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Redacción: Javier Baquero – Jaba – Astauros

Medellín – Colombia. En tarde calurosa con el regreso de la ganadería de Garzón Hermanos luego de tres años de ausencia y las actuaciones de dos colombianos y un español se dio inicio a la temporada antioqueña. Una sola oreja se cortó que bien habían podido ser tres.

Se lidiaron toros de la ganadería cundinamarquesa de Garzón Hermanos, bien presentados en general y de comportamiento desigual. Sirvieron cuarto, quinto y sexto, los tres provenientes del Paraíso, uno hijo del18  y dos del famoso 120.

Antonio Barrera quien debutaba en la plaza de Medellín salió con muchísima alegría, a su primero lo saludo con cinco verónicas, una media y revoleras que fueron del agrado del público. Luego de la pica quiso ejecutar algunas gaoneras que finalmente lo hicieron volar por los aires. Con la muleta anduvo bien, en valiente, con recursos, tratando de sacar el mejor partido de un toro que fue complicado, que buscaba la humanidad del torero, que se revolvía en un palmo del terreno, que pese haber salido con mucha bollantía se fue acabando paulatinamente. Barrera cumplió incluso en la espada certera que acabó con la vida de Misionero, su labor fue silenciada mientras que el toro escucho pitos en el arrastre.

En el cuarto de la tarde las cosas fueron a peor, saludo con verónicas bonitas en las que poco espacio ganó. Con la muleta no brindó debido a las condiciones mostradas por el astado, sin embargo, inicio con voluntad con tres muletazos de rodillas, la muleta fue luego presentada muy planchada a un astado tardo, manso, al cual todo se le quedó en lámina. Barrera mostró voluntad durante toda la lidia, disposición al dejar la muleta en la cara del astado y al dejar el acero en todo lo alto, pero esto no basto para tapar las malas condiciones del astado de Garzón Hermanos al punto de haber sido pitado en el arrastre, mientras que la labor decorosa del español fue silenciada.

Cristóbal Pardo, el torero caldense demostró una vez más el buen momento por el que pasa frente a su primer oponente. Con la capa ejecutó algunas verónicas desangeladas por lo descompuesta de la embestida del ejemplar de Garzón. En la pica Jerezano recibió poco castigo y fue siempre con la cara arriba, con la muleta se convirtió Cristóbal Pardo en lidiador, voluntad, deseos y cabeza fría fue lo mostrado por el buen y joven torero colombiano. Su oponente fue manso, feo, cariavacado y muy escaso de raza.

Cristóbal hizo sonar la música en el palco alto no por lo estético de su faena sino por lo meritorio de los muletazos arrancados a un toro de muy pocas condiciones. Mató de pinchazo y estocada en todo lo alto. Hubo petición de trofeo y pitos para el toro.

En el quinto de la tarde Cristóbal Pardo puso la plaza de cabeza, estuvo bien en los tres tercios de la lidia. Con la capa toreo a la verónica, dando muchas ventajas al toro y luego de las varas chicuelinas y revolera subieron aun más el tono de la faena, con las banderillas el público le reclamo y tuvo que salir a colocarlas, teniendo en cuenta que en su primer astado dejó esa labor a los subalternos. Tres espectaculares pares dejó en todo lo alto del toro proveniente del 120 del Paraíso. Fue tan emocionante que el ruedo de la Macarena se vistió de claveles multicolores. Se emociono el caldense y con la muleta brindó al público. Inicio su labor de rodillas en todo el centro del albero con muchísima voluntad y valentía. Su oponente mostró calidad en la embestida, sin embargo se vino a menos. Durante el tiempo que duró Cristóbal ejecutó una muy buena faena, templó y mando y dejó una estocada en todo lo alto que hizo rodar al bonito toro sin puntilla, el palco concedió una oreja que bien habían podido ser dos teniendo en cuenta lo bien que el colombiano estuvo en los tres tercios, el toro fue aplaudido en el arrastre.
 
Héctor José Vergara el más joven de la terna en su primero también tuvo que luchar contra las malas condiciones de su oponente, aunque hasta ese momento de la tarde el ejemplar era el menos complicado. Saludó con una larga cambiada y ejecutó verónicas ganando metros hacia el centro del ruedo. Luego de la pica de Viloria lucio con tres bellos faroles y una revolera.

Con la muleta brindó al gobernador del departamento Luis Alfredo Ramos, para luego iniciar su labor de rodillas con mucha disposición frente a un toro que desde el primer momento en que salió al ruedo se frenaba a la mitad de los quites, toreo por naturales obligando al pupilo de los hermanos Garzón a pasar. Su labor fue muy decorosa y supo solucionar las cortas y complicadas embestidas del astado. Mató de cuatro pinchazos y estocada y recibió cariñosas palmas.

Héctor José lidio en último lugar a otro hijo del 120, lo saludo con dos largas cambiadas y verónicas de mucha franqueza y temple, luego llevo a su toro melocotón por delantales a la cabalgadura de Anderson Murillo. Con la muleta vimos buenas largas y mandonas tandas aprovechando la primera parte de las embestidas del toro, un joven y buen mozo toro que acuso el exceso de kilos yéndose a menos al momento de perseguir los engaños. Héctor José estuvo bien mató de estocada delantera y su actuación se quedó en petición y palmas para el toro en el arrastre.
 

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