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Redacción: Javier Baquero – Crotaurinos

En tarde pasada por agua y con la disposición de los toreros se vivió un interesante festejo en la primera plaza de toros de Colombia. Luis Bolívar abrió por segundo año consecutivo con los Juan Bernardos el portón de la calle 27 como gran triunfador del festejo.

Con más de tres cuartos del aforo, en tarde fría y por momentos lluviosa se cumplió en la capital colombiana el sexto festejo del abono. Se lidiaron astados de la ganadería de Juan Bernardo Caicedo, bien presentados en general, con peso y edad reglamentaria, varios de ellos faltos de fuerza, infortunadamente se malograron el primero y el cuarto.

En el cartel Julián López – El Juli quien en el cuarto bis tuvo que vérselas con un astado de Guachicono, dehesa de la cual había manifestado hace varios años que no volvería a torear, sin embargo se cumplió el viejo dicho “de esta agua no beberé”, porque hoy por asares del destino el segundo reserva era de la ganadería caucana. El segundo en antigüedad en la tarde de hoy fue Miguel Ángel Perera quien confirmó la alternativa. La terna la completó el mejor exponente de la tauromaquia colombiana, después del Maestro Rincón, el vallecaucano Luis Bolívar, quien a la postre fue el triunfador de la tarde.

Miguel Ángel Perera en su primero se encontró con un ejemplar que tuvo que ser cambiado al malograrse al ir al caballo. El primero bis que también fue falto de fuerza nos permitió ver una confirmación de alternativa en la que Perera mostró donosura, firmeza pero sobre todo lentitud tanto en el capote como en la muleta, los muletazos fueron acompañados por la música, lo que enriqueció la importante faena del torero español. Promediando la corrida se desgajó un aguacero sobre La Santamaría. Mató de buena estocada, el público solicito la oreja pero todo quedó en saludo desde el tercio, ya que la presidencia no la concedió. El toro fue pitado en el arrastre.

En su segundo, luego de varias actuaciones y en diferentes plazas, encontró en Bogotá la materia prima necesaria para demostrar el porqué de los titulares de prensa “Perera es un buen torero”, al de Juan Bernardo le ejecutó una faena en el centro del ruedo con un elemento fundamental, el temple, sobre el cual construyó una faena de varias tandas todas con alta nota. Mató de pinchazo y estocada, cortó una muy justa oreja.

Julián López – El Juli en el segundo de la tarde, su primero, dejo ver porque es primerísima figura de la torería mundial, con un ruedo totalmente enfangado y bajo la pertinaz lluvia ejecutó una faena importante de muletazos con mucho valor, entendió a la perfección un toro que era flojo de sus remos, que embestía a media altura, pero que tenia bondad al acudir a sus engaños, El Juli hizo merito al pasodoble que lo acompaño, Novillero, no importó la lluvia ni lo complicado del piso, mató de pinchazo y estocada lo que le valió un oreja, palmas al toro.

El Juli tuvo que ver como un buen astado de Juan Bernardo Caicedo fue apuntillado en el ruedo luego de inutilizarse tras haber dado la pelea en los montado, lidio un ejemplar de la ganadería de Guachicono al cual entendió dio las distancias y los muletazos justos con una muleta que pesaba “tonelada y media” por el lodazal que a ella se adhería. Lo del Juli en Bogotá fue importante frente a la cara del toro. Mató de estocada trasera y ligeramente contraria, saludo desde el tercio.

Luis Bolívar en su primero demostró el porqué de su inclusión en el cartel, capote con poder y muleta con mando fueron el común denominador en el torero vallecaucano. Un toro que no tenía mayor boyantía y poca repetición, fue la materia prima que Bolívar logró descifrar para entregar a la afición una faena importante entendida por la buena afición de Bogotá, silencios largos acompañaron la labor del colombiano, Bolívar mató de estocada para posteriormente ver partir al destazadero al toro de Juan Bernardo acompañado de los pitos.

En el que cerró el festejo Luis salió con mucha decisión saludo a Ralea con una larga cambiada dando paso a un tercio de capa variado y con temple. Desde la capa se presagiaba lo que iba hacer los últimos tercios. Luis Bolívar una vez más demostró que no es el futuro de la torería nacional, es una realidad en el presente. Su muleta planchada, templada y poderosa construyó tandas importantes donde la cabeza y el corazón del torero se vieron reflejados en muletazos largos, templados y mandones. Lo de Bolívar no es casualidad es el resultado de un proceso, es una pequeña cumbre en esta larga carrera y a fe que el vallecaucano va por el mejor camino. Las palmas, la música y las ovaciones de la plaza se escucharon durante toda la faena, al tomar el acero entró con decisión a matar sin embargo el toro se hizo hueso, en un segundo intento dejó el chorro de metal sepultado en las carnes del astado hasta los gavilanes, pocos segundos pasaron cuando al unísono el toro doblo y los pañuelos blancos asomaron para solicitar los trofeos, el palco alto sacó la bandera entregando un primer trofeo, sin embargo el escrutinio de los pañuelos fue respaldo para que Orlando Garciaherreros, presidente del festejo autorizara el corte de la segunda oreja, dando así al colombiano las llaves de la puerta grande de la Santamaría.

Al final del festejo El Juli y Perera salieron por sus propios medios y Luis Bolívar en hombros y por la puerta grande.

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