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Cuando somos niños nos enseñan a no decir palabrotas, y como adultos, creemos que no las deberíamos decir frente a los niños o en ciertas situaciones sociales. Me acuerdo que mis papás me decían que blasfemar era un indicio de la falta de imaginación y la creatividad. En mi opinión, ellos no podrían estar más equivocados. Contrario a la creencia popular, decir palabrotas es una señal de la inteligencia, un alivio eficaz del dolor y el estrés, y una forma de crear vínculos sociales con los demás.

The Express

La inteligencia

Mucha gente sostiene que blasfemar se asocia a un vocabulario limitado o a la falta de la educación. De hecho, en vez de ser una deficiencia lingüística, un estudio publicado en la revista Language Sciences una fluidez en “palabras de tabú” se vincula con un vocabulario más amplio en general. Además, es evidencia de la inteligencia verbal y un interés lingüístico.

 

El dolor

A menudo, se utilizan las palabrotas en situaciones del dolor, y según algunos investigadores lingüísticos, esto supone principalmente un vehículo de expresar la emoción. Sin embargo, no solo es una expresión, sino que también tiene un valor en la reducción del dolor. En estas situaciones, decir palabrotas es una respuesta emocional, pero tiene efectos físicos tangibles. De hecho, el psicológico Richard Stephens elogia los efectos analgésicos de decir palabrotas y aconseja que las usemos en situaciones así para reducir la sensación física.

 

El estrés

Respecto al estrés, decir las palabrotas constituye una salida emocional y una forma de catarsis. Según psicológico Timothy Jay, es un mecanismo de desahogarse y de afrontarse con una situación del estrés. También, Jay afirma que es una medida aconsejable y sensata en comparación a recurrir a la violencia.

 

La vinculación social

Para mí, las palabrotas tienen un valor emotivo y ayudan a comunicar un mensaje. Es decir, blasfemar no solo articula el sentido de lo que queremos decir, sino que también de nuestra reacción sentimental. Pueden ser una forma de la empatía y de relacionarnos a nuestros coetáneos. Como consecuencia, fomentan la solidaridad y la vinculación social.

HIMAA Victoria

 

Teniendo en cuenta estos beneficios, ha llegado la hora de aceptar que la evolución del lenguaje nos ha llevado al uso más generalizado de las palabrotas. Hay que quitar el tabú vinculado a estas palabras, y en cambio apreciar realmente su valor en nuestra vida cotidiana.

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