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La crisis del sistema financiero mundial desató una «crisis de identidad» en la comunidad internacional que no se había visto desde el fin de la segunda guerra mundial. Ese «orden mundial» diseñado por los vencedores de aquella época, se ha visto rediseñado por un nuevo elemento: La globalización y sus efectos, todos de largo y duradero alcance. Hoy el mundo está presenciando una transformación en la estructura de poder internacional que aun no alcanzamos a entender totalmente, ni las implicaciones que tiene.

Esa transformación la logramos observar tímidamente en algunos foros como el foro de Davos, Suiza y su paralelo «foro Social» ,la ronda de Doha de la OMC, donde un nuevo grupo de naciones emergentes empezó a usar el músculo que están comenzando a tener en la economía mundial, ahora mostrando entonces su brazo político. Luego lo vimos en la Crisis financiera donde, paradójicamente, el mundo parece depender cada vez más de aquellos países que hace 30 años eran pobres, endeudados y totalmente controlados por los organismos internacionales del sistema financiero, controlado a su vez por las grandes potencias económicas.

Pero este nuevo orden internacional se destapó con claridad al mundo con la reciente cumbre del nuevo G20! Ya el G7, G8, la OECD pasaron a la historia. Los clubes de las naciones ricas del mundo, diseñados para que los Estados Unidos, Canadá, Japón y 4 o 5 naciones en Europa coordinaran sus políticas económicas, su posición frente a los organismos multilaterales y su visión de hacia donde la economía mundial debía moverse de acuerdo con sus intereses, ahora buscan incesantemente que las naciones que hoy parecen sostener la economía mundial: China, India, Brasil, México, Corea, Rusia, entre otros, no solo se unan al club sino que lo salven de la bancarrota!

El G20 es una expresión clara de los resultados de la globalización a los que sus opositores tanto insistieron era imposible. Esa globalización ha permitido la diversificación de la riqueza más grande en la historia de la humanidad, y definitivamente transformó el orden mundial al propiciar el nacimiento de nuevos gigantes económicos, que parecían controlados por las grandes potencias pero que, frente al desplome de las economías ricas, se han convertido en el soporte del sistema financiero mundial. Es el fenómeno de la interoperabilidad, la apertura de mercados, la eliminación de barreras para inversión, la innovación tecnológica y el inmenso avance de las telecomunicaciones, entre otros efectos de la globalización, lo que permite que hoy Estados Unidos y Europa estén sumidos en una crisis, y el resto del mundo haya sido capaz de controlar sus efectos. Es este nuevo esquema global el que permite que hoy China, India, Brasil, México y Corea, entre otros, sean protagonistas centrales del diseño del nuevo sistema mundial que regirá la economía en el futuro.

No se trata de minimizar la importancia de las grandes potencias. Obviamente las economías Estadounidense, japonesa y Europeas tienen aun la mayor influencia en la estabilidad económica mundial, pero las naciones emergentes están no solo mejor preparadas para manejar los efectos negativos de recesiones o depresiones económicas en el mundo desarrollado, sino que tienen ahora los instrumentos necesarios para ayudar a superar las crisis internamente y, más importante aún, a nivel externo.

Eso es un tremendo avance cuyo efecto más importante es la estabilidad mundial. Ahora es muy difícil que una depresión económica como la de 1930 se vuelva a presentar de manera tan devastadora para todas las economías del mundo. Si bien es cierto que el mundo posiblemente entre en ciclos recesionistas, los recursos para lograr mejorar las condiciones mundiales están esparcidos alrededor del planeta. China, India, Brasil, Australia, Sudáfrica, Chile, México, España, Irlanda, Rusia y otros están ahora jalonando la economía mundial y ayudando al sistema de comercio y financiero a sostenerse durante la crisis. Este es uno de esos aspectos de la globalización que sus detractores negaban reconocer como posible, pero que quienes reconocemos la importancia de este fenómeno para la estabilidad mundial a todos los niveles celebramos.

Es preocupante sin embargo escuchar voces proteccionistas en algunas naciones ricas, en incluso en naciones pobres. Lamentable que se ignore el hecho de que, gracias a ese compromiso mundial con un mundo más globalizado, hoy nuestro planeta está mejor preparado para recuperarse de los embates de un sistema económico que ya comprobó su obsolescencia. Frente a un nuevo orden económico y político, generado por la globalización, las estructuras actuales a nivel político y económico tambalean y un nuevo orden mas abierto, incluyente y definitivamente más fortalecido está surgiendo. Esto solo puede ser benéfico para todos, ricos y pobres por igual.

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