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El coronavirus no solo ha sido un reto para los sistemas de salud y la economía mundial. También lo ha sido para los comunicadores en salud con los constantes mensajes, alertas y notificaciones de las organizaciones en frente de la segunda pandemia del siglo XXI.

Y es que el periodismo en salud aunque toca temas de desarrollo científico, promoción de la salud, prevención y diagnóstico de enfermedad, es un campo poco ocupado laboralmente por personal en salud y son los comunicadores sociales los encargados de informar en muchas ocasiones sin la formación académica para ello.

En países como España, el estudio «Información de salud: fuentes periodísticas y desafíos profesionales», publicado en EPI, y que forma parte del proyecto financiado del Aula Nebrija-MSD España de Comunicación y Ciencias de la Salud, dirigido por el profesor Carlos Cachán-Alcolea, expone cómo el periodista que trabaja los temas de salud no es exclusivo para estas secciones y desempeña labores distintas en medios de comunicación.

Esa multitarea es un factor que merma la calidad de la información de ciencia y salud, porque los tiempos de trabajo cada vez son más cortos e impiden contrastar las fuentes, aunque así se quisiera. Sumado a ello, están las dificultades en temas de contratación y remuneración que va ligado a la baja intención de los medios de comunicación de tener mayor cobertura en salud.

Y no es para menos. La formación como especialista en comunicación en salud es un reto que en América Latina pocos países han asumido. Únicamente Chile, Brasil y Argentina cuentan con antecedentes. Perú se encuentra en proceso a través del Programa de Popularización de la Ciencia, Tecnología e Innovación (PPOP) habilitado desde el 2016 y con el acompañamiento del Instituto Nacional de Salud peruano.

Y aunque algunos medios de comunicación hacen notorios esfuerzos para dar cobertura a la constante información de la propagación y la respuesta de los gobiernos para contener el Covid-19, la realidad noticiosa se ha quedado en: qué es el coronavirus, cómo se transmite, a quiénes afecta, cuáles son los síntomas, cómo prevenirlo, en las recomendaciones para los viajeros y el número de contagios.

Los comunicadores en salud y los medios de comunicación deben romper el paradigma informativo».

No se trata de decir que los comunicadores sociales no puedan responder a las demandas informativas de la pandemia, tampoco que el personal de salud deba ser en único en comunicar. Pero hay una realidad que el coronavirus ha puesto sobre la mesa: se requiere menos sensacionalismo y más reflexión.

Reflexionar es un tema que por supuesto va más allá de informar. Los comunicadores en salud y ciencia (sean comunicadores sociales o profesionales de salud especializados) y los medios de comunicación deben arriesgarse a romper el paradigma informativo donde prevalece diseminar datos a corto plazo a la comunidad de pacientes y la sociedad en general. Desde este reduccionismo, el público es considerado el banco de noticias donde solo les hablan el que sabe.

El llamado es legítimo: un medio de comunicación con especialistas en salud en la cobertura de pandemias como el coronavirus tiene clara su responsabilidad con la comunidad. Es consiente que debe formar ciudadanos con pensamiento crítico. Promueve el diálogo y genera participación comunitaria, interacción, escucha y se convierte en agente de cambio por el canal que sea (radio prensa, televisión, etc).

El coronavirus debe hacer reflexionar a los medios de educación y a la educación universitaria para entender que la comunicación en temas de salud une a periodistas y personal sanitario y científico. Se necesita actuar en la dirección de especializar a ambos bandos para que en epidemias y pandemias, como el coronavirus (que retan inclusive al sistema sanitario de salud pública), el valor de la comunicación sea tangible y vaya más allá de informar, porque lo que se requiere verdaderamente es prevenir.

Por: Alexánder Tique Aguilar

En Twitter: @AlexanderTiqueA

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