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Nosotros los periodistas, antes de publicar una noticia, consultamos por lo menos dos fuentes.

Porque puede suceder que cuando llega el periodista, por ejemplo, al sitio de un accidente, y pregunta qué ocurrió, una persona le puede decir que el bus estaba detenido, el otro vehículo no se dio cuenta y se estrelló contra él. ¿De dónde sacó la versión? Se la dio otro de los curiosos que estaba allí.

El periodista le pregunta a otra persona. Esta le dice: el vehículo venía rápido, pero el bus frenó de repente y lo hizo estrellar.

Luego le pregunta a un testigo. No es un curioso, es un testigo. Es una persona que estaba en el andén, mirando hacia la esquina en el momento exacto en el que un ciclista se le atravesó al vehículo de atrás y este, por sacarle el quite, se estrelló contra el bus que iba avanzando normalmente por el otro carril.

¿Quién dijo mentiras? Ninguno. ¿Faltaron a la verdad los que dieron otra versión? No. Todos tenían su propia verdad. La que creyeron que era. La que les dijo alguien. Pero solo uno de ellos fue testigo.

Eso es lo que nos pasa a todos en la vida real. En una reunión de padres de familia escuché un día que una de las profesoras les dictaba clases desganada a unos estudiantes, porque estaba furiosa desde el momento en el que la elección de personero la ganó ese curso y no el otro, del que es monitora.

Contrastando los hechos, se comprobó que no solo la profesora no estaba furiosa, sino que le estaba ayudando de una manera muy gentil al personero para que pudiera cumplir sus promesas.

¿Alguien mintió? No. Más bien, alguien creyó que eso podría ser lo que estaba pasando, lo dijo y otros lo dieron por cierto, de buena fe.

En la misma reunión hubo protestas por el cierre de todos los baños, porque a algún padre de familia le dijeron que no los abrían mientras los alumnos estaban en clase. El colegio explicó que siempre están abiertos dos, al lado de la enfermería. Asunto muy lógico, porque si a alguien le pasa algo en uno de los otros baños en momentos en que todos están en clase, ¿quién se da cuenta y quién lo ayuda?

¿Alguno de los alumnos les mintió a sus padres? No. Otra vez pasa lo mismo: alguien dice una cosa y los demás pueden tomarla como un hecho, dependiendo del grado de confianza que le tengan a esa persona. Y replican la versión.

¿Qué debemos hacer los padres? Sabemos que nuestros hijos no nos mienten. No se inventan las cosas. Y si dicen algo es porque algo está pasando. Entonces lo que debemos hacer es averiguar qué es lo que está pasando, confrontando versiones, antes que casarnos con una sola de ellas, por más credibilidad que le tengamos a quien nos lo está diciendo.

Y, lo que sería mucho mejor, no solo con lo que pasa en el colegio sino con lo que nos pasa en nuestras vidas: no planteemos confrontaciones, sino propongamos soluciones.

Si el problema es el de los baños, entonces no reclamemos por qué los tienen cerrados sino propongamos que los abran todo el tiempo. Si es la profesora, no nos vayamos contra ella sino escuchémosla y, si aun así no le creemos, propongamos que se le vigile más.

Así, les estaremos enseñando a nuestros hijos el valor de la verdad, el valor de cerciorarse de lo que ocurre antes de tomar decisiones, y les mostraremos que antes que sufrir por los problemas, como el caso de los baños, podemos disfrutar de las soluciones.

@VargasGalvis

 

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