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Hace una década era imposible imaginar esta versión de mí misma que ahora escribe estas líneas. Si miras hacia atrás, seguramente te darás cuenta de lo mismo: esa persona que eras años atrás, nunca hubiera podido vislumbrar en quien te convertirías.

El «yo futuro», es como el ilusionista que guarda los trucos más asombrosos bajo su manga, listo para sorprender al mundo. Para que esos trucos se materialicen, el ilusionista sabe que es necesario desafiar esa noción de “realidad” que, a los ojos de los espectadores es única.

La única forma de conectarnos con ese ilusionista que llevamos dentro es entendiendo que hemos construido barreras autoimpuestas, y que es necesario desafiar nuestras creencias. Esto me recuerda una de mis frases favoritas de Alex Rovira, “no vivimos a la altura de nuestras capacidades, vivimos a la altura de nuestras creencias”

¿Por qué si el contexto en el que vivimos cambia, seguimos accionando, y peor aún, pensando de la misma forma que pensábamos tiempo atrás?

El cambio es inevitable y estamos inmersos en un constante proceso de adaptación. Cada experiencia, cada desafío que enfrentamos, contribuye a nuestra evolución. Así como el ilusionista perfecciona sus actos a lo largo del tiempo, nosotros refinamos nuestras habilidades, acumulamos aprendizajes, y crecemos con cada paso que damos.

Me gusta pensar que el «yo futuro» no es un sueño lejano. Realmente no creo que esa versión nuestra del futuro esté fuera de nuestro control, todo lo contrario, esa versión del futuro será el fruto de las semillas que hemos sembrado en el presente, y este momento presente se convierte realmente en solo un capítulo de nuestra historia, y aferrarnos a él como si fuera el único capítulo importante es limitar nuestro potencial.

Cada vez que somos valientes y damos un paso hacia lo desconocido, estamos construyendo una nueva versión de nosotros mismos.

Es normal que nos resistamos al cambio y sintamos mucho miedo al abandonar la zona de confort justamente por temor al fracaso, al rechazo y a lo desconocido. Estamos constantemente librando una batalla interna entre lo seguro y lo incierto, sin embargo, recuerda que inevitablemente el progreso se va forjado en momentos de incertidumbre y desafío.

¡Cuando finalmente dejamos de luchar contra el cambio y lo aceptamos, abrimos las puertas a un mundo de posibilidades! Es como cuando un árbol se deshace de sus hojas en otoño para dar paso a un renacimiento en primavera, así, nosotros también debemos desprendernos de nuestras creencias limitantes, paradigmas antiguos y juicios arraigados.

¡Siempre habrá una versión futura de nosotros mismos esperando a ser descubierta!

Hace diez años nunca imaginé que renunciaría al mundo corporativo, que tendría mi propio negocio, que no tendría hijos, que mi trabajo fuera ayudar a otros migrantes y que a través de esto me conectaría con mi propósito, que tendría un blog en un periódico, y lo más reciente, que amaría aprender Taekwondo.

Así como el ilusionista finalmente revela sus trucos más impresionantes, nosotros también podemos permitir que nuestro «yo futuro» más auténtico se revele con todo su esplendor. Recordemos siempre que somos artífices de nuestro destino, que podemos elegir cómo interpretamos nuestra realidad, y que el cambio, al ser inevitable, puede ser nuestro mejor aliado en el camino hacia una versión aún más interesante, más audaz y muchas veces más auténtica de nosotros mismos.

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