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Estudié toda la primaria y parte del bachillerato en un colegio de monjas que llevo en el corazón. Nunca fui la mejor estudiante, mi nombre no estuvo en el cuadro de honor, y la única vez que icé bandera fue por haber recitado poemas y haber cantado canciones.

Me sobraba la energía, siempre estaba bailando y haciendo otras cosas, menos tareas o prestando atención en clase. Las monjitas parecían no saber que hacer conmigo, así que con frecuencia invitaban a mi papá al colegio para discutir mis problemas académicos o de disciplina, pero a pesar de esto, ¡debo decir que la pase muy bien! Las memorias que tengo, aun me hacen sonreír y no cambiaría absolutamente nada de esos tiempos, incluido, el haber repetido quinto de primaria, pues fue así como conocí a la profesora más maravillosa del mundo, Gloria Esperanza, mi profesora de español.

Que nadie más se entere, pero ella y yo sabemos lo difícil que fue para mi aprender de gramática y ortografía, nunca fui particularmente buena en esto, y en realidad, aun hoy sigo aprendiendo. Es paradójico, porque ahora, una de las cosas que más disfruto en la vida es escribir, resultó ser la mejor estrategia para conectarme conmigo misma, me ayuda a aclarar mis ideas. Nunca imagine compartir mis textos públicamente, dejarme ver y si, exponer pedacitos de mi alma a otras personas.

Hoy, hace dos años escribí la primera entrada de este blog. Además de los nervios y lo insegura que me sentía por no saber si estaba a la altura del reto, sabía que esta aventura representaba la posibilidad de reconocerme en otro espacio, de crear algo en mis términos, de encontrar mi voz y de alguna forma, inspirar a otros para que encontraran la suya, o resonaran con la mía.

Me llena de alegría mirar para atrás y saber que ahí empezó esta etapa maravillosa de mi vida, en la que entendí que la perfección no existe, que es una cortina con muchos brillantes en donde uno busca esconderse, que lo importante es aceptar que cada día que llega, trae la oportunidad de ser mejor que ayer, que los errores y las falencias se pueden ver, se pueden mejorar, y que siempre habrá espacio para progresar. Que la única forma de aprender un nuevo oficio, y ser cada vez mejor en ello, es haciéndolo una y otra vez, que solamente cuando uno se acepta con sus imperfecciones está en el camino de crear algo extraordinario… ¡Así que me vere en la obligación de seguir escribiendo!

Es la práctica lo que hace al maestro, ¿verdad? Estoy convencida de que, en la vida, no deben buscarse atajos cuando de construir nuevas habilidades se trata, ¡no hay otra opción más que exponerse, intentarlo, cometer errores, aprender y volverlo a intentar! Es necesario desafiar la idea de que solo podemos crear algo, cuando estamos listos, cuando nos sentimos lo suficientemente buenos, ¡es todo lo contrario, la práctica, el hacerlo una y otra vez, es lo que nos permite volvernos buenos en esa tarea!

¿Qué estas esperando para hacer realidad ese proyecto con el que sueñas?, ¿cuándo vas a empezar a hacer eso que llevas posponiendo todo este tiempo? ¡Atrévete!, no te imaginas lo fascinante que es asumir constantemente nuevos desafíos, mirar para atrás y sentir la alegría de haberlos superado.

Hoy, solo tengo agradecimiento contigo, gracias por acompañarme en esta aventura de construir Un Mundo de Posibilidades.

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