Parece que al caminar nadie presta atención a las fuentes incrustadas en muchas de las paredes o a los diferentes colores que aparecen entre tanto tono de café. Es como si se hubieran acostumbrado demasiado a lo que les rodea. O por lo menos, es lo que percibo en los habitantes de Fez durante mis caminatas por la Medina, donde siempre encuentro algo nuevo con que sorprenderme.
Esta ciudad imperial marroquí, que se ha convertido en mi hogar durante este verano, acoge la Medina, una de las zonas peatonales más grandes y antiguas del mundo, la cual fue declarada como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1981. Son más de nueve mil callejones donde es de vital importancia saber negociar y tener un buen GPS, aunque éste termine tan perdido como uno.
Fez tiene un olor especial y un ruido particular. Fez emborracha. Al sentarse en una terraza, y con un té a la menta en la mano, se siente cómo crece poco a poco una sensación que invade todo el cuerpo. Es el sonido de la calle, es lo que toman los demás, las palabras que se dirigen las personas a tu alrededor; son pequeños detalles que, después de un tiempo de estar aquí, se hacen más familiares y hasta te hacen sentir en casa.
El trayecto hacia una de las catorce puertas que dan entrada a la Medina, la famosa puerta azul, está lleno de hombres comprando pan recién salido del horno, tiendas que aún no abren, vendedores de fruta y gatos estirándose después de una noche a la intemperie. La mañana empieza lenta, pues son las ocho de la mañana y apenas se escucha el sonido de las aves en la lejanía. Una vez en la puerta, se siente un fuerte olor a hierbabuena y se alcanzan a divisar algunos productos frescos, listos para ser llevados a los diferentes negocios que surten la medina.
Construida por los franceses en 1912, Bab Boujloud atrae la atención por sus arabescos y ornamentaciones, azules en la fachada exterior y verdes en el interior. Está compuesta por un arco central y dos pequeños arcos simétricos ubicados a su lado, los cuales empiezan a ser transitados por centenares de personas que, día tras día, ingresan a esta zona en busca de vida, sonidos y aromas. El azul aparece alrededor de toda la ciudad y el verde, por otro lado, es el color con el que se identifica el islam.
Al entrar a la medina por los arcos imponentes de la famosa puerta azul, como la conocen algunos fezíes, se encuentran las dos calles principales: Talaa Kebira y Talaa Sguira. Caminar por estas dos arterias comerciales regala una escena de película, pues se evidencia un mundo paralelo a la vida fuera de la medina. Un mundo donde reina el desorden, pero donde los sentidos se ponen a prueba. Ingresar a esta zona de Fez es estar de vuelta en el siglo VIII, cuando fue levantada la medina, pues mantiene algunos de sus callejones sin nombre y un estilo de vida que se sostiene bajo la fuerza de una tradición milenaria.
Pasear por los diferentes callejones es encontrar escaleras angostas y sinuosas entre casas mal terminadas, techos que no se alcanzan a ver, rejas oxidadas, cables y basura, mucha basura. Es escuchar los gritos de los vendedores cada cuadra, sentir calor en cada paso y el olor de especias cada tanto. Es ver los besos y abrazos entre las personas que se encuentran y respirar una tradición genuina y enigmática que vuelve la Medina un lugar donde vale la pena perderse.
Podría pasar todo un día dando vueltas de una punta a otra. Y aunque a veces me siento como un insecto tonto que no sabe a dónde va ni sabe lo que hace en un lugar que no conoce, por alguna razón extraña, soy feliz aquí. No busco nada, solo quiero estar y sentir la vida al pisar las calles de Fez.
Me encantó tu relato. Muchas gracias por dejarnos conocer a través de él este sitio maravilloso que parece ser Fez.
Confieso que nunca hadía entrado a esta sección de blogs, hoy lo hice por primera vez y me encantó tu artículo.
Felicitaciones.
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Hola! Muchisimas gracias por tu comentario 🙂 Que bueno que hayas ingresado y te haya gustado lo que leíste!
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A ver si mejoran la ortografía. Dos tildes donde no van. Se supone ques este es un periódico
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Pido disculpas. Tendré en cuenta el comentario para próximos textos. Mil gracias
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