La riesgosa promesa de la aldea global
En el internet y las redes sociales se encuentra la posibilidad de una verdadera comunidad de seres humanos que no ve fronteras, razas, religiones o ideologías. Con la masificación del acceso a internet y el uso de las redes sociales como el medio principal para comunicarnos e interactuar, el mundo parecería dirigirse a ese sueño de crear una verdadera comunidad global.
Es un hecho que hoy es mas fácil comunicarse que en cualquier otra época de la humanidad. Hoy podemos comunicarnos con nuestros familiares y amigos, verlos e interactuar con ellos, todo con un dispositivo que cabe en la palma de nuestras manos y sin ningún costo adicional. Así, también, comunidades enteras intercambian ideas y proponen soluciones. Además, sistemas de comercio que eran inimaginables se han creado a través de estas plataformas y el acceso a la información, al igual que quienes la generan, distribuyen y reciben ha transformado la manera como entendemos el mundo.
Pero esa “democratización” de la información y las comunicaciones, al igual que el acceso sin restricciones a todo y a todos, está empezando a mostrar su lado oscuro. La información antes controlada por grandes medios y conglomerados, que tenían sus propias agendas e intereses, pero que las tenían dentro de parámetros sociales y legales establecidos, ahora es controlada por miles de grupos con sus propias agendas e intereses y sin ninguna restricción ni control. Es tal la confusión que ya es difícil saber qué es cierto y que no. El extremismo se ha apoderado de las redes sociales, generando cambios a nivel político y social bastante riesgosos. La elección de Donald Trump en Estados Unidos, los partidos de extrema derecha y sus resultados en las recientes elecciones del parlamento Europeo, la polarización y desinformación que existe en muchas naciones latinoamericanas como Colombia, Mexico o Venezuela, y el resurgimiento de grupos nacionalistas, racistas, xenófobos gracias a que ya tienen una plataforma donde pueden diseminar su ideología y reclutar adeptos, entre otros ejemplos, son la muestra de que esa aldea global que hemos creado, que tiene logros muy positivos, también tiene un lado oscuro, que esta ganado una importancia cada vez más fuerte y más riesgosa.
Tenemos que estar vigilantes para evitar que estas expresiones de división y polarización no se conviertan en la norma. Así como las rechazamos cuando aparecen en público, hagámoslo de la misma manera en nuestro espacio digital. Si esto no ocurre, esa promesa de una verdadera comunidad humana, global, se va a convertir en una herramienta para generar división, odio y conflictos. El rumbo y futuro de nuestras sociedades está en juego.
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