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Josué Martínez FPor: Josué Martínez

Entre el próximo sábado 10 de noviembre en la Bombonera y el sábado 24 del mismo mes en El Monumental, Boca Juniors y River Plate definirán al campeón de América a nivel de clubes y desde el mismo instante en que se conoció que estos dos grandes del fútbol mundial protagonizarán la final de la Copa Conmebol Libertadores, el mundo del fútbol está en shock y no es para menos. La noticia de la final inédita (nunca antes los dos equipos más importantes de Argentina disputaron una final internacional) cruzó el continente y fue tema principal en importantes programas deportivos en muchos países del mundo.

Son varias las razones para que esta sea una final que pase a la historia y se quede en la retina, por mucho tiempo, de todos los amantes del deporte rey, más allá de que será la última a dos partidos; desde el año que viene se jugará a partido único en cancha neutral. Boca y River son equipos históricos a nivel internacional, aunque en este ámbito el Xeneize tiene un plus por sobre el equipo de la banda cruzada; sus tres títulos de Copa Intercontinental (1977 vs Borussia Mönchengladbach, 2000 vs Real Madrid y 2003 vs Milán) así lo demuestran. No obstante lo anterior y teniendo claro que para eventos de tal magnitud, las estadísticas son apenas un pequeño punto de referencia, hay que decir que los números de los dos equipos muestran una clara paridad en su historial, con una leve ventaja para el equipo azul y oro.

Es bien conocida la pasión con que se vive el fútbol en Argentina. Es habitual que al entrevistar algún argentino sin importar a qué se dedique, se termine hablando de fútbol, tema que manejan a la perfección y que es parte esencial de su cultura. Tan es así, que las entrevistas concedidas en los últimos días por el Presidente de la República Mauricio Macri, ex presidente de Boca, terminaran con charlas extensas dedicadas exclusivamente a lo que serán estos dos partidos definitorios. Uno de los temas relevantes fue la posibilidad de tener público visitante en ambas contiendas, a lo que el mandatario respondió que si las dirigencias de los clubes lo acordaban, el gobierno daría las garantías para hacerlo; no obstante al final del día se supo, que por motivos de seguridad, los clubes habían decidido permitir el ingreso a los  estadios únicamente del público local.

Pero tal vez de las cosas que más llaman la atención para este choque crucial, es la particularidad de los directores técnicos de ambas escuadras. Marcelo Gallardo de River y Guillermo Barros Schelotto de Boca, ambos ex jugadores históricos de los clubes que ahora dirigen. El Muñeco llega como un héroe para el mundo River, en algo más de cuatro años como técnico ya conquistó ocho títulos, recién acaba de batir el récord de más partidos invicto en la historia del club con 32 partidos sin caer, superando su propia marca de 31 partidos sin conocer la derrota alcanzada en 2014, y en cada partido, la continua ovación que cae de las tribunas del Monumental hacia él, demuestran la idílica relación entre seguidores de River y su emblemático entrenador. Este por su parte, responde desde la línea técnica con planteamientos efectivos, movimientos acertadísimos durante partidos muy difíciles, inmejorable manejo de grupo y por momentos dejándose llevar más por el corazón que por lo técnico en momentos cruciales, muestra de ello, su aparición en el camerino de sus dirigidos en el entretiempo de la semifinal contra Gremio que perdían 1-0, para darles ánimo y algunas indicaciones importantes, obviando la sanción que le impedía tener cualquier tipo de contacto con ellos; acto que sin duda fue determinante para que su equipo saliera al segundo tiempo con otra actitud y aire en la camiseta para terminar remontando 1-2 el marcador y se metiera en la histórica final. Cosas como estas, hacen que el Muñeco Gallardo tenga literalmente entre el bolsillo a toda la hinchada millonaria

Por el lado de Boca la relación hinchada/técnico es bien distinta. El mellizo ha tenido unas de cal y otras de arena. Guillermo llegó a Boca reemplazando a Rodolfo Arruabarrena en marzo de 2016 y cumplió por estos días 100 partidos al frente del banquillo Xeneize. Los números lo respaldan si se quiere ya que su porcentaje de efectividad es de 63.3 %, alcanzando dos títulos del rentado local y una Superliga, además de un récord de 617 días ininterrumpidos como líder del certamen local. La deuda del actual técnico de Boca tiene que ver con no haber salido airoso en partidos importantes, no se olvida la serie semifinal de Copa Libertadores 2016 que perdió ante Independiente del Valle o la Supercopa Argentina frente a River donde también salió derrotado. Se le ha criticado que no logra conseguir un funcionamiento táctico claro en su equipo y que al rotar tanto a los jugadores y no tener un once titular definido, la regularidad de su plantel no llega a los niveles deseados.

En favor de Guillermo hay que decir que no es nada fácil dirigir a Boca, quiero decir, nunca lo fue, pero este plantel en particular es muy complicado de manejar por la cantidad de jugadores top que tiene. Suena contradictorio, pero al tener tantos jugadores de la jerarquía, calidad y recorrido que tiene Boca, la dirección se hace mucho más difícil que la de un equipo convencional; si no me creen pregúntenle al entrenador español Julen Lopetegui, que en cuestión de 5 meses ha vivido todo un infierno en su carrera como técnico de fútbol dirigiendo nada más y nada menos que a la campeona del mundo España y al todopoderoso y actual tricampeón de Europa Real Madrid. Guillermo tiene en Boca dos equipos competitivos completos y su gran reto es elegir siempre al mejor once ideal que debe salir a la cancha para desarrollar buen fútbol y conseguir los objetivos. Tarea titánica ya que cada vez que su equipo no juega bien o pierde, tiene a la prensa encima recordándole que cuenta con la mejor plantilla del país y recriminándole, nombre por nombre, a los jugadores que dejó en el banco y no utilizó. La situación ha estado tan candente que no hace ni un mes estuvo en duda la continuidad de Guillermo al frente del equipo, cuando perdió el Súper clásico frente a River en la Bombonera y acto seguido salió eliminado de la Copa Argentina ante Gimnasia. Con este panorama se entenderá por qué el técnico de Boca despierta por igual amores y odios entre los aficionados y aunque no se puede decir que el equipo siga en crisis, tampoco se podría afirmar que el Mellizo llega siendo para la hinchada bostera un mesías, como sí lo es el técnico de River.

Seguramente hay muchas más particularidades en lo concerniente a este encuentro que no pasará desapercibido para nadie, estas tres semanas se dirá de todo acerca de este evento y el mundo del fútbol disfrutará de los dos partidos épicos. Me quedo sin embargo con las palabras de Marcelo Gallardo, haciendo una reflexión sobre la manera en que se debe afrontar este choque: «Creo fervientemente que tenemos que pensar que esto es un espectáculo deportivo único, no pasa más de ahí. El que salga vencedor tendrá la gloria absoluta y el que no seguirá peleándola, porque esto siempre es así. No es vida o muerte esto, es un mensaje erróneo eso, muy malo para nuestra sociedad»

Twitter @10SUE10   

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