…continuación.
Bueno, empieza el partido, el teatro ruge, va transcurriendo el tiempo, Colombia juega de tú a tú. Los alemanes son muy rápidos, en una jugada de contragolpe avanzan tres jugadores, Higuita sale del área, detiene el balón con el pecho, con la pierna derecha baña a Völler, pasándole el balón por encima, cuando va a despejar con el pie izquierdo, le hacen falta. “Ufff” y nuestros corazones acelerados, qué serenidad la de Higuita, pero qué locura.
Otra vez los alemanes, Klinsmann elude a Andrés Escobar, queda de frente al arco, dispara con la izquierda, René vuela, cachetea el balón y se va al tiro de esquina, “Ay nos salvamos”. Aplausos de todo el teatro ¡viva Higuita!
En toda el área alemana, El Pibe le hace un pase en diagonal al “Bendito” Fajardo que va frontal al marco, le pega con la “mocha”, la zurda, y lo botó, lo botó… Se escucha un “Ah, ahh” generalizado.
El partido sigue con oportunidades de gol para ambos equipos, especialmente para Colombia. La “Gambeta” Estrada tiene cuatro oportunidades clarísimas de gol, ¡cuatro! Un disparo desviado por encima de la portería, luego, un cabezazo solito, y otra vez por encima del arco; más adelante, de frente al guardameta y este le tapa el tiro, en fin, se los comió todos. Rincón también erró. La gente aplaude, algunos se comen las uñas, pero el tiempo va pasando y el empate continúa, o sea, seguimos clasificados.
Viene otra jugada, atacan los alemanes, Matthäus dispara, baña a Higuita, da en el travesaño, entonces, Higuita corre, salta y alcanza a sacarla. «Uy, qué salvada». Colombia juega muy bien, controlando el partido.
Más adelante, en un rebote, contragolpe alemán, se adelanta Klinsmann, sale Higuita, brinca y se queda con el balón, con una frialdad, con una seguridad, casi se nos sale el corazón, todo el mundo aplaude, hasta el narrador y los comentaristas lo hacen, es el minuto 42 del segundo tiempo, sí del segundo tiempo, minuto 87 del total. Estamos prácticamente con la clasificación en el bolsillo, optimismo y alegría total.
El teatro no deja de alentar a Colombia, allí está Anita con un grupo de amigas, con un sombrero vueltiao bailando, y animando a nuestra selección. La gente de Artes ha llevado prácticamente una banda musical.
Todos estamos expectantes, restan un par de minutos para que finalice el encuentro. Saque de banda a favor de Colombia por el costado izquierdo, se anticipa un alemán y la despeja desde su cancha, el rebote le queda a ellos, hacen un par de toques y Völler la recibe, gambetea y saca a dos jugadores de Colombia, sigue hacia el centro, abre el espacio, casi cayéndose la puntea y se la pasa a “migajita” Littbarski, quien va velozmente, el defensa no alcanza a cerrarlo, entonces, dispara fuerte, y por el ángulo superior derecho el balón entra: gol. Sí, gol al minuto 43:20, 87:20 del global.
¡No puede ser! Quedamos todos estupefactos, no lo podemos creer. El teatro enmudece, nos miramos confundidos, estamos desolados. Guille está pálido, ninguno alcanza a modular, hay algunas lágrimas. “No hay derecho, no hay derecho, no nos lo merecíamos…” alcanzamos a escuchar en la transmisión, algún comentarista empieza a criticar las acciones de la selección. Desconcierto total. Ahora se ve en la pantalla la alegría de los alemanes, la repetición del gol, su fanaticada.
—Juemadre, esto no es justo. Ya faltaba muy poco, qué chispa —comenta con tristeza Pepe.
—No joda, cipote vaina. Y Ajá… y ahora qué. ¡Hombe qué va! —le escuchamos decir a Di Filippo malhumorado.
Entretanto, Fercho abandona su silla, se sienta en las escalas tomándose la cabeza con sus manos. Y ¡con una cara!
—Si ven, yo les dije ¡Se los dije! ¿Sí o no? Nos falta concentración, ser más equipo y esos “panzer” son unas máquinas —inquirió Chalo con sarcasmo.
Peter se para de la silla y empieza a caminar, con cara de disgusto.
—¿A dónde vas? —le pregunto.
—No, es que con estos manes siempre es así. No son capaces de sostener un marcador. Sí, siempre les falta cinco pa’l peso. Qué verraquera. Aquí no hay nada que hacer, yo más bien me voy —contesta furioso.
—Espérate, todavía no se acaba.
—Si acaso quedarán dos minutos, qué van a hacer en dos minutos ¡nada! Tengo mucha piedra con ellos ¿Quién se va conmigo? —pregunta.
Chalo alza la mano, los dos salen del teatro. Nosotros seguimos atentos a la pantalla con ese sabor amargo, con frustración.
—¡Vamos Colombia! —grita Margara, con la fe intacta, al ver que El Pibe y compañía sacan desde el medio campo.
Suena una trompeta, mueven algunas banderas, nos miramos y empezamos a animar a Colombia, aunque el coro es algo débil. “Vamos, vamos”. En esas, saque largo de Higuita, falta contra la “Gambeta” cerca del área alemana, tiro libre. Esto nos vuelve a conectar, regresa la esperanza, hay aplausos, “Vamos, vamos Colombia, sí, sí, Caribe”. Nos ponemos de pie, minuto 90:27. Rincón y la “Gambeta” junto al balón.
—¡Que le pegue Rincón! La “Gambeta” no, la “Gambeta” no…ese man está salao’, seguro que la bota. —grita desesperadamente Guille.
Le pega la “Gambeta”, y efectivamente, desperdicia esa oportunidad, directo contra la barrera, definitivamente no es su día. Se nos esfuman las esperanzas. Suspiramos, miramos el reloj, es angustiante. Además, sabiendo que habían jugado tan bien, qué desilusión, qué desazón.
Los alemanes sacan fuerte desde su cancha, intentan conseguir el segundo gol, esta es una jugada muy rápida, la recibe Littbarski en el lado derecho de la cancha de Colombia, se la pasa a Völler, llega cerca del área, lo cierran el “Coroncoro” Perea y el “Chonto”, se les une Leonel, quien se queda con el balón, y de una se lo pasa al “Bendito” Fajardo.
El “Bendito” avanza raudo hasta la mitad de la cancha, le lanza la bola a Valderrama que está en campo alemán, y sigue corriendo. El Pibe la recibe, casi se le escapa, saca a dos o tres alemanes, ve a Rincón por el extremo derecho, se la pasa, Rincón de espaldas se la toca al “Bendito”. Fajardo se la entrega de nuevo a El Pibe, quien avanza hacia adelante en diagonal, buscando el centro del arco, hacia allí se mueven la “Gambeta” y “Barrabas”, y a la par, se desplaza la defensa alemana para marcarlos, entre tanto, sigilosamente Rincón sigue corriendo por el costado derecho.
Al ver esto, todos en el teatro nos vamos poniendo de pie, el tiempo está prácticamente acabado, minuto 92.
El Pibe recibe el balón con la izquierda, da un paso observando a la “Gambeta” quien corre por el centro, pero inteligentemente, y sin mirar, lo lanza largo y en diagonal al lado opuesto, hacia la derecha, por donde corre Rincón, sin marca, como una pantera, con unas zancadas enormes, quien toma el balón y se dirige al arco.
No podemos dar crédito a lo que vemos, “Ay Diosito” gritó alguien, “sigue, sigue…viene el gol, viene, viene…”, la gente lo anima gritando, sudamos, incrédulos miramos como se va acercando al arco alemán.
Le sale el arquero, le achica la portería, Rincón patea, la pelota sobrepasa al portero, el balón se mete “ordeñado”, por entre las piernas, y sigue su camino, va como en cámara lenta, va, va y va … “Gol, goooool, gooolll, hijuemadre goool”. “Qué golazoooo, goool…”.
Esto es increíble ¡Increíble! Se va a caer el teatro, todos saltamos, qué explosión, gritamos, nos abrazamos, qué emoción. Vuelan gorras, sombreros, confetis, se desata la euforia, la algarabía, suenan los pitos, tambores y trompetas. Hay lágrimas, incrédulos miramos la pantalla, los jugadores están abrazándose. A los narradores no se les entiende nada, están también emocionados, en los últimos segundos empatamos, 92:12.
Nunca había visto tanta emoción junta, cómo en un segundo se pasa de la desesperanza y la desilusión al éxtasis total. Se nos chocolatean los ojos, Fercho llora al igual que Margara, pero de pura emoción.
Se escucha:
“Colombia tierra querida himno de fe y armonía…
Cantando, cantando yo viviré
Colombia tierra querida”
El partido acaba casi inmediatamente, la risa y la alegría son incontenibles. Nos abrazamos conmovidos. “Sí, lo logramos”. Entusiasmados salimos cantando del teatro. En las escalas nos encontramos con Chalo.
—Y vos ¿No te habías ido, pues? —le preguntan.
—Sí, les cuento, bajamos las escalinatas, salimos y a los pocos metros escuchamos la gritería, Peter no se quiso devolver, pero yo sí. Me tocó ver la repetición ¡Qué golazo! —dijo sonriendo.
—¡Eche! Menos mal tú te fuiste, ahí mismo hicimos el gol …de verdad, eres un bulto e’ sal, carajo —apuntó Di Filippo riéndose.
Lo abrazamos y salimos. Un poco más adelante, vemos a Anita.
—¡Anita! —la llamamos. Gira y se devuelve a prisa.
—Pinsky, yo no sé nada de fútbol, pero esto es muy emotivo ¡Es vibrante! — dice.
Sus ojos brillan, muestra una enorme sonrisa, por su rostro ruedan lágrimas de felicidad. Nos abrazamos, nos miramos y nos volvemos abrazar. Con el grupo de amigos nos fuimos a celebrar. Aquel partido, y lo fantástico e increíble de los últimos minutos, marcó un momento sublime para todos los que estábamos allí presentes. Salimos con el corazón henchido de alegría, todos unidos, alborozados, hablando de cada pase, de cada detalle, con la dicha a flor de piel.
FIN.
Relato anterior:
Un partido que nos marcó y nos llenó de ilusiones. Parte 1.
Tavo. Excelente. Yuo are the best. Me alegra , que éste sueño se te realice. Basta conocerte, para saber que te sonrojas. Jajajajaaa. Me siento orgullosa de ser tu amiga. Un abrazo.
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Eucaris, amiga, mil y mil gracias. Un inmenso abrazo.
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