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Hace aproximadamente tres semanas se presentó un escándalo porque un locutor de La Mega en Medellín se burló de una mujer discapacitada, lo que generó indignación en redes sociales y el capítulo terminó en que el DJ presentó su carta de renuncia. Nunca se supo si la cadena radial, en un acto de responsabilidad, presionó para que el muchacho asumiera su error y saliera, o él, en un acto coherente tomó la decisión.

Ese episodio lo traigo a colación porque alrededor del tema me han surgido algunas preguntas y reflexiones en torno a ese fenómeno en otros ámbitos, como por ejemplo en las agencias de publicidad y su estrategia para elegir influenciadores para sus campañas. Las cadenas radiales juveniles han sido demasiado permisivas en quién los representa cuando abren un micrófono a oyentes que oscilan entre los 13 y los 20 años.

Pasa también con emisoras populares que tienen programas de la mañana en los cuales se percibe ordinariez y chabacanería, pero que lamentablemente tienen un buen rating y eso es llamativo para los que pautan en medios.

En redes sociales sucede algo parecido, cuentas populares no precisamente por sus buenas maneras, adecuado uso del lenguaje y buen trato hacía otras personas. Más bien se caracterizan por hacer comentarios en los que matonean a otros por su físico, publicando estupideces que para muchos resultan chistosas, o simplemente generando polémica de una manera grosera y desagradable.

 

troll

Fuente: The Guardian y @PICTOLINE

 

Ese tipo de perfiles y personajes que manejan esas cuentas, resultan llamativas para las marcas, increíblemente, pues generan según eso el resultado e impacto que ellos esperan. Pero ¿se justifica el todo vale con tal de generar recordación? ¿No deberían tener las empresas de publicidad un código de ética que pudiera filtrar a estos matoneadores exitosos? Si bien pueden estos personajes generar resultados ¿puede llegar a ser negativo para la marca de la que están hablando en redes sociales? ¿Quién tiene más credibilidad y autoridad moral para hablar sobre las bondades de una marca?, ¿el que pisotea a otra persona y se vive burlando a diario de ella, el que se expresa con bravuconadas y groserías a diario, la que lanza indirectas y se ensaña con otra de su mismo género?

Si eso es lo que es exitoso hoy en día en temas de publicidad en redes, déjenme decirles que no estoy de acuerdo. No hay que confundir éxito con popularidad; los seguidores de ese tipo de personas también deberían ser responsables en hacer eco de un contenido «basura» que no aporta nada.

Si bien todos en algún momento hemos tenido un mal día y escribimos una grosería en un trino o en una publicación de Facebook, porque lamentablemente lo tomamos como un desahogo, no es excusa para utilizar nuestras redes solo para eso. Dedicar exclusivamente cuentas de twitter o facebook para agredir o insultar a alguien todo el tiempo puede ser popular pero no exitoso, y las marcas y agencias de publicidad están siendo cómplices de eso. Una buena reflexión para aquellos que se dedican al negocio de la publicidad, no todo se vale con tal de presentar resultados positivos a los que los contratan.

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FUENTE http://www.dosisdiarias.com/

 

 

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