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El Junior jugará la serie más importante de su historia, en parte gracias a Teo, pero el jugador se la puede perder por explosivo.

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Lo de Teófilo Gutiérrez es un enigma digno de grandes debates. A simple vista, es muy difícil entender cómo un jugador tan completo a nivel ofensivo no es titular en un equipo de España, Italia o Inglaterra. El crack barranquillero podría brillar muy alto y, sin embargo, se encuentra bailando rivales a su placer en los coliseos sudamericanos, mientras lucha por una copa que a él, en muchos momentos, le queda chiquita. O quizá no, pues el gran futbolista no solo lo es por lo que hace con sus pies en la cancha, sino cómo se comporta al ejercer su profesión. Ahí, en ese punto psicológico, Teo se quiebra con facilidad.

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Calidad no le hace falta. Entiende como pocos colombianos (e incluso latinos) el manejo de espacios en la zona ofensiva, sabe pivotear, luchar la pelota y tiene gol. Sus dos anotaciones contra Santa Fe en la semifinal de la Copa Sudamericana son ejemplo puro de qué jugador es. Puede arreglárselas en un mano a mano (con amague incluido) o estar en el lugar ideal cuando el balón llega al área y busca con afán ser rematado por un delantero. Además, Teo se asocia muy bien y suele ser el mediapunta que busca un técnico cuando quiere mantener la posesión y crear espacios para el delantero de área. He expresado ya en varias columnas que ningún jugador ha sabido compartir la delantera con Radamel Falcao mejor que él y que lo admiro por ello. Teo tiene el talento que muchos no.

Pero todo eso queda eclipsado por las miles de veces en las que se ha dejado ganar por la chispa que tiene en su temperamento. Seguro es un bacán, pero cada vez que se le suelta la vena y manda un codazo como el de ayer, insulta a la tribuna rival o apunta con un arma de juguete a un compañero, su talento pierde valor. Teo tuvo muchas oportunidades para explotar, para romper los arcos en los mejores estadios, pero casi siempre le ganó el temperamento en el momento menos apropiado. Esos son los detalles que le descartan de la lista de un ojeador porque, sin importar su talento, un vestuario necesita cabezas frías y Teófilo no da garantías en ese campo.

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Muchos le justifican: “Teo vive el fútbol y la vida con pasión” dicen. Lo más probable es que sea verdad y al delantero del Junior le corra un Magdalena de pasión por la profesión que ejerce, pero también lo es que en muchos casos el río se le desborda y los perjudica a él y a otros. Por culpa de ese exceso, lo más probable es que se pierda los dos partidos más importantes de la historia del Junior (le pueden caer dos fechas de sanción por el codazo al jugador de Santa Fe) y, de ser así, su equipo le va a extrañar. Así es Teo, capaz de autosabotearse cuando está a punto de consagrarse. Junior tiene una cita con la historia y él, por “vivir con pasión” lo verá desde la grada. Es triste.

Foto: El Heraldo

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