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El jueves pasado cerró la Convención del Partido Demócrata en Estados Unidos. Un evento enteramente adaptado a las exigencias del distanciamiento social y la prevención del contagio del covid-19. Por momentos, la incomodidad de no contar con el contacto humano era palpable, pero, al final, se lograron los objetivos y uno no puede sino aplaudir el enorme trabajo técnico y logístico que lo hizo todo posible. 

¿Cómo resumir un mega evento político de este tipo? Intentemos. La Convención definió tres mensajes principales: a) la diversidad y la inclusión; b) el carácter, y; c) la importancia de la agencia individual en la emisión del voto. 

La diversidad y la inclusión se expresó tanto en los contenidos, como en la misma presentación. La pantalla de los televisores se pobló con todas las razas, los credos, las orientaciones, las capacidades, los géneros, las experiencias de vida, las clases, las regiones. Los oradores, por su lado, dieron pie a la narrativa de que cada una de esas facetas de la humanidad le da su propio sentido a la famosa frase de la declaración de la independencia: “todos los hombres fueron creados iguales por el Creador y poseen derechos inalienables”. Enfatizando que cada etapa de la historia del país ha estado marcada por la tensión entre una visión restrictiva de quiénes son esos  “hombres” a una más abierta que ve la humanidad en su diversidad.

Desde una perspectiva filosófica de tipo foucaultiana (de Michel Foucault) diríamos que el enfoque asumido es que esa frase fundacional ha sido “resignificada” por cada generación, desde la emancipación de los esclavos hasta el matrimonio igualitario, pasando por el movimiento por los derechos civiles y políticos de los 50 y 60. Sin embargo, este llamado a la diversidad y la inclusión no sólo conduce a una reflexión histórica, sino también mira al futuro. El trabajo no ha terminado, sino que continúa, y la esperanza de un mundo mejor debe marcar el paso. Como dijo el genio de temple de acero, Martin Luther King, “el arco de la moral es largo pero tiende hacia la justicia”. 

Esta no es una narrativa fácil de sustentar, se necesita un liderazgo capaz y creíble. Es aquí donde entra el factor “carácter” y la cualidad esencial que se requiere para unir a la diversidad en la esperanza: la empatía. La Convención consagró la candidatura a la presidencia de una persona que se destaca precisamente por la empatía, por entender y escuchar al otro, por preocuparse de las adversidades por las que atraviesa la gente, sean quienes sean. Se contó la historia de una persona que ha sufrido golpes y pérdidas importantes, la muerte de seres queridísimos, un hijo, una hija, una esposa. Tragedias que te tumban o te fortalecen, pero sobre todo te enseñan humildad. Un contraste absoluto con el personaje opuesto, perdido en su narcisismo, incapaz de dar paso al otro. Una persona cuyos reflejos están claramente anclados en la agresión y la confrontación, cuya marca registrada es “estás despedido”. 

Lograr el cambio no será fácil en esta ocasión. La coyuntura de la reelección en Estados Unidos siempre ha favorecido al Presidente en funciones y los fracasos son más bien la excepción. El tema es que a esta ventaja estructural que tienen los presidentes en funciones se le agrega la táctica dispuesta para sembrar la duda sobre las elecciones y entorpecer el operativo electoral en una época de pandemia, en la que se requiere usar el voto por correo. Por eso, el tercer y último mensaje principal de la Convención fue el de “planifica tu voto”. El  partido se está organizando para que los derechos políticos se cumplan, con mucho énfasis en cuestionar las maquinaciones del nuevo jefe de correos quien, ante la presión, ha prometido suspender las iniciativas de reforma del sistema del correo, pero no ha prometido revertir las medidas ya tomadas. Está claro que el abstencionismo demócrata del 2016 sería un golpe mortal. Esta vez, la unión de todos los  liderazgos está bien encaminada y la unión del partido es notable, pero como dice el mensaje, es la agencia individual de cada uno lo que al final hará la diferencia. Ojalá así sea. 

caballerocarrizosa@gmail.com

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PERFIL
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Politólogo. Profesor de Politica Social en FLACSO-Paraguay. Consultor en planificación estratégica. Exdirector regional para América Latina y el Caribe del Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA). Magister de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), México. . Correo caballerocarrizosa@gmail.com

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2 Comentarios
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    • Hay varios esfuerzos por identificar los grupos, perfiles socio-demográficos y demás, que no votarían por Biden. Evidentemente que esa “base” trumpiana caracterizada como clase media blanca, masculina y del interior del país es un sector que no cambiará. El voto clásico republicano de bajos impuestos y valores conservadores, que se preocupa sobre todo de la economía, puede acompañar, pero con más dudas que antes. No se sabe mucho de la derecha cristiana, los evangélicos, después de los escándalos de Trump y sus apoyos. El trabajador formal, blanco con poca instrucción de los Estados de Michigan y Wisconsin, Ohio y Pennsylvania que tradicionalmente votaba demócrata, pero que en 2016 se fue a Trump es uno de los contingentes que parece están desplazándose hacia Biden, y esa es muy buena noticia. El voto negro y las mujeres tanto de clase media como las suburbanas pareciera ser que también están a favor de Biden-Harris. El voto latino está en cuestión y depende cuál, el de California probablemente sea demócrata, pero el voto latino de Florida es clave. Si Florida y los Estados pendulares del norte se dan vuelta, la victoria de Biden está casi asegurada. Nunca un presidente en funciones la ha tenido tan difícil como Trump, pero en 70 días las cosas pueden cambiar.

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