A pesar de la crisis económica que amenaza al deporte, es importante no acelerar su regreso y evitar problemas más graves.
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Es entendible el afán mundial por reactivar la economía lo más rápido posible, pues el virus no es lo único de lo que muere la gente. En cuanto al fútbol, la duda principal pasa por si acabar las temporadas ya o jugar las fechas restantes a mitad de año. Es imposible tomar una decisión unánime. Cada país tiene un contexto social diferente y se encuentra en etapas distintas de la pandemia. En todo caso, es necesario proceder con cautela, pues reactivar el fútbol en el momento incorrecto puede desatar un nuevo brote y, como consecuencia, aplazar el deporte aún más.
En el caso de Colombia, existe la ventaja de que la temporada acaba en diciembre. Con algunos cambios en el formato, el primer torneo se puede ir a agosto y el segundo torneo, más corto, puede empezar en septiembre. Estudios de la Singapore University of Technology and Design (SUTD), que no le ha ido mal con sus predicciones de las curvas del covid-19 en cada país, estiman que Colombia iniciaría el descenso a finales de mayo y habría superado la mayor parte de la pandemia a inicios de julio. Para ese entonces, las competencias podrían iniciar a puerta cerrada con protocolos estrictos.
Jugar antes podría reactivar muchos trabajos, pero son demasiados los factores incontrolables que podrían generar contagios. En Alemania no pasó la primera semana de entrenamientos y el Hertha de Berlín ya tuvo que suspender al delantero Salomon Kalou por no respetar las normas sanitarias. No se trata de controlar la aglomeración que genera un partido, sino toda la actividad laboral presencial que demanda un torneo de dos divisiones profesionales, una con 20 equipos y la otra con 16. Los riesgos siempre estarán, pero un error en mayo es muy diferente a un error en julio, por lo menos a nivel de números.
A eso le sumamos la poca confianza que genera la Dimayor. Entregó en abril una propuesta al Gobierno para reactivar el fútbol. Tras el oportuno rechazo del presidente Iván Duque, que no está para abrir esos melones, el 24 de abril salió a la luz una investigación hecha por el periodista Sebastián Heredia (RCN Radio) que despertó polémica. La empresa canadiense encargada de armar el protocolo de seguridad y salubridad para esa propuesta no tendría experiencia y su “registro aún no se encuentra en el registro Federal del gobierno canadiense y tampoco en el registro de negocios del gobierno canadiense”.
Exponer a los futbolistas al afán de la competición tras meses de parón ya es un riesgo que será necesario asumir para evitar consecuencias económicas en un fútbol colombiano, que vive en crisis. Para que todo salga bien, es necesario no dar pasos en falsos y aguantar un poco más. Quizá, después del 11 de mayo, la Dimayor podría plantear que los equipos vuelvan a entrenamiento a inicios de junio con esquemas bien monitoreados. Es importante que los profesionales se vuelvan a adaptar al ritmo y hagan pretemporada. Eso sí, para evitar un disparo del virus vía fútbol, es mejor ser cautelosos. Vístame despacio que voy de afán.
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