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Carlos OssaPor: Carlos Ossa

Los partidos políticos en Colombia están bastante lejos de ser promotores de la democracia y, por el contrario, se han convertido en empresas electorales. Se supone que los partidos se crean para dos fines principales: promocionar ideas con las cuales, según ellos, se debe gobernar un territorio; y fomentar la democracia. Pero aquí, ni lo uno ni lo otro.

Pareciera que en Colombia lo único que les importa a los partidos políticos es ganar elecciones y repartirse el “botín”: una cantidad enorme de dinero y burocracia. Pero al final, de ese “botín” también hacen parte los sueños y oportunidades de los ciudadanos para los que van a gobernar.

Es realmente impactante ver cómo los partidos políticos no siguen ni sus propias reglas, y lo mucho que les asusta tener mecanismos democráticos para elegir a sus candidatos. Siempre prefieren “ir a la fija” y, por nada del mundo, le dan la oportunidad a alguien diferente.

Un claro ejemplo de lo anterior ocurrió en Bogotá. Fue lo que se hizo con Ángela Garzón, a quien habiendo ganado la encuesta de su partido contra dos ‘gigantes’, le negaron el aval sin ningún tipo de argumento serio. Según Miguel Uribe Turbay, quien terminó recibiendo el aval del Centro Democrático a la Alcaldía de Bogotá, él no tuvo «nada que ver»; pero se ha sabido de “lobby” y diferentes gestiones que realizó el candidato para hacer que esto pasara.

Cabría preguntar, ¿Si Uribe Turbay le hizo esto a una mujer tan poderosa como Ángela Garzón, qué le hará a un bogotano de a pie? Y por si fuera poco, si le hicieron esto a una (ex)militante como Ángela Garzón, ¿qué le harán a uno menos poderoso o menos conocido en las regiones?

Es de recordar que Ángela Garzón se midió con unas reglas claras y públicas, pero para revocarle el aval y dárselo a Miguel Uribe no hubo las mismas reglas ni mucho menos auditoria. Alguien que acepta un aval en tales condiciones es todo menos un demócrata, pero parece que eso no tiene la relevancia que debe tener en la gente que igual lo apoya, ya que aquí lo que sí ha hecho carrera es el concepto en el cual “en la política se entra a codazos” o aquel otro que dice que “ para ser grande en política hay que pasar por encima de los demás”.

Solo el día en el que los partidos se comprometan a crear verdaderos mecanismos democráticos para escoger sus candidatos y valoren los representantes de sus ideas por encima de la victoria electoral tendremos un mejor país. No propondría solamente crear una ley en la que se obligue a estos a tener mecanismos fijos para la escogencia de los futuros candidatos, una ley sin un compromiso real de la ciudadanía y de los partidos sería igual a continuar el camino que tenemos hoy en día.

 

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