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Venezuela, gobernada hoy por un autoritarismo radical, ha pasado de ser un país líder en América Latina, a vivir la más profunda crisis humanitaria de su historia reciente. Esta situación nos llama a reflexionar sobre la necesidad de preservar el equilibrio de poderes y nos da evidencia de los extremos a los que llegan quienes abusan de sus posiciones de poder.

Uno de los problemas principales al hablar sobre la situación del país vecino, es apresurarse a asociar cualquier crítica o señalamiento con una ideología de izquierda o derecha. Dentro de estas apreciaciones, que reducen significativamente los argumentos, se ignora la complejidad de una grave situación que trasciende las diversas tendencias ideológicas. No se es de derecha o “imperialista” por el hecho de oponerse al régimen del presidente venezolano; ni se puede considerar de “izquierda” a quien rechaza su gestión. Por encima de estas posturas políticas, debe primar el bienestar de la gente y, de izquierda o de derecha, de arriba o de abajo, la crisis que ocurre en Venezuela no se puede negar.

Ideales como “el bien común” o “el bienestar del pueblo”, se convierten en promesas vacías que muchos líderes usan como pretexto para subir al poder y, una vez allí, rápidamente las desechan privilegiando sus intereses particulares. Y lo más preocupante, es que nosotros como colectividades confiamos en que un salvador vendrá a ponerlo todo en orden, a solucionar los problemas de nuestras sociedades con fórmulas fáciles y con retórica populista.

El caso de Venezuela nos muestra la necesidad de ser escépticos frente a las soluciones mágicas; desconfiados con las “revoluciones” inadvertidas y azarosas y desconfiados frente a líderes carismáticos que quieren proponer “cambios radicales”. Con pesar y sobre el dolor de muchos ciudadanos, se nos ha demostrado que no hay una sola respuesta fácil o definitiva a los complejos problemas de nuestros países; y que los políticos, cualquiera que sea su filiación, no son los héroes que vienen a “salvarnos”. Se ha demostrado, una y otra vez, que para quienes están en el poder es más importante y lucrativo mantenerse allí, que asumir con verdadero liderazgo ético el bienestar de quienes dicen gobernar.

Ya han dejado de ser ficción las múltiples violaciones a los derechos humanos, los atentados a la libertad de prensa y los casos de corrupción. Los abusos han desbordado la paciencia del pueblo venezolano, que se ha visto obligado a replegarse frente a una situación que ha deteriorado inmensamente sus condiciones de vida.

El escenario político actual de Venezuela pone en riesgo la calidad de vida de sus ciudadanos y desafía la voluntad y el compromiso de millones de ellos frente a su porvenir. El desenlace de la historia en la que se escribe el destino de la democracia venezolana está por tener una etapa crucial, que espero llegue pronto y con resultados que hagan renacer la esperanza de un futuro mejor para los venezolanos.

@FDavilaL

Fernando Dávila Ladrón De Guevara

Rector Institución Universitaria Politécnico Grancolombiano

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