El candidato a la presidencia por el Partido Demócrata acaba de seleccionar a su candidata a vicepresidente. La seleccionada fue la actual Senadora por el Estado de California, Kamala Harris. Mujer de 55 años, hija de inmigrantes, padre negro jamaiquino y madre oriunda de India. Surgió como la mejor opción luego de un largo y complejo proceso. Sólo sabíamos dos cosas; iba a ser mujer y debía dar la seguridad que podía asumir la presidencia si por alguna razón Joe Biden falleciese o tuviese algún problema grave de salud debido a su avanzada edad. El desafío adicional para Biden fue compaginar la demanda por la diversidad de género, raza y etnia y la demanda progresista.
Sobre el primer aspecto de la diversidad, creo que el lector no necesita mucha explicación. Esta es la primera mujer “de color” (como les gusta decir a los americanos) en ser candidata a la vicepresidencia. Kamala Harris es más bien interracial, pero ella hizo mucho énfasis en su herencia afroamericana al haber optado por estudiar en Howard University, una universidad de identidad afroamericana en Washington DC, fundada a pocos años del fin de la guerra civil americana, en 1869.
El término “progresista” sí merece una reflexión más detenida. En el Partido Demócrata ser “progresista” puede incluir una gama muy amplia de cosas, siendo el partido mismo un partido político de base amplia, regionalmente diverso, pluriclasista y multiracial. Sin embargo, hoy por hoy, la convivencia entre “moderados” y “progresistas” ha tenido mucho mayor importancia que antes.
Una interesante guía para entender las principales banderas “progresistas” la brinda un informe[1] comisionado por el grupo Justice Democrats[2]. En el mismo hay una lista de iniciativas muy concretas, las dos principales son ‘El Nuevo Trato Verde’ y ‘Medicare for All’, que definen el ala progresista. La primera llama a iniciar una profunda transición a una economía verde, y la segunda a cambiar radicalmente el sistema de aseguramiento de la salud, pasando de un régimen de seguros privados a un régimen de seguro médico nacional para todos los ciudadanos y residentes. Le siguen la eliminación de mínimos establecidos para sentencias por distintos crímenes, que impiden que los fiscales y jueces consideren los atenuantes, castigando desmedidamente a las personas pobres y de color; la oposición a las enmiendas Hyde, que restringen el derecho de las mujeres a decidir sobre la interrupción del embarazo; el apoyo a un proceso más rápido de adquisición de la ciudadanía americana para los inmigrantes; una regulación estricta contra la emisión de dióxido de carbono CO2; un incremento en el gasto en infraestructuras; un sueldo mínimo federal de $15 la hora; la legalización de la marihuana, y; un impuesto a las transacciones financieras. A esto habría que agregarle la gratuidad de la educación terciaria pública.
El informe mencionado no solamente presenta un listado de opciones progresistas, sino que, además y muy importante, presenta un análisis del comportamiento electoral en las primarias demócratas y en las nacionales, planteando el hecho de que existe en el seno del partido una dislocación entre el progresismo de la base y el más moderado liderazgo. El informe concluye que hay un espacio progresista mucho más amplio, y que una mejor estrategia electoral es movilizar ese voto progresista en masa, en vez de buscar el voto centrista independiente con el fin de obtener las mayorías contundentes que se necesitan en 2020.
Es bastante significativo que Biden haya escogido a Kamala Harris, si uno lo analiza desde esa perspectiva progresista. Evidentemente encontró en ella una dimensión progresista, sin estar identificada con las facciones más radicales. Viniendo de las tradiciones progresistas del partido en San Francisco, ella apoya varios de los temas enumerados más arriba, ciertamente el nuevo trato verde, la legalización de la marihuana, la eliminación de las enmiendas Hyde y otros. Sin embargo, en el tema de ‘Medicare para Todos’ ha abierto la opción para un sistema mixto, público-privado, de manera que se diferencia de Bernie Sanders en ese tema central. Aun así, se puede decir, que Biden está entrando a la Convención del Partido con un bagaje mucho más progresista, que los candidatos anteriores, aunque no se ha alejado del carácter pluriclasista y multiracial del partido. Ademas, se ve un partido bastante unido, comparado con 2016. La prueba es que una de las figuras emblemáticas del nuevo progresismo ‘milenial’, Alexandria Ocasio-Cortez, congresista de Nueva York, en su primer período parlamentario, tuvo el estrado nacional más importante del partido mostrando el peso que están teniendo los progresistas.
[1] Ver “The Future of the Party”, Sean Mc Elwee, April 2018
[2] https://justicedemocrats.com/
caballerocarrizosa@gmail.com
Crucial equilibrio entre los democratas para responder a las muchas calumnias paranoides d los fanaticos d derecha. Los independientes definiran esta elección, como suele suceder
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La idea de que los independientes definirán la elección es uno de los supuestos que el «ala progresista» cuestiona, haciendo hincapié en que hay un abstencionismo progresista que no se ha manifestado en elecciones anteriores, pero que si se llega con las propuestas adecuadas puede desencadenarse una movilización y un incremento en la participación, aportando un caudal de votos para el candidato demócrata aún más importante que el de los independientes y los republicanos desilusionados con Trump. Esta no es una tesis que convenza a muchos consultores políticos, argumentando que hacer una apuesta por ese votante es demasiado arriesgado.
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