El fútbol es una fiebre que nos ha invadido a muchos. En mi caso, la fiebre es verde. Todos los hinchas de los distintos equipos entenderán esta entrada pues, si bien me referiré al equipo de mis amores, muy seguramente a muchos les ha pasado lo mismo: en su club juega algún personaje al que no pueden ver ni en pintura y, además, no se explican por qué rayos está ahí. Este es mi caso con Edixon Perea.
Edixon tiene una cara tierna, como de cachorro triste, como si por dentro llevara alguna angustia. Es corpulento, lento, y a veces tiene el don casi fantasmal de estar en la cancha sin poder ser visto, ni en el estadio ni en la televisión. Él se esfuerza, su mirada de preocupación da fe de eso, pero pareciera que no puede. Algo está mal con el viejo Edixon.
Llegó con el rótulo de «gran refuerzo» el hombre a Cali. Así como han llegado grandes «refuerzos» a otros equipos…Vino desde muy lejos, desde las tierras de los ojirrasgados con los ojos más abiertos, Corea (del sur), y se enfundó la verde.
«El goleador», decían. «Un jugador de jerarquía», decían. «El ‘niche’ la va a romper», decían. Se equivocaron, les digo. Debo confesar que ya lo mío se volvió personal. Sencillamente no soporto ver jugar al pobre Edixon. Sé que no tengo derecho a sentir tanta bronca pero, cada que lo veo frente al balón sé que se va a equivocar. Y tristemente, no me equivoco.
¿Cuántos Edixon no hay en otros equipos? Y no es culpa de ellos en muchas ocasiones ser tan odiados, no. Sencillamente el hincha, como en mi caso pasó, se cansa y no logra digerir tanta desgracia, tanta incapacidad, tanto error, tanta sal o mala suerte, que llaman.
Insisto, muy seguramente el tipo es un gran ser humano. No fuma, no bebe, se cuida, se entrena. Pero no lo quiero. Me amargo cada vez que se acerca a un balón en algún partido; cada vez que, despacio, llega al área y se come un gol. Seguramente es algo personal.
Edixon, no te quiero. Quisiera quererte al final del torneo, que me hicieras sentir como un zapato en un mes cuando vuelva a leer este blog. Pero así como cada que vas a patear al arco, creo que no lo harás y que habré acertado nuevamente.
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