Gracias al “Cartel del Papel Higiénico”, hoy ese producto ha subido sus precios menos que el promedio de los precios de las cosas en Colombia, y ha mantenido la calidad de los productos; porque una cosa es proteger el bolsillo de los colombianos, y otra cosa proteger la piel que hay debajo de ellos.
Fuente: DANE, Cálculos del Autor
El fallo contra el cartel del papel higiénico es justo en derecho, pero será un error histórico para el mercado colombiano. La ley prohíbe que competidores lleguen a acuerdos de precios con el fin de proteger al consumidor, porque se supone que un pacto de precios, afectará la capacidad de compra de los hogares, debido a que este tipo de arreglos buscan mantener los precios en un nivel y no permitir que estos se muevan libremente por las condiciones de mercado y competencia. Este concepto, en teoría puede estar bien, pero tiene enormes errores de fondo, que quiero profundizar con cuidado.
Antes de que me tilde de vendido, defensor de las papeleras o “comprado”, como a veces me llaman cuando toco ciertos temas desde mi punto de vista como analista, me anticipo y le informo que no me han pedido que diga nada de esto ni nada parecido. Lo que pasa es que muchas veces decir las cosas desde un punto de vista diferente a lo popular causa molestias en el lector, mas ese es el espíritu de un espacio como este, donde se pueden mostrar ángulos diferentes de análisis sobre un tema en particular. Entonces, que quede claro que no estoy ayudando a nadie ni he sido pagado de ninguna manera para tomar una posición contraria a la de la SIC, así lo haré.
Si la ley dice que los competidores no pueden llegar a acuerdos de precios, y se ha demostrado que eso hicieron las papeleras, deben ser sancionadas, porque la ley es clara, y no se debe incumplir con la ley, pero lo que pasa es que si esa es la ley, como está definida es realmente peligrosa para el mercado.
La fijación de precios no solo responde a un fenómeno de oferta y demanda, sino a las condiciones del mercado, la calidad de los productos, el empaque, los tamaños, la cantidad de productos por empaque y muchas otras variables, que hace que la comparación de precios sea muy diferente entre marcas en casi todas las categorías. Un papel higiénico, de cocina y los pañales no están exentos de esta situación, ya que no todos venden el mismo papel, ni el mismo producto, ni en las mismas cantidades; algunos son doble hoja, otros triple hoja, algunos son acolchados y otros no, y el precio termina siendo un indicador del costo del producto, que puede tener una relación directa con la calidad del mismo y el nivel de satisfacción ofrecido al consumidor, porque un papel higiénico de una sola hoja de baja calidad es más áspero que uno triple hoja acolchonado, que es mucho más suave para la piel, pero claramente más costoso (obviamente cada consumidor tiene una experiencia diferente con el producto según su propia percepción).
Esto nos lleva a que si se deja que las categorías peleen por precio en el mercado puede ocurrir un fenómeno muy complejo: la destrucción de valor de los productos. Cuando una categoría comienza a pelear por precio, termina llegando a un punto donde los márgenes son tan bajos, que comienzan a bajar la calidad del producto, para seguir bajando los precios y al final lo que ocurre es que el mercado acaba con una categoría “commoditizada” en su producto más básico posible, al precio más bajo posible. Esto conlleva a que las empresas no queden con márgenes suficientes para inversión en desarrollo de nuevos productos, y simplemente el mercado se queda estático, con una enorme porción de producto básico y algunos con alto valor agregado con un enorme diferencial de precio.
La llamada competencia perfecta debería bajar los precios a su punto de equilibrio, pero si un jugador decide dejar de ganar dinero y baja aún más los precios, termina quebrando a los demás y quedando él solo o con una enorme parte del mercado, lo que comúnmente se llama como “comprar mercado”, lo cual beneficia directamente a las empresas grandes que tienen un mayor músculo financiero, y termina sacando a las pequeñas del juego.
Si a esto se suma que la gran mayoría de los hogares compran papel higiénico, muchas madres de familia cuando hacen mercado buscan el sitio donde vendan al mejor precio este papel, y se convierte en lo que se llama una “categoría destino”, es decir, que la gente dice “hagamos mercado en tal supermercado, porque el papel es más barato”, y eso hace que los supermercados mantengan estas categorías promocionadas para atraer más personas a comprar en sus tiendas, sacrificando los márgenes en estos productos y cobrando de más en otros para ser rentables.
Así, el precio del papel higiénico se define más por la necesidad de su compra que por su costo y sostenibilidad; y como es un tema tan sensible, el fallo de la SIC ha calado bien entre las personas del común porque consideran que es un producto muy costoso para su canasta de compras.
Situación que es muy llamativa, porque en el fondo la gente considera costosas las cosas en las que paga más de lo que está dispuesto a pagar por ellas, porque por bienes como el aguardiente no tienen problema en pagar de más, porque está más vinculado al entretenimiento, y siempre estaremos dispuestos a pagar más por placer que por cosas de nuestra higiene personal; situación algo incomprensible, pero la gente prefiere pagar menos por un papel y tener una calidad menor y más áspera, que pagar por algo que cuide su piel y le mejore sus condiciones de salud, pero lo mismo ocurre con casi todos los productos de higiene corporal, porque tienen el imaginario de costos frente a las personas, ya que si se suman, son una gran parte del valor del mercado, y como no es una cosa que disfrutemos, no le damos tanto valor.
Esto nos pone en un escenario complejo: un papel higiénico barato, no es un buen papel, y puede no ser suficiente para satisfacer nuestra necesidad; No obstante, los precios bajan por una guerra entre competidores, que acaba con los márgenes de las categorías, su capacidad de innovación y la calidad del producto, porque prima la defensa de la capacidad de compra aparente sobre la satisfacción del consumidor. Esto es un riesgo enorme, no solo en esta, sino en todas las categorías.
El gran problema radica en que se protege al comprador y no al consumidor: una cosa es comprar algo y otra es usarlo, y si yo he comprado algo a un precio bajo, debo estar seguro que el nivel de satisfacción del producto será bajo, pero muchas personas esperan que una cosa barata sea tan buena como algo caro, y es acá donde la SIC falla conceptualmente: no es posible darle un buen producto al consumidor, si no es al precio correcto.
La SIC ha encontrado en la revisión de los precios la forma de proteger al consumidor y esto es un error conceptual enorme: lo barato sale caro, y por eso muchas madres de familia de los hogares colombianos de ingresos bajos, compran productos de marcas reconocidas de alimentos, con niveles de precios más altos que el promedio, porque no solo deben buscar el mejor precio para comprar, sino que deben buscar un producto que cumpla con su promesa y no que se deba comprar otro después porque ese no sirvió. De hecho, si se lee con cuidado el Estatuto General del Consumidor en Colombia, es un estatuto más para el comprador que para el consumidor, pero para la SIC parece que ambos términos son sinónimos.
Así, es fácil comprender que la libre competencia funciona en mercados perfectos, pero si los mercados son oligopólicos – como en este caso, los grandes jugadores pueden bajar precios hasta acabar con la pequeña competencia, reducir la calidad de los productos y las cadenas sacrificar la imagen del precio del producto para obtener más clientes, generando un mercado donde nadie sabe realmente cuánto debe valer un producto, y teniendo una enorme cantidad de mercado de producto básico, sin innovación ni desarrollo, que afecta directamente la satisfacción del consumidor final, pero que ante los ojos de la SIC esto queda cubierto porque pagaron más barato.
Esta inconsistencia de mercado, yo la he llamado la “guerra de descuentos en Colombia”, que comenzó en octubre de 2008 y que no ha parado hasta la fecha, causando serios problemas en las industrias nacionales y en la satisfacción del consumidor, porque las empresas y los supermercados se enfrascaron en una guerra de precios tan agresiva, que hoy tenemos productos menos desarrollados, empresas poco rentables y muchas compañías han tenido que cerrar sus puertas, causando que la defensa del precio más barato, conlleve a la presencia de mercados más oligopólicos o incluso monopólicos, porque todos los pequeños fueron destruidos por no tener las suficientes economías de escala. La guerra de descuentos, nos lleva a la trampa de los descuentos (cosa que llevo diciendo por más de 5 años).
Fuente: RADDAR Consumer Knowledge Group
(Para ver en detalle el tema de la guerra de descuentos, ver la siguiente presentación)
Entremos al detalle del caso que la SIC falló. Desde enero de 2007 hasta hoy, el precio del papel de aseo en el hogar ha crecido menos que toda la canasta de hogares, es decir, que cada mes pesa menos en el gasto de las familias colombianas, como se puede ver en la gráfica inicial; situación que indica que si nos quedamos en la idea que sin cartel el precio sería más bajo, seguramente esto hubiese crecido menos y los hogares habrían comprado más barato, e incluso les pesaría menos, pero ya sabemos que este sería un producto con una calidad diferente.
Fuente: RADDAR Consumer Knowledge Group
¿Por qué el valor de la canasta crece más que el papel higiénico? Esa es una de las preguntas fundamentales para comprender este mercado. La inflación en Colombia tiene dos grandes canastas, los productos y los servicios. Los servicios suben siempre de precio, y muy rara vez los bajan, porque están en función de la inflación del año anterior y del aumento de los salarios. Lo que significa que los servicios están en función del precio de las cosas del año pasado, donde inclusive están en función de sus mismos precios. Los productos por el contrario están en función de sus costos y de la libre competencia, por eso el precio de la papa sube en temporadas de escasez y baja cuando hay mucha oferta del tubérculo, sin importar sus costos realmente, porque gana el que la venda más barata.
Durante varios años, desde 2003 hasta 2014, muchas categorías bajaron de precios debido a que tenían componentes importados o eran completamente importados como los carros y los televisores, y el comercio transmitió esto como descuentos, dando comienzo a la gran guerra de precios en que estamos. ¿esto es bueno?, sí y no. Para muchos fue muy bueno poder comprar carros más baratos y más televisores, pero ahora que nos hemos devaluado, el cambio de la tendencia del precio cambió las condiciones del mercado, y hace que los precios suban, causando que muchas categorías sean más difíciles de comprar para las personas, que ya estaban acostumbradas a ellas, y sentirán un fuerte golpe en sus finanzas personales o en su satisfacción de consumo: si siguen comprando los importados deberán pagar más y eso significa dejar de comprar otras cosas, o bien, comprar menos del importado o un producto “sustituto” más barato, bajando sus niveles de satisfacción.
Entonces, los que lograron mantener sus precios al mismo ritmo de la inflación generaron márgenes suficientes para ser rentables, innovadores y tener mejores productos al consumidor final, con precios relativamente justos, y los otros bajaron de precios y de calidad de productos, para sobrevivir en el mercado, poniendo en riesgo sus empresas, sus marcas, los empleos que generan y obviamente la satisfacción del consumidor.
Este entorno fue la base del nacimiento de estos carteles, donde la competencia DE MANERA ILEGAL SEGÚN LAS LEYES DEL MOMENTO, buscaron la forma de mantener niveles de precios funcionales y dar margen para una competencia de precios más limpia y con menos presión de las cadenas, porque cuando una cadena hace un descuento al público, le transmite mucho de ese menor valor de venta a las empresas fabricantes.
Hasta donde he leído – que ha sido solo en medios y no el expediente en sí – esto se salió de madre, y algunas empresas llegaron a acuerdos que están fuera del objeto sano de un acuerdo de precios entre caballeros para proteger la calidad del producto y la industria, y por eso la sanción debe ser fuerte, pero en otros casos, los acuerdos eran realmente sensatos y permitieron que el mercado mantuviera su calidad de producto e incluso la mejoran.
Por esto veremos cómo se sanciona una categoría por defender la categoría misma, la calidad del producto, el nivel de aumento de precios por debajo del IPC y cuidar el nivel de satisfacción del consumidor, no solo porque a algunos funcionarios se les fue la mano en la cosa, sino porque a sabiendas que no se podían hacer acuerdos, se hicieron.
Es uno de esos típicos casos de “el fin justifica los medios”, lo cual debe ser sancionado pues debió causar los siguientes debates en el mercado, en la regulación y en las condiciones del comercio y la producción:
1. Las guerras de precios deben tener un piso lógico que no sacrifique la calidad de los productos, porque esto genera productos más baratos para el público, pero que satisfacen menos a los consumidores.
2. Los descuentos de las cadenas deben ser en común acuerdo con los proveedores, o de lo contrario, el productor recibirá menos de lo esperado por cada producto vendido, poniendo en riesgo su sostenibilidad. Hoy esto se hace mucho mejor que antes, pero aún se ve como algunas tiendas ponen en riesgo el margen de ciertos productores para lograr que más gente vaya a sus tiendas.
3. Se debe estudiar muy bien la legislación a favor del consumidor, porque hasta donde está escrita mayormente lo desconoce, y solo lo ve como un comprador, y se sustenta en la premisa de precios bajos. Hoy nuestras normas no protegen al consumidor, protegen al comprador.
Por eso, de alguna manera estoy de acuerdo con que haya acuerdos de precios para proteger las categorías, pero también comprendo que la avaricia humana puede causar que eso no sea un acuerdo de caballeros para proteger al consumidor, sino una jugada de ampones para sacar lucro propio.
Nota al pie: encontre este articulo en El Tiempo, «En Colombia el papel higiénico es más caro que en países desarrollados«, donde se cita a RADDAR como fuente, pero si fue así, los datos son muy diferentes a los de RADDAR. No se donde está el error.
Es perfectamente incoherente todo su cantinflesco analisis.
No convence. Conozco esos pactos desde hace más de 30 largos años, todos en detrimento del bolsillo del ciudadano de a pie y engordando los bolsillos de empresarios deshonestos. Una ovación al Super I de I y Cio. No desfallezca, que el
procurador al servicio de los cacaos no lo intimide. Gobiernos anteriores excluyentes y permisivos de estas practicas generan desigualdad y pobreza extrema. De frente contra los corruptos del sector privado, son muchooos.
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Después de todo este análisis me pregunto: El autor de este blog, es realmente vendido? si no lo es, concluyo que es realmente estúpido.
Le voy a dejar la respuesta al mismo autor de este blog, el cual asegura que NO ES VENDIDO. Concluyan ustedes entonces….
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Eso lo hacen, sabiendo que algún día van a ser pilllados en el complot. Van a salir en la prensa. Van a ser escándalo de un día. La superintendencia en el mejor de los casos los va a multar. Y luego, despues de pagar una multa insignificante y con rebajas, van a mantener el mismo precio y el mismo margen de ganancias. Mientras tanto, el verdadero perdedor de todo esto, el consumidor, habrá pagado todo esto sin recompensa alguna.
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Entonces deciden no pisarse las mangueras y no hacerse competencia entre sí, porque el «innovador» podría ganarse el mercado ofreciendo mejor calidad a mejor precio… no!!! deciden hacer un pacto entre «amigos» en el que todos pactan un precio superior a los gastos de producción, en el que todos gana !!
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Creo que este idiota no ha entendido que la filosofia del libre mercado, aduce que la libre competencia conlleva a la baja de precios, y que se busca justamente que alguna empresa ofrezca un producto de superior calidad por el mínimo precio. El problema es que llevar a la práctica esta filosofía conduce a que todos los competidores, efectivamente compitan!!!! lo cual llevaría a la baja de precios… pero como ellos son amigos, y se dan cuenta que todos son amigos del gobierno… pues no hay razón para hacerse daño !!!
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Usted so que necesita ese papel, escribe mucha m.i.e.rda. asumo que no recibio plata. Amigo su cerebro le mamagallo
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Malo y básico su argumento. Siempre habrá consumidor dispuesto a pagsr mas por producto mejor.
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su análisis desde otro punto de vista diferente al popular como usted dijo , solo convienen a esos carteles del papel , lo demas es sofismas.
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Durante 15 años nos han venido estafando y nadie se dio cuenta? Por lo menos es admirable que el actual director de la SIC haya destapado varios entuertos. Se le felicita.
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Totalmente de acuerdo con el comentario de changufo; aquí lo que se debe castigar es un acuerdo mafioso que buscaba, claramente, un beneficio para ellos en perjuicio del consumidor. En eso hay que se claros, lo demás es puro sofisma.
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Me encantaría pensar que su apología a la economía de escala proviene de su apasionamiento por la teoría del librecambismo y el capitalismo del S. XVIII, pero mucho me temo que esto no es por pasiones académicas sino por el desviacionismo y los sofismas que se suelen crear ante un proceso judicial que afecta intereses privados. La verdad, aquí no se condenan prácticas económicas (equivocadas o acertadas, perversas o filantrópicas), sino acciones a todas luces con carácter mafioso (acuerdos bajo cuerda por personas no muy cuerdas). La acción de estos industriales no estaba motivada por defensa al consumidor ni mucho menos. Me gustaría pensar que Ud. es así de ingenuo, pero no lo creo ni por un instante.
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No, los papeles no son mejores pero aparte de una opinion subjetiva el problema de la cartelización de precios de la forma en que se implementó es que en últimas el consumidor está pagando de MAS por un producto cuyos margenes de ganancia si se vieron incrementados lo que quiere decir que cualquier desarrollo tecnológico o técnico que disminuyera el costo del producto se vio reflejado en en las utilidades de las compañías y no en el precio final. En últimas, cualquier fijación de precios entre competidores incide en el consumidor (o comprador pues al fin y al cabo es el que paga) que paga más y no se ve beneficiado. Además que el acuerdo no fue sobre todas las lineas de producto sino sobre las mas «competidas» y no las de «lujo».
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Se nota que este tipo es economista. Solo dicen babosadas
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como consumidor: nada mas caro que el papel de baño. y como consumidor pregunto: bajara el precio por las multas??? lo dudo, en Colombia nada baja y al igual que el robo del cargo por confiabilidad en energía eléctrica este será otro robo que además y como el cargo de confiabilidad ya se robaron… y el papel no bajara de precio. este será otro saludo a la bandera…. y gracias por el favorcito a las empresas….
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muy buen analisis del que extraemos que las empresasque se aliaron hicieron compra de mercado en detrimento de las que no estaban con ellas, al querer protejer sus costos frente a la dictadura de las grandes superfiies termina perjudicando al consumidor que es quien asume los mayoresw costos que ellos imponen por la cartelizacion, al sacar del mercado a pequeños competidores y estar aliados imponen ademas de precio la calidad siendo el consumidor un ator mudo que simplemente se debe atener a lo que le ofrezcan y en los niveles de calidad en que quieran presentar el producto.
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Un voluminoso análisis que en nada cambia la realidad de fondo: las compañías no deben hacer pactos o acuerdos con respecto a los precios de venta de sus productos. Esto no es tan sólo un capricho de la ley colombiana como este analista lo quiere hacer ver. Muchos países tienen legislaciones muy fuertes al respecto y ello no ha implicado que se haya comprometido calidad de los productos que se venden. Por ejemplo, en Estados Unidos hay estrictas regulaciones anti monopolio y con respecto a como se debe regular la competencia, sin que hasta el momento se tenga conocimiento de ningún problema respecto a la calidad del papel higiénico que se vende en dicho país. Creo que ningún tipo de prosa o análisis económico, puede justificar el comportamiento corrupto detrás de hacer acuerdos de precios por parte de las empresas. Si la SIC logra demostrar que esto fue lo que pasó en este caso, se debe proceder a la imposición de las sanciones correspondientes, de manera que se prevenga que otros sectores de la economía incurran en tan lamentable práctica que al final nos afecta a todos.
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El comparativo no es la calidad el producto lo cual no tiene discusión. El comparativo es el precio del papel en relación con los paises desarrollados y ahí se da cuenta que en nuestro país el papel higiénico vale un cincuenta por ciento y más que en Estados Unidos o en Europa y eso es por el cartel. Igual hacen en Venezuela y Argentina en donde es más costoso que en Colombia
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De verdad nos crees estúpidos. Los lectores tenemos claro que estas compañías no son obras de caridad con el consumidor y buscan enriquecerse con acuerdos fraudulentos. A la cárcel.
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