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Josué Martínez FPor: Josué Martínez

“La educación es el gran motor del desarrollo personal. Solo a través de ella la hija de un campesino puede convertirse en médico, el hijo de un minero puede llegar a ser director de la mina, o el de un granjero puede llegar a ser presidente de una gran nación. Lo que separa a una persona de otra es el partido que consigue sacar de lo que tiene a su disposición, no de lo que obtiene sin esfuerzo”. El largo camino hacia la libertad. Nelson Mandela

Este fragmento de la monumental autobiografía de uno de los personajes más importantes de la historia reciente, leída de manera rápida puede ser no mucho más que esperanzadora. Pero, analizada un poco más a profundidad, puede que resulte bastante utópica e irrealizable en un país como el nuestro.

Suena lindo eso de esforzarse por lo que uno quiere y sobreponerse a las adversidades y alcanzar logros, ideales y metas pero lo que también hace parte del análisis es saber si se cuenta con herramientas para lograrlo. La educación debería ser el trampolín para saltar de una niñez sin oportunidades a un futuro prometedor, pero la empresa se pone muy difícil cuando se vive en un país que tiene la educación tan estratificada, como todo lo demás.

Las carreras como muchas otras cosas tienen estratos y no solo por el nombre de la institución o el lugar sino por el mismo nombre. Parece que las carreras como Sistemas (en sus diferentes presentaciones), Ingeniería industrial, Administración de empresas, Contaduría pública, de pronto Psicología y no muchas más, y desde luego estudiando primero la carrera técnica, si se puede alcanzar la tecnología y rara vez la profesional; están marcadas para ciertos estratos no muy favorecidos.

Están carreras como Derecho, Ciencias Sociales, Administración pública, Economía, Antropología, Sociología y algunas otras como Creación literaria y demás que tengan que ver con el arte que parecen tener cierta exclusividad para otros estratos, algo más favorecidos.

Es algo innegable, mientras las primeras carreras mencionadas se pueden encontrar en gran cantidad de entidades de educación superior (Universidades o no, acreditadas o no) con precios asequibles para los estratos bajos, pero infortunadamente reflejado en la baja calidad de su educación; las segundas carreras en mención no se consiguen en cualquier institución, no son precisamente económicas de estudiar y regularmente se necesita disponer de varias horas en el día para estudiarlas, minimizando así considerablemente los aspirantes a cursarlas.

Da la casualidad que las carreras que según mi teoría son para los menos favorecidos, tienen como finalidad ocupar puestos de muy poca influencia pero con mucha carga laboral, estrés y desgaste, mientras que las carreras más interesantes y atractivas ponen a quienes las estudian en cargos públicos, en gerencias y en fin, en lugares de privilegio, en donde se toman las decisiones o se aspira a cosas mucho más interesantes.

No quisiera ser mal interpretado, considero que tiene que haber gente para todos los cargos, considero también que las carreras que menciono en primer lugar son meritorias y la gente puede llegar a estudiarlas por verdadera vocación y son loables. Pero si se mira con lupa se encontrará que, al parecer, las personas de estratos 1 y 2 no pueden aspirar a ciertas carreras y no es por su capacidad intelectual, ni mucho menos, sino por factores ajenos a la persona, más bien por la estratificación de la educación.

Un ejemplo claro de esto son nuestros gobernantes. Para aspirar a un cargo público hay que estudiar o Derecho, o Ciencias o Economía o Administración Pública o alguna de esas carreras (o tener ciertos apellidos) de las que ya vimos que es muy difícil cursar si se es de estratos bajos. Esto ha llevado a que la gente que toma las decisiones para la sociedad y que están metidos en el congreso, por ejemplo, no tengan la menor idea de cómo vive la gente del común, porque son personas que lo tuvieron todo en la vida (salvo algunas excepciones a la regla, naturalmente) y terminan legislando y promoviendo iniciativas que desconocen las necesidades reales del ciudadano del común.

Mandela fue un luchador por excelencia contra las injusticias sociales en su país y pone de manifiesto en su libro un sinfín de desigualdades como el de la educación; a pesar de que fue hace mucho tiempo, gran parte de sus inquietudes pueden trasladarse a nuestros días.

Si le parece exagerado le pongo un ejemplo: en su tiempo Mandela denunciaba que la educación y el acceso a la universidad y a una carrera era cosa de blancos y que los negros o los indios, y así lo avalaba el gobierno de turno, no podían aspirar a más que a trabajar en algún puesto que exigiera mucho esfuerzo físico, estamos hablando de mediados de la década de 1950. Pues bien, estamos en 2019, trabajo actualmente en una planta productora de alimento para todo tipo de animales. Se podría dividir al personal entre quienes hacen el trabajo de oficina y los operativos o cuadrilla que son quienes cargan y descargan camiones y tracto mulas; las cuadrillas están conformadas en un gran porcentaje por afrodescendientes o personas provenientes de la costa, mientras que en la parte administrativa no hay ni un solo afrodescendiente. Eso le tiene que decir algo…

@10sue10

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