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-«Guerrillero, castrochavista, gran hijue…»

-«Paraco, guerrerista, enemigo de la paz…»

¿Qué otra ha escuchado? ¿Cuál de estas le han dicho?

Al parecer fue más fácil lograr el entendimiento entre Humberto de la Calle e Iván Márquez en La Habana de lo que será encontrar la reconciliación entre familias, grupos de amigos y conocidos tras vivir una triste campaña del Sí y el No, pues las redes sociales se volvieron el campo de batalla más grande que ha visto Colombia. Por fortuna, claro está, acá no explotan bombas ni se disparan balas, pero sí palabras que van a dejar heridas profundas que después del 3 de octubre tendremos intentar sanar.

A esa familiar que tanto quiero, la que me acusa de falto de huevos porque apoyo el Sí, la que manda insultos por WhatsApp pidiendo el No en cuanto grupo tiene; a los que defienden el Sí que han agredido a los del No, llamándolos ‘paracos’, enemigos de la paz, etc., los invito a que pensemos cómo carajos nos vamos a volver a contentar el lunes.

Estamos viviendo un momento histórico por donde se le mire: esté feliz, triste, bravo, indignado; no podemos dejar de reconocer que tenemos en nuestras manos una decisión que va a cambiar el rumbo del país, de la región e incluso del mundo.

Si le carcome ver a ‘Timochenko’ vestido de blanco, con guayabera, dando un discurso y lo prefiere en el monte para que alguna bomba le caiga o lo busquen para llevarlo preso, está en todo su derecho. Si para usted la justicia depende del pago de pena privativa de la libertad, también. Pero guíese por argumentos, no se deje convencer de la campaña negra.

Lo mismo para quienes queremos el Sí. Entendamos que el perdón o la tragada de sapos no es obligatoria y que es válido oponerse. Que no todas las víctimas van a perdonar a sus verdugos y que la dosis de impunidad entendida para ellos como el no pago de cárcel puede ser algo difícil de digerir.

En fin. El domingo 2 de octubre en la noche, cuando sepamos qué decidió el pueblo, que tiene en sus manos una decisión de esta magnitud, mirémonos y empecemos a construir un mejor país, para nuestros hijos, nietos, o amigos.

Yo voto sí. Si usted vota no, lo respeto. Creo que también quiere un mejor país. Pero no nos llenemos de odios por pensar distinto. No se deje engañar. No madree a su vecino, a su hijo, su primo. Nos toca empezar a todos un nuevo proceso de paz; el de contentarnos con nuestros seres queridos; acabar esta polarización tan pendeja y empezar a construir. Somos un país que pelea por hacer la paz. Ja.

 

 

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