Es a mi papá a quien debo agradecerle haberme enseñado que la grandeza de la vida está en los detalles más pequeños. Es por él, por su influencia, que soy una persona curiosa que se sorprende con los milagros del mundo. Fue con mi papá con quien aprendí a imaginar, a inventar, a crear historias y juegos que llenaran mi vida de entusiasmo. Gracias a él, inclusive, es que conservo una postura correcta y un caminar sereno. De mi papá heredé una mirada despierta y una mente abierta que se acopla al mundo. Es por quien conozco el significado de la dulzura, la paciencia y la nobleza. Y es por quien me atrevo a decir que la bondad existe y seguirá existiendo.
Diana S. Bernal 14 años dice:
El pequeño avioncito de papel
Yo tenía cuatro o cinco años de edad cuando mi padre fabricó y me regaló el primer avioncito de papel. Era un domingo y a falta de alguna actividad para llevar a cabo, cogió una hoja blanca tamaño carta y comenzó a darle forma para convertirla en el pequeño artefacto que luego salimos al patio a lanzar por el aire, una y otra vez. Era una sencilla actividad, pero la disfrutaba al máximo. Corríamos detrás del pequeño avión y competíamos a ver a quién le volaba más alto, turnándonos su lanzamiento.
Aquello se convirtió con el tiempo en lo que más disfrutábamos en las soleadas tardes de los fines de semana. Mientras yo crecía y continuábamos saliendo a echar a volar el pequeño avión de papel ─lo hacíamos en un parque cercano─, mi padre me hablaba de personas que yo no conocía y de lo importante que fueron. Me contó, por ejemplo, que un señor llamado Cristóbal Colón había soñado con descubrir un nuevo mundo. Un señor llamado Galileo había soñado con conocer la verdadera grandeza del universo. Otro señor de nombre Simón Bolívar había soñado con una patria grande, libre e independiente. Otro señor de apellido Einstein había soñado con descubrir los misterios del universo y las leyes de la física.
Cada fin de semana me contaba la historia de un nuevo personaje, como él los llamaba. Ahora entiendo que mi papá debió leer bastante para poder contarme, de la manera sencilla como lo hacía, la vida de tantas personas. Supe también que un señor de apellido Gandhi había soñado con ver a su país en paz o que una señora llamada Sor Teresa decidió dedicar su vida a la gente humilde y soñar con un mundo sin pobreza y sin niños que murieran de hambre. Un día le pregunté si esas personas habían logrado lo que soñaban y me respondió:
“Muchos han muerto sin ver sus sueños realizados, pero cada día que pasa nacen personas con nuevos sueños. Todos soñamos, algunas personas con cosas muy grandes, otras con cosas aparentemente insignificantes, pero al fin y al cabo importantes para ellas. Lo que importa es que los seres humanos hemos logrado ser lo que somos porque muchos de esos sueños se han realizado y muchos otros se seguirán realizando.
Hoy, después de varios años y en ausencia infinita de mi padre, entiendo lo que él trató de enseñarme con el pequeño avioncito de papel. Ahora sé que ese avioncito representaba de alguna manera los sueños que todos tenemos. Y que solo debemos atrevernos a darles forma, echarlos a volar, correr siempre tras ellos y tratar de que vuelen lo más alto posible.
**Gracias a las colaboradoras: Feliz día a todos los padres del mundo.
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* Fotos: Shutterstock
Me gustó mucho el segundo relato, bien escrito y muy hermoso, gracias
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Ameno relato sobre la definitiva figura del padre en el hogar. Para que el hogar sea complementario; deben existir las figuras paternas y maternas, cada uno desempeñando su rol.
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