Blade runner 2049, de Denis Villeneuve, con muy buenas películas en su repertorio como Incendies (2010), Prisoners (2013), Arrival (2016) presenta ahora el, muy anticipado, estreno de la secuela de la película de culto de 1982 que dirigiera Ridley Scott.
La historia toma forma 30 años después de su predecesora y gira en torno al agente K (Ryan Gosling) que tiene ahora la labor, como Blade runner, de capturar a los replicantes que se esconden entre los humanos.
PROBLEMAS EN EL RODAJE
La película original, cuando vio su estreno en el año 1982, estuvo llena de dificultades que giraron en torno a su realización. Es realmente un milagro que lograra terminarse con los inconvenientes que vivieron sus actores y directivos. La relación entre Harrison Ford (Rick Deckard) y el director Ridley Scott no siempre fue la mejor durante todo el rodaje; así como la relación entre los protagonistas (Sean Young). La tensión se pudo evidenciar, en el set de rodaje, en la escena (con insinuación sexual) en la que Deckard evita que Rachel abandone el apartamento donde Ford la empuja violentamente contra la ventana.
Su director fue temporalmente despedido por los directivos de los estudios por sobrepasar el presupuesto estipulado para el rodaje aunque fue reintegrado tiempo después. No bastando con todos estos imprevistos, los directivos de los estudios impusieron un nuevo final tras una exhibición previa al estreno de la película por lo que Scott, sin más presupuesto, no tuvo otra opción que tomar prestadas imágenes inéditas del director Stanley Kubrick de su película El resplandor para terminar su película donde vemos a Deckard y Rachel, en un automóvil, conducir hacia las montañas.
FILOSOFÍA Vs TAQUILLAZO
A diferencia de la primera película, la secuela fue pensada para ser un gran éxito de taquilla y es ahí donde radica la mayor diferencia entre ambas. En su época, la primera Blade runner pasó sin pena ni gloria por los teatros donde se proyectó pero fue el tiempo el factor determinante para que fermentara su reputación como precursora del género ciberpunk y terminara por convertirse en referencia obligada de la ciencia-ficción.
Para los que estén buscando un impacto filosófico y críptico en Blade runner 2049, van a sentirse un poco decepcionados. Pero no todas son malas noticias. La fotografía y la música en esta última entrega son realmente maravillosas. Hans Zimmer, que ya nos tiene acostumbrados a sus composiciones con directores como Ron Howard o Christopher Nolan, hace un verdadero homenaje a los sintetizadores de Vangelis con sonidos colmados de añoranza por los años 80.
La fotografía que corrió por cuenta de Roger Deakins es impecable. Los escenarios futuristas muestran aun más ese aire tóxico y enrarecido por la polución y la contaminación humanas; espacios atestados de gente excluida sumidos en una oscuridad absoluta solamente interrumpida por avisos publicitarios en vivos colores neón. Casi como si el consumismo voraz fuera la única salida a nuestra inevitable fragilidad. Los tonos grises, naranjas y rojos (ojo a la secuencia de Las Vegas), las texturas como la de la madera, el manejo de la luz/oscuridad en los diálogos son manejados con total maestría.
Las actuaciones de Gosling (o mejor, cara de palo) ni de Ford son descollantes, entre otras cosas, porque Ryan interpreta a un humanoide sin sentimientos ni memorias propias por lo que no hay un reto actoral importante (es como ver a Sofia Vergara haciendo de colombiana costeña en Modern Family). Algo que sí consiguió el actor holandés Rutger Hauger, en la primera entrega, donde se robó todo el protagonismo con su tremendo soliloquio producto de la improvisación:
- «Yo he visto cosas que ustedes no creerían. Atacar naves en llamas más allá de Orion. He visto Rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la puerta de Tannhauser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo… como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir…»
Jared leto, aunque no hace una gran aparición, destaca con su interpretación de Niander Wallace, un ciego que ha comprado a la antigua Tyrell Corp y ha producido una nueva serie de replicantes.
Hay que decir que el director (franco) canadiense hace un gran homenaje en esta secuela. La película tiene razones de peso para tomarse el tiempo de ir verla (¡y vaya tiempo!: dos horas y 44 minutos de duración). Deja también la historia abierta para una posible tercera parte y saber de una vez por todas cual es el significado del unicornio.
No es perfecta pero de por sí ya era asaz difícil por lo menos acercarse a esa gran obra que produjo Scott por allá en los años 80. (Es una lástima que sus últimas películas carezcan de esa maestría a la que nos tenía acostumbrados).
Calificación: 3 y 1/2 maíz piras sobre 5.
@nicolasonte
guasamayeto.com
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