Como en la mitología griega, el mundo pende del pelo de Damocles, así la política en nuestro país ha pendido de los lucrativos beneficios de la corrupción de Colombia. Ahora si bien cuando Gabriel García Márquez pronunció el discurso titulado el Cataclismo de Damocles, para exigir el cese de la guerra, lo recordamos para pronunciarnos y exigir acabar con la corrupción que hoy en día nos asecha destruyéndonos como sociedad y país.
Para el comienzo del 2017, el escándalo de Odebrecht se resaltaba en las principales portadas de los periódicos colombianos, inclusive de los principales medios internacionales, donde se veían implicados sobornos y “primas de éxito” para obtener contratos en diferentes países de las Américas. En Colombia son infinidad de casos que cobijan ésta problemática, solo por nombrar algunos Reficar un caso en el cuál están comprometidos por lo menos unos 8.016 millones de Dólares, 4.023 millones de dólares de sobrecostos; el caso de la adición de 627 millones de dólares a la construcción de la planta de etanol Bioenergy, la cual se empezó a ejecutar con un costo estimado de 140 millones de dólares y así muchos más casos que para no hacer una columna redundante no se nombran.
La corrupción no solamente trastoca a Colombia o a los países Latinoamericanos, éste tema es de común interés y agenda global, además no es un tema nuevo, la corrupción es contemporánea con la misma instauración de un “orden” social y la aparición de ciudadanos con diferencia de poder, no es un tema ni nuevo, ni paupérrimo de países en vía de desarrollo, es un tema por el cual se ha buscado socavar a lo largo de la historia. La corrupción debido a sus diferentes interpretaciones, escenarios, escala social tiene diferentes definiciones, en la actualidad la definición más aceptada y que desde hace varios años es la utilizada por Transparencia Internacional, institución a la cual Colombia hace parte, define la corrupción como “el abuso de posiciones, poder o confianza, para beneficio particular en detrimento del interés colectivo, realizado a través de ofrecer o solicitar, entregar o recibir, bienes en dinero o en especie, cambio de acciones, decisiones u omisiones”.
En Colombia saber el valor de lo que le cuesta a los contribuyentes y a la sociedad, es incalculable y según el Contralor general de la república Edgardo Maya, la corrupción puede alcanzar cifras de 50 billones de pesos al año, el equivalente a 7 reformas tributarias y representa el 26% del gasto público para el año 2017, lo que equivale a casi un billón de pesos por semana; la sociedad Colombiana de economistas (SCE) reveló que para la década de 1991 al 2000, los corruptos le costaron al país 189 billones a precio de hoy, lo que es equivalente al 4% del PIB de Colombia en el periodo analizado.
Claramente en el país los corruptos son redes criminales que se articula con personas de poder político, económico, social e inclusive académico; redes que silenciosamente desvían recursos para sus cuentas privadas, seguramente dineros que ya salieron del país a paraísos fiscales, una fortuna que comparada con las 4 personas más ricas del país, es 78% superior a la de ellos, (considerando que éstas 4 fortunas, no hagan parte de la red corrupción).
Sí la sociedad Colombiana fuese consciente de éste grave problema y dejara de actuar de manera pasiva, inclusive aboliera la corrupción social, esa corrupción “Inofensiva” que es evidente cuando se comete una infracción de tránsito y se busca “arreglar” con el agente de tránsito para evadir el pago de la infracción, pensemos, que esa persona puede llegar a pagarle a un gobernador, alcalde, etc. para adquirir un contrato y esas coimas son sobrecostos que los cubre usted como contribuyente y ciudadano.
Por eso aplaudo aunque éste en desacuerdo en algunos aspectos de la consulta anticorrupción, porque es un ejemplo a seguir, de forma que propone y ejerce un control frente a ésta enfermedad, como ciudadanos que amamos éste país, no dejemos que el poder nos lo robe, porque la corrupción no sólo concede vía libre a la infraestructura, también concede licencias ambientales a transnacionales que nos saquean, conceden proyectos mineros y esto aunque no salga de nuestros bolsillos nos afecta aún peor, porque atenta directamente con la vida en el planeta.
Si logramos detener la corrupción en nuestro país, esos rublos de un año, habría el dinero para construir 3 líneas del metro en Bogotá, o, pagar 3 veces el déficit de la educación superior Pública, o, suplir el déficit en la salud y así existen muchos Os de todos éstos derechos persé que los corruptos nos están limitando y por eso debemos abanderarnos con muchas iniciativas, para denunciar y acabar con la peor red criminal de todas, la CORRUPCIÓN.
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