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Lo vimos en Iraq. Los Estados Unidos, la nación más poderosa, planificadora y supuestamente preparada del planeta, no tenía ni la más remota idea de que hacer una vez las hostilidades de la guerra terminaran y Saddam Hussein hubiera sido derrocado. Se vio claramente al fin de la guerra fría cuando ni los Estados Unidos ni la Unión Soviética estaban preparados para saber qué hacer, cuál era el camino a seguir en un mundo unipolar. Muchos analistas coinciden en definir ese nivel de improvisación y caos que siguió tal transformación mundial, al igual que la arrogancia de un poder unipolar, como el origen de los nuevos fenómenos que hoy amenazan el mundo: Corrupción, fundamentalismo islámico, aversión a occidente y su cultura.

Colombia parece estar cerca, definiendo cerca como pocos años, del fin de su conflicto interno con las llamadas fuerzas revolucionarias. Si consideramos la situación actual de la guerrilla en Colombia, si su desaparición no está cerca, su reducción a una simple banda de delincuentes es casi un hecho. Su razón «revolucionaria» dejó de existir hace un buen tiempo y el poco apoyo popular que pudieron, justificada o injustificadamente, haber tenido, desapareció casi que por completo.

Generaciones enteras de colombianos han vivido con el conflicto interno como parte de sus vidas. Los Colombianos de hoy no sabemos que es vivir en paz, ni los de hace 30 o 60 años. Ahora que parece acercarse la vida de la nación a la de un estado de beligerancia mínimo, que no puede llamarse paz pero si se acerca a esa condición social de alguna manera, similar a lo que vive España o México con sus respectivos grupos revolucionarios. Frente a esta nueva realidad, Están Colombia y sus líderes preparados para el futuro? Que vamos a hacer el día que Colombia no esté en Guerra?

Una nación que ha vivido, presupuestado, debatido y sufrido para la guerra por años, está lista para vivir sin ella? Tenemos un plan para definir el rumbo de nuestro país después del conflicto? Hay tantos elementos que hay que manejar, que la importancia de esa planeación es incalculable. Se vió en el proceso de desmovilización de los paramilitares lo que la falta de una hoja de ruta clara y de un análisis detallado sobre las consecuencias del fin de un conflicto y la reincorporación de los elementos de dicho conflicto en la sociedad representa. Las complejidades son inimaginables.

Por ejemplo, políticas de reconocimiento de delitos y justicia, de reincorporación social pero con justicia y equidad, de relocalización y re-poblamiento de zonas enteras, políticas agrarias de manejo de tierras, de reestructuración de nuestras fuerzas armadas para luchar con tipos diferentes de conflicto (El crimen organizado por ejemplo), la creación de una estrategia nacional de desarrollo que elimine los focos de descontento y violencia social, la apertura del estado a la inversión en zonas deprimidas. La creación de fuerzas policivas y de seguridad profesionales para una nueva clase de misión, la protección de nuestras fronteras, la protección de los derechos de los millones de desplazados generados por el conflicto, un proceso de Re-colonización del campo Colombiano, de titularización y creación de propiedad privada, una inmensa inversión en infraestructura que abra las oportunidades a las regiones donde el conflicto era la única ley, entre otros. Estos son apenas algunos de los elementos en los que los colombianos ya debemos tener claro que es lo que vamos a hacer.

Lo que Estados Unidos vivió con Iraq y el caos que genero después de la guerra, y lo que el mundo vió cambiar al final de la guerra fría, con el descenso de la Unión Soviética hacia una Rusia envuelta en caos y corrupción, y unas naciones de la antigua cortina de hierro envueltas en una carrera salvaje hacia el capitalismo que hoy empieza a mostrar sus crudas consecuencias, son claros ejemplos de lo que no puede pasar en Colombia. Tenemos una nación por construir después de reducir el conflicto que consumió nuestra sociedad, recursos y esperanzas por tantos años, Es la hora de construirla de la manera correcta. Depende de todos nosotros usar nuestra democracia para elegir los líderes que nos presenten plataformas orientadas a la creación de esa nueva Colombia, no al mantenimiento de las estructuras creadas para una nación en conflicto.

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