Aunque el mundo actualmente no es una maravilla, creo con seguridad que estamos mejor que ayer. Los problemas son y serán pan de cada día, a veces evolucionan y otras veces se transforman, pero siguen aquí, quizás hacen parte de la condición cíclica de la historia.
Entre los años 1500 a 1776 los mercantilistas ya promulgaban los excedentes de las exportaciones como generación de riqueza, el nacionalismo como método de conquista y dominio de las colonias vecinas y rutas comerciales. También manifestaban la necesidad de peajes y aranceles a las importaciones que se podían producir localmente, y libre comercio a las que no, la importancia de una población trabajadora, y por supuesto un gobierno central muy poderoso.
En 1776, Smith dijo que los gobiernos son derrochadores, corruptos, ineficientes, y tienen gran influencia sobre las prácticas monopólicas. Kahneman en el 2012, escribió sobre la dificultad de predecir lo que nos hará felices en el futuro, y como tomamos decisiones en escenarios de incertidumbre gracias a una memoria limitada.
Hoy los problemas siguen siendo los mismos, vivimos en mundo que esta permeado de incertidumbre, de nacionalismo, de guerras comerciales, de corrupción, y de ocultamiento de intereses privado que desincentiva la competencia y el orden natural. La carecía de planificación y ejecución de las políticas públicas no han logrado avanzar significativamente en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Sostenible que se propusieron en el 2000 y 2016, según el Banco Mundial aún existen 702 millones de personas que viven en extrema pobreza.
Sigue existiendo miedo y rezago generado por las crisis económicas principalmente las financieras, como la Gran Recesión, y aunque existe abundancia de capital en el mundo, tenemos un endeudamiento global que equivale al 225% del PIB mundial. Solamente en la Gran Recesión, EE.UU. desembolso USD 700.000 millones para salvar su economía, y el FMI desembolso en préstamos USD 250.000 millones a países que vivieron recesiones, todas cifras del mismo FMI.
El sector financiero en el mundo no ha podido generar regulaciones estructurales que protejan la estabilidad financiera, hoy por hoy se está repensando la transformación que trajo con sigo el Fintech, a tal punto que los competidores de los bancos son Google, Apple y star-up que facilitan los medios de pagos y financiación desde el crowdfunding. Cada vez potenciamos más la innovación como las regulaciones cíclicas.
Estas regulaciones se hacen necesarias para no volver a exponer a el mundo a otra crisis financiera como la Gran Recesión – donde según el FMI en promedio cada estadounidense perderá USD 70.000 de ingresos durante toda su vida-, o generar la materialización de los riesgos sistémicos que trae consigo la globalización y la interacción de capitales. Ya se habla de que el Banco Internacional de Pagos pueda generar unas nuevas reglas de juego en el Basilea IV.
Los problemas del mundo moderno son complejos, según Oppenheimer el 47% de los empleos serán remplazados por robots o computadoras inteligentes, países como China y Japón poseen el 32.5% y el 11% de los robots del mundo para producción de manufacturas, mientras que toda América solo posee el 13.6%, según el FMI. Esto cambia los procesos productivos y ocasiona la responsabilidad de reinventar las profesiones y preparar a las personas en elementos claves para el desarrollo, como la creatividad, la innovación y la resiliencia.
La carencia de personas con escala internacional obstaculiza la interacción cultural, la movilidad de capitales, conocimiento y nuevas innovaciones. Según Naciones Unidades solamente hay 257,7 millones de inmigrantes, o sea el 3.5% de la población mundial es capaz de empezar nuevos emprendimientos y romper las dinámicas tradicionales de los países hacia donde migran.
El mundo no para, cada vez se hace más intenso y frenético, el institucionalismo mundial que se creó con los Acuerdos de Bretton Woods y el Consenso de Washington se empiezan a ver nublando por el proteccionismo, la corrupción, la incertidumbre, y la generación de nuevos procesos productivos que alimentan la desigualdad y las restricciones de la libertad.
El desarrollo de la libertad, los procesos de globalización, y la necesidad de pensar de manera humanamente global, están pidiendo a gritos que los lideres tengan un enfoque mundial y capacidad de asumir las direcciones de la humanidad. Cada vez se alimenta la necesidad de volver a una cooperación multilateral enfocada a acabar la pobreza, aumentar el comercio internacional, permitir la movilidad de mano de obra, y empoderar un sistema de pagos mundial sin restricciones.
La historia seguirá siendo cíclica, y de seguro volverán a haber recesiones económicas e inestabilidad financiera, pero el pasado ya nos dejó un conocimiento para sobre salir de las crisis, ya sabemos que la solución debe combinar la heterodoxia en el corto plazo y las garantías creíbles de un regreso a la ortodoxia en un largo plazo, tal y como dijo Paul Krugman. Pues, al fin y al cabo, la economía seguirá siendo una perenne necesidad de actuar constantemente por el bien de la humanidad.
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