A los que nos apasiona todo lo que tenga que ver con café, también nos encanta poder aprender sobre el tema, más allá del consumo como tal; tipos de grano, sistemas de siembra, pisos térmicos, catas, tecnología, formas de preparación y de degustar por supuesto esa deliciosa bebida que se ha convertido a través de los años en insignia nacional. Y fue precisamente compartiendo un buen café en la mañana cerca a un parque, con una gran amiga que se llama Sandra Leguízamo, y quien es gran conocedora del campo en el municipio de Sabana de Torres, Santander, en todo el corazón agrícola del Magdalena Medio, que me enteré que ahora en Colombia están sembrando en plano y en clima cálido una variedad de café que se llama «robusta», ese mismo que aprovechan en Brasil para tener una producción altísima a la hora de la cosecha.
Pero como muchos colombianos somos como Santo Tomás, que «hasta no ver, no creer», le pedí a mi amiga Sandra que me llevara a la finca en donde se encontraban sembradas las maticas que tienen el fruto que nos despierta y nos pone en modo ON a muchos en la mañana. Desplazándonos por las carreteras del campo del Magdalena Medio santandereano, nos separamos del pueblo como 20 minutos; el calor incesante que hacía fuera del vehículo me hacía volverme más incrédulo a medida que no acercábamos a la finca Cultivares La Estanzuela, con respecto a lo que me había contado Sandra. Un rebaño de búfalos nos interrumpió el paso y mientras pasaban lentamente, ella me contaba que también en el campo sabanero se estaba volviendo líder en este tipo de ganado del cual hoy día ya hay un comercio respetable de consumo de carne en Colombia; lo otro que vi fue ganado tipo Brahma y muchos sembrados extensos de palma, de esa que se utiliza para hacer aceites de buena calidad. De hecho cuando uno viene de Santa Marta hacia el interior del país hay un momento en que el paisaje a lado y lado de la carretera va cambiando. Se dejan de ver matas de plátano, de ese verde con el que se hacen patacones y el delicioso cayeye, y empiezan a aparecer los cultivos de las imponentes palmas aceiteras africanas. Finalmente llegamos a la puerta del sitio que me habían comentado, y muy sonriente el ingeniero agrónomo Héctor Arcesio Tovar Fierro nos abrió la puerta para que el vehículo ingresara; lo primero que nos ofreció al bajarnos fue un café caliente el cual tenía un sabor particular que yo jamás había sentido, se trataba precisamente del café robusta, que aguanta ser sembrado en calor. Inmediatamente quise ver las matas de las más de diez hectáreas sembradas en la finca de don Héctor, otro apasionado por el tema del café y un pionero sobre este tipo de siembras en climas cálidos en nuestro país. Era raro ver matas de café conviviendo con palmeras de coco al lado, una combinación que tal vez para muchos era en otras épocas imposible, ahora es una realidad gracias al juicio de estas personas que creyeron en el proyecto, que tienen sentido de pertenencia por el campo sabanero y que se sienten orgullosos de sus orígenes.
Según los expertos, frente a la producción, los cafés tipo robusta pueden llegar hasta las 4 toneladas por hectárea con un manejo tecnificado frente a 1,5 y 3 toneladas de los arábigos que son los comunes y los que mayoritariamente se consumen y se consumen históricamente en el país. Los datos oficiales nos dicen que en el mercado internacional el precio es 25% menor que los arábigos; pero lo anterior se compensa con una mayor producción. Las características del robusta es que es una planta mucho más resistente a las enfermedades y de la cual solo se obtiene una cosecha al año, como pasa también con los cultivos que se hacen en la Sierra Nevada de Santa Marta.
El ingeniero agrónomo Tovar me contó en nuestra visita que el robusta permite mecanización en todos sus procesos culturales, lo que impacta sustancialmente en costos de producción. “Esta variedad de café tiene muchos detractores en el país; sin embargo, nunca le dicen a las personas que se importan anualmente casi dos millones de sacos de robusta para consumo interno, el cual viene de Vietnam y es de pésima calidad.
La oportunidad que tienen con este proyecto zonas cálidas como las del Magdalena Medio y municipios como Sabana de Torres son inmensas; ya el amigo Tovar ha dejado unas pocas libras de café con su marca «Oro» para vender entre amigos y conocidos ¿se imaginan en el futuro a este municipio como destino cafetero y gastronómico? Se puede lograr, y para ello es necesario derrumbar el mito que el café robusta es de mala calidad y demasiado amargo, lo que pasa es que es otra especie con unas características puntuales, totalmente diferentes. Otra de las cosas que aprendí en mi interesante visita es que hay dos tipos de robusta: el congolés que es africano y el conilón que desarrollaron los brasileros y que permite fácil mecanización y recolección. El arábigo es unicable, lo que significa que tiene un solo tallo productivo; mientras que en el robusta es multicable; sin embargo, hay que hacer podas de formación. De floración a cosecha 11 meses; pero en Brasil se tienen clones que duran ocho meses. Un dato importante adicional que me contaron es que el porcentaje de cafeína en arábigo es de 1.2% y en robusta 2,2% lo que lo ha llevado a ser utilizado por la industria para las bebidas a base de cafeína; igualmente, lo hace ideal para hacer mezclas con arábigos, la nueva tendencia del mercado. El robusta conilon tiene aroma y sabor, caso contrario ocurre con cafés vietnamitas que son planos.
Seguramente volveré a una segunda visita para aprender más sobre este apasionante tema, pero mientras tanto estoy muy agradecido con mi amiga Sandra, que me mostró potencial y muchas oportunidades para su región, para su amado campo sabanero.
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