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Señorita María, la falda de la montaña

 

Tras las montañas andinas, entre veredas y caminos pedregosos. Donde los atardeceres acaban siendo multicolores y el sol parece nunca ocultarse. Donde el café se toma en taza y a dos manos, justo ahí, vive despampanante y orgullosa la Señorita María.

Se trata de un retrato bellísimo, honesto y sencillo de lo que es la identidad. No hablemos de mujer, no hablemos de hombre. Lo especial de esta historia es la venia hacia la identidad. Ver cómo la fuerza y el carácter son los pilares fundamentales para que cada quien sea, y sea sin prejuicios.

Señorita María nos abre las puertas de su mundo para que veamos, sea en la superficie o en lo más profundo (eso depende del ojo), lo que ha sido su vida y lo que quizás será. Rubén Mendoza sugiere una cámara abierta, que no juzga pero si mira donde quiere, es casi humana. Tomas cerradas y largas que se enfocan en este objeto ‘prop’ que es la falda de la Señorita, los paisajes preciosos de Boavita que se mezclan con la música y la voz de nuestra protagonista. Testimonios llenos de sinceridad, amor pero también rencor y reproche. Todo se junta, y como unidad, es compacta.

Hay que reconocer que el personaje de la Señorita es inmenso, que se sostiene por sí solo y bastaría con poner la cámara en frente y dejar que la magia pase ante los ojos. Pero también hay que reconocer el trabajo investigativo de Mendoza y el atrevimiento a apuntarse a usar una narrativa audiovisual más elaborada.

Creo que la historia no profundiza, pero no digo que eso esté mal. Simplemente son formas de contar y cada quien elige qué decir y qué no. Si bien pudo ahondar más en el tema de la feminidad y penetrar más la intimidad de la protagonista, debe entenderse que el documental ante todo, es respetuoso. Y jamás se puede sacrificar la privacidad por el producto. Así que creo que como está medida Señorita María, es ideal.

Por otro lado, creo que sí expone puntos débiles y grietas en la vida del personaje. Por ejemplo, deja entrever la soledad en la que vive, sus lazos familiares quebrantados, su relacionamiento a nivel amoroso, cómo es vista por el resto, las burlas y lo más impactante: la lástima que produce.

Señorita María es un trabajo que toca un tema universal y aquí hay que aplaudir el hecho de que sea ‘apta para todo público’, porque las realidades son para mostrarlas tal cual son y a todos. Lo más importante del documental, y citando un poco a la Señorita, es  la enseñanza que nos deja: ser como se quiera ser, y que las críticas nunca ‘nos afanen’ porque ‘toda esa gente que se burla no nos ofende a nosotros, ofende a mi Dios’.

Creo que va siendo hora que los colombianos e incluso los realizadores le perdamos el miedo al documental. Por mucho tiempo se ha pensado como monótono y aburrido. Ha sido suficiente. Señorita María llega para demostrarnos que el documental es una forma brillante de contar historias. Historias reales, personales e íntimas. Y construir lo audiovisual desde allí, es todo un reto y una experiencia que ningún realizador ni espectador se pueden perder.

8 claquetazos de 10. 

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