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Colombia se ha dejado cooptar por las minorías, bajo la premisa de la necesidad de la discriminación positiva, de mostrar poblaciones olvidadas o de darle voz a aquellos a las que les ha sido negada.

El problema es que el tema se salió de madre. Hoy una comunidad puede bloquear un proyecto de desarrollo, una minoría en el congreso puede desarmar un quorum, una pequeña marcha puede bloquear la productividad de una ciudad, e incluso, se han creado derechos tan específicos para ciertas poblaciones, que en muchos casos no se sabe cuáles deben aplicar.

La democracia es un juego de mayorías, y hoy las minorías la tienen cooptada. Si la mayoría de los colombianos quieren algo, deben lograr que las minorías lo acepten, lo cual desafortunadamente, casi siempre termina en una negociación por más derechos o por dinero, causando que se genere un círculo de corrupción democrático increíble.

¿Qué hacer? Dejar que las mayorías hablen y que el Estado defienda los justos derechos de las minorías; buenos ejemplos son los paros agrarios, donde las comunidades ancestrales presionan continuamente a los gobiernos para que estos les den lo que ellos piden, pero en el marco de sus derechos indígenas, que en muchos casos son supralegales por su condición; lo mismo pasa con los sindicatos, donde ellos mismos dicen que luchan por mantener sus “conquistas laborales”, concepto que en sí mismo demuestra que son privilegios y no derechos.

Sin duda el país le ha fallado a muchas poblaciones, pero no podemos causar el nudo gordiano de defender a unos pocos afectando a muchos, porque eso causa que el desarrollo no se pueda dar, reduciendo la creación y redistribución del ingreso. Los gobiernos no tienen dinero infinito, y a cada derecho que debemos financiar, debemos quitarle un derecho a alguien, porque se requieren recursos para cumplir con esas peticiones y eso significa que alguien va a pagar eso.

Sería maravilloso que las minorías en su mayoría lucharan por la igualdad, pero lo que hacen es luchar por una segregación que les dé beneficios para ellos, a costa de los de los demás. No hablo de los derechos homosexuales, porque eso no genera costos en los demás, pero sí valdría la pena pensar un poco como esta población ha hecho las cosas, porque hoy no solo tienen más derechos sexuales y legales que los heterosexuales, sino que culturalmente han avanzado mucho más.

La verdad es que en muchos casos, las minorías no tienen la razón y las mayorías tampoco.

@consumiendo

www.camiloherreramora.com

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