Ingresa o regístrate acá para seguir este blog.
Nuestro país, a pesar de tener ya casi 200 años de vida constitucional, está en esa etapa de la adolescencia rebelde que está cercana a dar paso a la mesura de la madurez inicial, llena de vigor, de sueños y de conflictos. Nuestro País ha logrado en la ultima década poner tantas cosas en claro dentro de esta conciencia colectiva que se ha forjado a sangre y fuego, con lagrimas y alegrías, con grandeza e insignificancia, que nos ha llegado el momento de, por fin, cambiar los paradigmas y las preguntas: Pasamos de “ cuanto más bajo podemos llegar” o “ Cuando será que tocamos fondo”, hasta “Sera que si logramos cambiar esto” o “si será que este país tiene arreglo” a Por fin “Estamos saliendo, ahora que es lo que queremos ser”
Y es que ese es el ejercicio en el que las naciones desarrolladas del mundo les llevan años de ventaja a países que, como el nuestro, nacieron sin proyecto común. Nacieron de los ideales de un líder, lamentablemente poco compartidos, o finalmente tergiversados por quienes terminaron escribiendo la historia institucional de Colombia y el resto de las naciones de Latinoamérica. Basta con visitar los monumentos que los Estados Unidos erigieron de sus más grandes líderes, para leer y apreciar de manera casi que envidiosa, la filosofía común con la que ellos concibieron su nación, filosofía que se mantuvo clara a través de la historia y a través de las generaciones. Las potencias europeas tienen la historia y la tradición de grandeza detrás de ellas. Los Colombianos apenas parece que estamos logrando salir de la penumbra en la que parecíamos estar sumidos para preguntarnos: Que queremos ser!, qué clase de Colombia es la que queremos como nación, que clase de cultura popular, de comportamiento, de imagen propia y ante el mundo. Como queremos denominar nuestro país cuando logremos eliminar definitivamente los elementos desestabilizadores que hoy nos aquejan.
Cuando queremos definir nuestro rumbo hacia el futuro luego de aclarar la rebeldía, indiferencia e inestabilidad de la “juventud”, tendemos a mirar a nuestros “mayores”,  y  hay ejemplos que realmente inspiran en naciones que lograron reinventarse a sí mismas con cambios dramáticos en su naturaleza como estados y Como Pueblos: España es un ejemplo que no deja de sorprender. Luego de la revolución y La dictadura de Franco, los españoles decidieron volver a la institucionalidad y transformaron su sociedad, su escala de valores, su imagen de sí mismos,  para convertirse en una de las mejores naciones del mundo. Los chilenos decidieron después de tortuosas décadas de dictadura y opresión transformarse en la nación de la esperanza en un continente que parecía condenado al atraso, y su pueblo decidió convertirse en uno de los más cultos de América. Costa Rica decidió convertirse en el símbolo de la democracia y la paz en una región plagada de guerra, corrupción e injusticia.
Colombia siempre ha tenido un potencial de grandeza inmenso. Bolívar siempre tuvo a Colombia como el centro de América y a su pueblo como la base de un proyecto político y social que de haber sido apreciado por los líderes de la región en toda su magnitud, hubiera significado una revolución geopolítica y social igual a la que los Estados Unidos y su concepto de Gobierno, mercado y democracia significaron para el mundo del siglo 19 y 20. Nuestra patria ha sido, a pesar del constante desangre, líder en muchos aspectos económicos, políticos y sociales en Latinoamérica.
Las nuevas realidades a las que nos estamos enfrentando nos llenan de esperanza sobre lo que podemos ser, pero es importante ahora que lo definamos y  que lo queramos. Y Aunque este país le quepa a un líder como el que tenemos en la cabeza, no podemos cometer el mismo error que se cometió en 1819: necesitamos muchos líderes, en todos los estamentos, comprometidos y convencidos con lo que Colombia Quiere ser. Estamos en un momento absolutamente único en nuestra historia. Estado y sociedad, pero sobretodo sociedad, tienen que ser la fuente de esa nueva visión de país.
Pero que es lo que queremos ser? Aunque parezca atrevido tratar de contestar esta pregunta, Colombia quiere ser primero que todo Culta. Una sociedad nueva basada en la cultura y los valores fundamentales de la convivencia humana, basados en el respeto mutuo y donde la educación sea la base social y la familia su núcleo nuevamente. Colombia también quiere ser una sociedad Justa. Quiere ser una sociedad en la que el respeto por la ley y los derechos de todos sea innato. Quiere tener unas instituciones que inspiren y promuevan respeto, transparencia y orden. Quiere ser una sociedad llena de oportunidades, abierta a la inversión y la invención, a la educación y la investigación, la creatividad y la libertad, la prosperidad. Quiere ser una sociedad donde la discrepancia garantice la pluralidad y el respeto por la diferencias permita la evolución constante hacia esa madurez como estado y como pueblo. Un país donde el orgullo de ser Colombiano no se limite solamente a un partido de futbol o a una medalla en los Juegos Olímpicos, sino al hecho de pertenecer a una sociedad justa, educada, respetuosa de la vida, del medio ambiente y de la libertad, que muestre al mundo que la convivencia y el respeto mutuo de una pueblo diverso pero común, diferente pero apreciativo de las diferencias que nos unen y nos hacen inmensamente ricos, no solo es posible sino benéfico. Una nación orgullosa de sí misma, de su nacionalidad y su soberanía, pero dispuesta a entregarse al mundo con respeto, con valor y con el deseo de promover los valores que la hacen grande, abierta a las críticas y dispuesta a aprender. Un país que elimine el fantasma del narcotráfico y el terrorismo de manera definitiva y se dedique a exportar ideas, alegría, playas, bailes, experiencias y sueños. Una nación que quiere ser consciente de su papel geopolítico y de su posición de liderazgo internacional que le ha dado el destino y la geografía, liderazgo que sirva no para antagonizar ni provocar, sino para construir una América que por fin decida avanzar unida al futuro, basada en los valores tradicionales de unidad, libertad y  democracia , pero que lidere de igual manera la revolución que debe cambiar los conceptos de nacionalismo, soberanía, cooperación e integración que hoy rigen la política mundial.
Los colombianos queremos dejar de ser jóvenes rebeldes, para ser adultos estructurados y niños Sonadores, y por más efímero que esto suene, hay naciones dedicadas, comprometidas con estos valores. EL Sueño Americano no es una película o un dicho, es una filosofía que llevó a una nación a convertirse en un modelo de sociedad libre, democrática y prospera, que ciertamente cometió y comete errores en el camino, pero que, para su pueblo siguen tan vigentes como hace casi 240 años. El humanismo Europeo es un valor intrínseco de lo que Europa construyó por siglos para exaltar el ser humano y el espíritu. Ambos ideales empezaron con errores, violencia, injusticia, pero lo que nunca dejó que su esencia muriera o cambiara, es que desde el principio, cada uno de los habitantes de esas naciones llevó impreso en su conciencia, en el alma colectiva del pueblo, el valor intrínseco de Ser Americano o Europeo y lo que su sueño y su filosofía representa. Toda la sociedad esta estructurada, de una u otra forma para que así sea.
Los colombianos ahora podemos soñar, ya empezamos a crear las condiciones para ello. Llego la hora de definir el país que soñamos y volverlo una realidad, Colombiano a Colombiano.

Compartir post