Desde el sábado comenzó a regir el impuesto por cada bolsa plástica que los clientes pidan en los establecimientos comerciales, como medida que busca desincentivar su uso, debido a la contaminación que generan.
Los establecimientos comerciales, supermercados y grandes superficies que entreguen bolsas para cargar o llevar productos vendidos a sus clientes, deberán cobrar un impuesto de 20 por cada una. Esta tarifa se incrementará 10 pesos cada año, de manera que para el 2020 llegará a 50 pesos por bolsa.
El impuesto será cobrado y girado a la DIAN, pero este no incluye a las tiendas de barrio ni a los negocios del régimen simplificado del IVA. Los tenderos con ingresos de 3.500 Unidades de Valor Tributario (UVT) al año, o 104 millones de pesos, no deberán cobrar las bolsas que entreguen a sus clientes.
Este nuevo tributo, más que recaudar recursos, pretende minimizar el uso de las bolsas plásticas para reducir los impactos ambientales asociados con los residuos generados por las bolsas después de que dejan de usarse.
El cobro está encadenado a otras medidas que vienen siendo aplicadas desde que el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible expidió la resolución 668 del 28 de abril de 2016, que reglamenta el uso racional de bolsas plásticas. La Resolución, que entró en vigencia el 31 de diciembre de 2016, se enmarca dentro de la campaña ‘ReemBÓLSAle al Planeta’, que comenzó a regir en tres aspectos esenciales: la salida de circulación de las bolsas con un tamaño menor a 30×30 centímetros; la obligatoriedad de que todas las bolsas sean más resistentes y que llevaran un mensaje ambiental que invite a un consumo responsable.
Según estimaciones de la ONG de Conservación Internacional WWF y el Ministerio de Ambiente, un colombiano usa 6 bolsas semanales, 24 al mes, 288 al año y 22.176 en un promedio de vida de 77 años.
Ahora reflexionemos sobre el uso que le damos a esa(s) 6 bolsa(s) que en promedio recibimos los colombianos cada semana. ¿Las arrojamos a la basura apenas desempacamos el producto? ¿Las reutilizamos? ¿Cuántas veces más las usamos? ¿Pedimos bolsas innecesariamente?
Lamentablemente muchos comportamientos sociales y culturales que van en detrimento del medio ambiente logran ser revertidos parcialmente cuando hay un costo económico para las personas o para las empresas.
El cobro de las bolsas plásticas no es nuevo, es más, viene siendo aplicado en más de 120 países. Fue Dinamarca el primer país en ponerlo en práctica en 1993. En Francia existe la prohibición de entregar o de vender bolsas plásticas que no sean biodegradables. En Senegal está prohibida la producción, importación, venta y distribución de las bolsas plásticas. En nuestro vecindario los países que ya han tomado medidas para controlar el uso de bolsas plásticas son Brasil, Uruguay, Argentina y Chile.
Por supuesto los más inconformes con la medida son los productores de bolsas plásticas, representados en la Cámara Colombiana del Plástico. Su presidente Henry Alberto Duarte trata de minimizar el impacto positivo del impuesto sobre el medio ambiente al asegurar que “el subsector de bolsas plásticas, como tal, representa solo el 5 por ciento de toda la producción de plástico en el país, que es de 1’200.000 toneladas anuales de ese material”.
La contaminación que producen las bolsas plásticas no está dada solo por el destino final que tienen al acumularse en rellenos sanitarios o en fuentes hídricas, donde pueden tardar cientos de años en degradarse, sino también por todo el daño al medio ambiente que se da en su producción. Producir 100 millones de bolsas plásticas requiere de aproximadamente 430 mil galones de petróleo. Además, fabricar el plástico que se usa para las bolsas genera gases tóxicos como óxido de azufre, hidrocarburos y monóxido de carbono. Por último, la producción de una tonelada de bolsas plásticas genera 2,09 kilogramos de CO2.
Ahora bien, hay que hacer claridad sobre varios puntos. Para empezar, las miles de bolsas plásticas que entregan en los supermercados nunca han sido gratuitas, su costo ha estado siempre incluido en el precio de los productos que venden. Es un poco ingenuo creer que estas empresas compren las bolsas para regalarlas. La diferencia es que ahora estas grandes superficies comerciales, que son las que realmente compran en grandes cantidades las bolsas a los productores, no van a incurrir en ningún gasto porque la responsabilidad recae totalmente sobre los clientes.
Se espera que haya un estricto control para evitar que haya abusos de comerciantes que cobren más de 20 pesos por bolsa. Lo mismo en el caso de las tiendas de barrio, donde en general no deben cobrar por las bolsas. Y algo muy importante es que hay bolsas que no generan impuesto:
1. Aquellas que no son entregadas con la finalidad de cargar o llevar productos adquiridos en el establecimiento que las suministra.
2. Las que sean utilizadas como material de empaque de los productos pre-empacados. Por ejemplo, aquellas para depositar las frutas en los supermercados.
3. Las biodegradables certificadas el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible.
4. Las bolsas reutilizables que, conforme a la reglamentación del Gobierno Nacional, tengan unas características técnicas y mecánicas que permitan ser usadas varias veces, sin que para ello requieran procesos de transformación.
Además, se espera que el dinero recaudado por la DIAN por concepto del cobro por las bolsas plásticas sea destinado a actividades que promuevan el consumo ambientalmente responsable y sostenible. Si en Colombia se usan en promedio 14 mil millones de bolsas al año, y si este impuesto logra una reducción del 25% del uso de bolsas plásticas, eso significaría un recaudo aproximado de 210 mil millones de pesos. Si la reducción fuera del 75%, el recaudo sería de unos 70 mil millones.
En ultimas, esta medida busca cambiar un hábito frecuente entre los compradores colombianos y acostumbrarlos a que hagan buen uso de las bolsas plásticas y las reciclen y las reutilicen, o a que usen medios alternativos de empaque, es decir llevar las compras, siempre que sea posible, en la cartera, el morral, o bolsas reutilizables. O que hagan uso de bolsas de tela para cargar sus productos.
El verdadero efecto positivo de esta medida sobre el medio ambiente se sentirá cuando baje la producción de bolsas porque los clientes deciden no pagar más por ellas. Si la gente sigue pagando por ellas, la producción de bolsas continuará normal y nada cambiará en el plano ambiental.
Pagar o reciclar es una decisión de cada consumidor, pero si el cliente decide seguir consumiendo el promedio de 6 bolsas plásticas semanales, esto le costará 6240 pesos al año, lo que se denomina pagar por contaminar. Pero, en este caso, ¿dónde queda la responsabilidad ambiental de las empresas?
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