática; iii) tanto los cultivos de coca, como el asesinato a líderes sociales tiene un estrecho vínculo con los reductos o disidencias de las FARC que cada vez aumentan debido al incumplimiento de los compromisos estatales con los desmovilizados; iv) se dejó en marcha una negociación con el ELN muy débil y sin una líneas rojas claras, por el contrario todo ha sido bajo un premisa de permisividad, v) y por último, pero no menos importante, unos indicadores económicos poco favorables, máxime cuando las calificadoras de riesgo nos alertan sobre la confianza inversionista del país.
En contraste, encontramos sectores fortalecidos y potencializados, donde los beneficios son evidentes: i) la desmovilización de una base guerrillera de aproximadamente 7 mil combatientes es un logro irrefutable y digno de resaltar pese a los reparos que se tengan frente al acuerdo de Paz con las FARC; ii) en materia de infraestructura el país presenta algunos avances, sobre todo en aeropuertos, puertos, carreteras y viviendas, ya sea por su modernización o construcción total; iii) la eliminación de la visa Schengen, facilita y aumenta las posibilidades de los colombianos para visitar nuevos destinos a nivel mundial por cuenta de que se suprimieron algunas restricciones para viajar a algunos países de Europa, lo cual es un acierto rotundo; iv) la promoción y capitalización del turismo, el cual ascendió al segundo reglón de la economía colombiana, abriendo una agenda de dialogo y cooperación entre sector público y privado para propiciar su desarrollo sostenible; v) finalmente, es menester rescatar programas como “Ser pilo paga” que debe ser sujeto de ajustes, pero abonó terreno para combatir la brecha de desigualdad e inequidad, y la eliminación de la libreta militar para que los estudiantes obtengan su grado y puedan acceder a su primer trabajo.
En suma, la gestión del gobierno Santos arroja un balance “agridulce” y muy segmentado de acuerdo al ministro que haya tenido al frente de las diferentes carteras, pues se destacan los sectores de comercio, turismo, vivienda, relaciones internacionales y educación parcialmente, mientras en hacienda y defensa los resultados son negativos. Por tanto, el nuevo Gobierno de Iván Duque y Marta Lucía, tiene enormes retos sobre todo en la lucha contra la corrupción, mantener la confianza inversionista, aportar a la construcción de paz y recuperación del territorio, y el cumplimiento de sus propuestas de campaña basadas en legalidad, equidad y emprendimiento.
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