Ingresa o regístrate acá para seguir este blog.

LibardoPor: Libardo Aldana

Durante algunas décadas, la política en Colombia era en su mayoría un sinónimo de tradicionalismo, en donde predominaba la cultura del gamonal del pueblo, el licor, los mercados, la parranda, y discursos populistas que se apartaban de ideales o propuestas coherentes, a simplemente convertirse en frases vacías y sin sentido, que generaban emoción y falsas expectativas a los electores. Aunque sea difícil de aceptar, estas prácticas tocaban las esferas del orden nacional, y era así como nos hundíamos en fracaso tras fracaso, puesto que era más importante el despliegue de la campaña política que las propuestas o capacidades del candidato.

Afortunadamente, este texto lo escribo en pasado, porque eso ya no pasa en Colombia, estado del sagrado corazón de Jesús. Por suerte, ya no tenemos alcaldes presos por robarse los mercados de la emergencia sanitaria, o concejales presionando a los alcaldes por contratos, y alardeando que no es grave robar porque los pobres están acostumbrados aguantar hambre (ver), o militares inflando contratos de elementos para la emergencia (ver). Es más, hay preocupación porque la Contraloría y la Procuraduría se están quedando sin trabajo, porque todas las entidades maximizan muy bien los recursos y es muy raro encontrar sobrecostos o irregularidades en las organizaciones. Muy bien, ¡ese es mi país!

Pues mis queridos lectores, lo anterior es solo un cuento de hadas, porque en Colombia ya nada nos sorprende, pero ojo, no es porque nos sea indiferente la coyuntura del país. Es porque quizás son tantos los delitos y la corrupción que se da a diario, que estas situaciones se normalizaron como parte del día a día. Es más, los medios de comunicación están en una carrera de la información en donde un hecho grave le dan relevancia solo unos días, o máximo una semana, hasta que pase un nuevo acontecimiento, y como por arte de magia, se nos olvida todo. Es decir, tienen la vacuna perfecta para que el pueblo sea tolerante para abusos policiales, nuevos impuestos asfixiantes, y políticos que hacen sus fechorías, los cuales, el castigo es pasar un periodo de tiempo en casa, con comodidades, mientras pagan sus pecados ante una supuesta justicia.

Aunque no lo crean, todo no es malo, estos nuevos tiempos de reflexión nos han hecho caer en cuenta que tolerar la corrupción no es el camino, que la educación y la salud es más importante que prepararse en armas para la guerra, y por supuesto, que en las manos de todos estará encontrar ese antídoto que nos hará despertar y convertirnos en una mejor sociedad. Esa fórmula mágica es el saber elegir a los dirigentes, no por tradicionalismo convencionales sino por propuestas y nuevas ideas de transformación. Estamos en la transición de pasar de lamentos a la acción, y aunque les pueda parecer muy romántico, aún creo en la gente, no hay mal que dure 100 años ni pueblo que lo resista, es por esto, que estoy seguro de que despertaremos.

Twitter: @Aldanalibardo

Compartir post