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Por: Sebastián Chacón Marín, Director director de la Escuela de Negocios y Desarrollo Internacional del Politécnico Grancolombiano

El modelo keynesiano cimienta sus bases en la intervención del Estado dentro del sistema económico, con el objeto de garantizar ciertos derechos a los individuos, encaminar la economía buscando el bienestar generalizado y corregir las fallas que pueda tener el mercado. Por otro lado, el modelo neoliberal se fundamenta en el libre comercio y la economía de mercado, promulgando los planteamientos de la escuela de Chicago encabezada por Friedman.

Para Keynes, el Estado como garante de los derechos debe impulsar el gasto por medio del cual la economía se incentiva, generando empleo y mayor producción, traducido en crecimiento y desarrollo para un país. En cambio, el neoliberalismo promulga que la economía se regula por sí sola, sin necesidad de intervenciones estatales, debido que cada oferta crea su propia demanda; razón por la cual sus políticas y lineamientos son promulgados por estamentos internacionales, los cuales argumentan que el pleno empleo y el desarrollo económico está dado por factores como la austeridad del gasto público con el objeto de mantener inflación baja, la privatización de diferentes organizaciones con la razón de que el mercado y los intereses particulares la hacen más eficiente, las balanzas en superávit, la liberación del comercio internacional sin discriminaciones y la promulgación de la defensa a la empresa privada.

El modelo keynesiano cobra más importancia en los últimos tiempos debido a crisis financieras como la del 2008, que deja ver las falencias del modelo neoliberal y las repercusiones que puede generar en la economía mundial. En ese entonces se generó el efecto dominó que recayó sobre economías en desarrollo que dependían de los movimientos financieros de países como Estados Unidos. Esto se traduce, generalmente, en primas de riesgo que se deben asumir con el ánimo de seguir en la competencia internacional.

Los organismos multilaterales promueven la política neoliberal por medio de acciones coercitivas que se piden en contraprestación de préstamos, ayudas y subvenciones, que dejan sin maniobra en términos de política fiscal y monetaria a los países. Pero a los países desarrollados, generadores del sistema, no ha sido posible que se rijan por las mismas reglas de juego que se promulgan, especialmente en el comercio internacional.

Los países tampoco pueden cerrarse, ni mucho menos darles la espalda a los fenómenos internacionales actuales, el comercio internacional sí debe ser una fuente de desarrollo, pero desde el modelo keynesiano con intervención del Estado, ayudando a quien lo necesita y fomentando las ventajas competitivas de los sectores productivos que resalten en una economía.

Por ejemplo, en Colombia, nuestros productos agrícolas nos dejan en desventaja frente a los competidores por precios de insumos, la tecnología y por otorgamiento de subsidios. El nuevo gobierno colombiano debe proveer la infraestructura adecuada y crear los espacios necesarios para la construcción de políticas participativas y sustentables que permitan la generación de valor agregado en la producción agropecuaria y así conquistar nuevos mercados.

Es claro que el sistema y las políticas ortodoxas no han generado avances, ni soluciones considerables en nuestra economía. Importante para el nuevo gobierno tener en cuenta modelos alternativos a las problemáticas económicas que incidan de la mejor manera en la política pública, para el resurgir de nuestra economía y principalmente de nuestro bienestar.

 

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