Desde hace un año y medio alterno mis labores de libretista con el noble oficio de la docencia universitaria. Noble y virtuoso, porque sólo cuando se es profesor se valora haber sido instruido por alguien. Uno en la vida tiene muchos profesores, pero pocos maestros. Le agradezco a Dios porque en mi vida académica y personal di con personajes oligofrénicos, provocadores y absolutamente salidos de los cabales, al punto de que para muchos pasaban por groseros e insensibles. La verdad jamás me sentí agredido por ellos, pues siempre entendí que su método radicaba en la confrontación directa a la obra, nunca a la persona, aunque así pareciera.
Debe ser por eso – además por la increíble música-, que disfruté tanto en su momento Whiplash, porque entiendo que el talento en cualquier área se puede obtener si se es mentoreado por un experto, que generalmente es un genio y como tal está ligeramente demente. Aquí en Colombia, la gente brinca cuando ve Master Chef, que por la rudeza y agudeza de los chefs jurados, por ejemplo. Pero va uno a ver y es tal nuestra mediocridad, que dudamos de lo que somos por algo que otro dice, y nos terminamos indignado porque una persona con más experiencia nos da palo, cuando es equivocándose que uno se pule.
La confrontación siempre merecerá un palco para verla en primicia. A mí esas vainas me emocionan porque yo pasé por ahí, por realities creativos, de entregas a contrarreloj donde los nervios siempre están de punta y sólo brilla el talento pulido. No soy el más indicado para decirlo, pero creo que mis clases son buenas, o por lo menos me consta que en cada sesión dejo todo en la cancha, entrego lo mejor de mí sin reservas y en parte adapto parte del modelo con que a mí me educaron mis senseis, siempre tan polémico pero efectivo.
«El talento en cualquier área se puede obtener si se es mentoreado por un experto, que generalmente es un genio y como tal está ligeramente demente»
Trato de hacer unas clases donde la gente se lleve algo en la cabeza para pensar en la vida. Peco depronto por entusiasta, porque motivo a los estudiantes a que lleven amigos desparchados, vivan el semestre haciendo todo lo opuesto a lo que normalmente harían, escriban de sí mismos y aprendan a encontrar esa motivación para hacer las cosas, la única que los ha de sostener cuando arranquen la vida profesional en forma.
Nunca pongo caritas felices, ni les mando estrellita en la agenda para que los papás los aplaudan; pero sí me aseguro de resaltarles lo bueno, de hacerles notar sus genialidades dormidas y la necesidad de despertarlas de zopetón, lanzándose al agua, que es como uno aprende a escribir o a lo que sea. Hablamos de la vida, de televisión, de publicidad, de la gente y del amor, temas tan interesantes donde radica el verdadero aprendizaje, pero para algunos parece ser injusto gastarse la plata y el tiempo en algo que jamás se calificaría.
Ahí sufro, porque siento que toda la clase se pierde de algo cuando un estudiante deja de asistir, o lo hace por la nota y ya, sin entender que esto se trata de un sentido de propósito mayor. Ahora que en Colombia hay paro de maestros, no puedo evitar ponerme de su parte, porque desde mi corta experiencia he entendido que educar es más que un escampadero laboral, es toda una vocación que además de fundamentar a la sociedad, requiere de pasión y mucho compromiso.
Yo todavía no me dedico 100% a la docencia, aunque cuando me dicen «Profesor» me siento como el de La Casa de Papel y me dan ganas de inventarme un nuevo mundo para ellos. Solo quiero inspirar, que ellos tengan la oportunidad, filtrada santamente por mí, de recibir conocimiento también depurado por grandes creativos y personajes de la vida a quienes todavía trato de maestros. Pienso en eso cuando tiempo después me mandan sus escritos, me comparten sus blogs y los felicito por eso, porque van en camino a ser maestros Jedi míos sin saberlo. Lo sé porque no se quedaron con mi versión Gordon Ramsay en Kitchen Nightmares, sino que vieron más allá.
LUIS CARLOS ÁVILA R
@benditoavila
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