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Ya han pasado varios días de euforia, rabia y frustración y de seguro entraremos a una nueva semana y todo quedará en el olvido, porque el colombiano promedio es de presente y no de futuro o sino, porque los ciudadanos le exigen al gobernante que responda de inmediato como por ejemplo, al alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, que tomó una ciudad en ruinas y con serios problemas de infraestructura y administración, y la ciudadanía suplica que de la noche a la mañana resuelva todos los problemas cuando ni siquiera lleva un año gobernando.

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Por otra parte, es claro que la reforma a la justicia que actualmente no pasa de ser un acto legislativo conciliado, porque al día de hoy no ha sido promulgada en el diario oficial y no se ha convertido en ley, no puede derogarse por medio de referendo o ser objeto de estudio por parte de la Corte Constitucional, por cuanto esto se constituye cuando existe una ley aprobada y que está vigente dentro del ordenamiento jurídico.

Es claro que los verdaderos culpables de la gran hecatombe de esta reforma siguen campantes en el congreso y el gobierno y por ahora, muchos no han dado la cara, y otros como Simoncito Gaviria «El Bobito», quien actuó como Valerie Domínguez, por un amor profundo por su gran partido, por el presidente y por no quedar mal ante sus mayores, los viejos congresistas de los cuales empieza a coger muchas mañas, solo argumenta su incapacidad para leer y su confianza que tenía en el proyecto de acto legislativo conciliado.

Muchos colombianos seguimos esperando que los congresistas que actúan como bandidos, ladrones y carroñeros que solo buscan legislar en beneficio propio, para una elite política, para el presidente o a favor de amigos o familiares, se den cuenta por quienes fueron elegidos y a quienes representan, a pesar de que los votos los hayan conseguido a costa de muchos mercados, bultos de cemento, lechonas y unos cuantos billeticos de dos mil.

Momentos como estos, son aprovechados por aquellos intrépidos sujetos de artimañas eficaces que vienen gestando una asamblea constituyente que pretende reformar la Constitución sin ninguna limitación buscando obviamente reformar aquellos artículos relacionados con el periodo presidencial, así el mismo Uribe, Juan Carlos Vélez y otros sujetos de estirpe uribista lo nieguen tajantemente.

Cabe aclarar que una asamblea constitucional es una reforma sobre un punto específico de la Constitución, que sería lo medianamente razonable para reformar solo aquellos aspectos tocados por la reforma a la justicia, mientras que otros están proponiendo es una asamblea constituyente, que sería, algo así, como un cheque en blanco para «sustituir la Constitución» a favor de la mano negra de la que mucho habló Santos proveniente de la extrema derecha.

Pasando al punto del referendo, no es concebible que congresistas como los del Polo crean que lo mas conveniente es que se pronuncie el pueblo, cuando los costos serían altísimos y lamentables, en un país que no discierne de manera correcta la democracia y no entiende el sentido de participar en éste para el cual se debe cumplir requisitos estrictos establecidos por la misma carta magna. (Véase:http://www.registraduria.gov.co/-Preguntas-frecuentes,412-#preg10 ).

Por ahora lo único que podemos afirmar, es que el único efecto que genera la recolección de firmas para el referendo, es demostrar el descontento de la gran mayoría del pueblo que despertó de la indiferencia en la que se mantiene, porque es claro que en materia constitucional para que haya un referendo derogatorio debe ser contra una ley promulgada y publicada en el diario oficial, que obviamente se encuentre vigente en el ordenamiento jurídico y por ahora, reitero, no la hay.

Por tanto, lo único que podemos decir es que lo mas seguro es que en las próximas horas en las sesiones extras del congreso sea archivada la reforma a la justicia, mecanismo que sería lo mas conveniente aunque para muchos no sea legal, porque la obligación en principio era publicar el acto legislativo conciliado, ya sea el presidente de la República o el presidente del senado, Juan Manuel Corzo.

Finalmente es importante mencionar los costos que genera para los colombianos las burradas, estupideces y vivezas de los congresistas que por ahora es mas el mal que le hacen al país con su pésimo y lamentable desempeño, legislando prácticamente, en nombre del gobierno, porque, por ejemplo, la iniciativa legal ciudadana está completamente en desuso, teniendo de presente que los costos para llevar hasta el final la reforma ascienden los 3.000 millones que de seguro no saldrán ni del presidente ni de ningún congresista, sino del pueblo colombiano.


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