Llega otro “Día internacional de la mujer” en el que podremos esperar las marchas de millones de mujeres a nivel global que protestan por sus derechos. Tristemente, con estas marchas también se desencadenan los más virulentos comentarios en contra de ellas con la excusa de que ya son sujetos de derechos y que sus protestas no se justifican. Algunos, incluso, asegurarán que no solo ya tienen los mismos derechos que los hombres sino que además disfrutan de muchos privilegios por el simple hecho de ser mujeres. Para los que piensan así, les presento de la manera más concisa y clara posible, cinco razones por las que la lucha feminista sigue estando muy vigente:
1. Falta de representación política
Este es un asunto fundamental para las mujeres ya que si se garantiza una representación equitativa, habrá más políticas de género que mejoren su calidad de vida. Si bien ha habido muchos avances al respecto en los últimos años, la verdad es que la representación femenina en las esferas políticas sigue siendo ínfima, ni siquiera el feminismo liberal con sus buenas maneras ha logrado mitigar la sebreexposición masculina en la política.
Si las mujeres son la mitad de la población y vivimos en una democracia representativa, es apenas lógico pensar que deberían tener la mitad de escaños en Senado y Cámara pero, actualmente, la representación femenina en la política apenas llega al 26% en Colombia pese a las leyes que se han creado al respecto.
2. Derechos reproductivos y violencia obstétrica
Las mujeres en Colombia no pueden abortar libremente porque en el camino se encuentran con mil trabas burocráticas y prejuicios médicos que no respetan las decisiones sobre sus cuerpos. Irónicamente, pasa lo mismo cuando quieren operarse para no tener hijos pues reciben consejos paternalistas que retrasan o anulan su decisión. Durante el embarazo, el parto y el puerperio las mujeres suelen recibir tratos violentos por parte del personal médico que aumentan cuando son más jóvenes o madres solteras. Las estadísticas al respecto son escalofriantes, según un estudio de la Universidad Industrial de Santander, el 69% de las mujeres encuestadas dijo haber sufrido violencia psicológica, institucional o simbólica en el desarrollo de su embarazo.
3. Brecha salarial
Según la Acrip, una alta ejecutiva colombiana gana en promedio un 36 % menos que su par masculino. Si bien la brecha disminuye en otros ámbitos de carácter profesional y técnico, la diferencia sigue siendo significativa. Si le sumamos a lo anterior que las mujeres tienen menos posibilidades de hacer horas extras por la carga laboral doméstica y que las profesiones peor pagadas son las que están relacionadas con el cuidado, tarea que se considera propia de las mujeres, aún queda mucha tela por cortar al respecto.
En complemento, si bien el acceso a la educación superior de las mujeres ha aumentado ostensiblemente, esto no redunda en el acceso a empleos de calidad, de hecho, según un estudio de la Fundación Corona, aunque hay más mujeres que hombres que se gradúan anualmente de las universidades, es más fácil para los hombres conseguir un empleo.
4. La violencia sexual y de género
Quise empezar este listado con temas que también son relevantes y que requieren de toda nuestra atención pero, lamentablemente, el problema más urgente que enfrentan las mujeres sigue siendo la violencia de género. Según el Observatorio colombiano de Feminicidios, en 2023 hubo 483 víctimas por este tipo de asesinato; en la mayoría de casos, fueron sus propias parejas o exparejas quienes cometieron el homicidio. Y aquí hay que hacer un énfasis que invite a la reflexión: la mayoría de muertes violentas de mujeres en Colombia y en el mundo no son causadas por riñas callejeras o por la violencia ejercida durante un robo, son causadas por sus esposos o novios, los mismos que dicen amarlas. Esta información por sí sola debería ser lo suficientemente persuasiva para comprender que algo grave pasa con nuestros sistemas de valores.
Muchos de estos crímenes pudieron evitarse fácilmente si las autoridades hubieran actuado a tiempo pero por los mismos prejuicios de género, los fiscales deciden simplemente ignorar muchas denuncias de violencia intrafamiliar. Ni siquiera después de que la víctima ha sido asesinada parece haber un interés real por condenar a los feminicidas. Según las estadísticas, solo el 32% de las denuncias de feminicidios han terminado en condena para el victimario.
Las mujeres también son muchísimo más vulnerables frente a la violencia sexual y a la violencia vicaria pero si la justicia no funciona con los asesinatos, ya podemos darnos una idea de lo que pasa en estos casos, que se cuentan por miles. Por ejemplo, la Veeduría distrital de Bogotá estima que 8 de cada 10 mujeres ha sufrido acoso o abuso sexual en el transporte público.
5. La radicalización conservadora de los hombres
Según un estudio global, las mujeres de las nuevas generaciones son mucho más liberales que sus pares masculinos. Esto se explica porque, bien sea de forma empírica o por medio de la reflexión académica, cada vez más mujeres descubren que viven en un mundo inequitativo en el que el hombre es la medida de todas las cosas; al ser conscientes de esta realidad, ellas optan por asumir concepciones liberales que les permitan garantizar sus derechos mientras que los hombres optan por asumir posturas conservadoras para no perder sus privilegios. Estos hombres conservadores crean discursos en los que invierten el panorama y se venden a sí mismos como las víctimas de un sistema que las favorece a ellas. En contra de toda evidencia estadística y del menor sentido común, las comunidades de hombres frágiles que ven en el feminismo una amenaza son cada vez más grandes y más violentas, por lo que es urgente ofrecer una alternativa didáctica y confiable que derribe todos los prejuicios en los que han cimentado su discurso de odio.
He citado cinco razones, las principales quizás, para apoyar el movimiento feminista, pero podría haber otras muchas porque el machismo en nuestra sociedad es un problema estructural que se manifiesta en todos los ámbitos de formas muy disímiles y sutiles. Las marchas del 8M son una excelente oportunidad para visibilizar toda la discriminación que ellas siguen sufriendo y para comprender que todos nos merecemos una sociedad más justa.
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