El deporte, o mejor, los deportistas, son la mejor marca país. Su crecimiento físico, personal, mental y laboral señalan la más fiel exposición de un entorno con oportunidades, con gente de carácter resiliente, con un biotipo nacido para arrasar, con una cadena de profesionales que trabajan en equipo y con una mente diseñada para soñar.
Gente hecha para romper el molde.
El deportista es la marca de la determinación, de la fuerza y la potencia. Es la marca de una historia de origen limitado con un destino sin fronteras. Es el orgullo de los locales y la envidia de quienes lo padecen. Es el camino a imitar y, a la vez, el que hay que superar.
Es el prime time en televisión. Es el sonido grave de la radio. Es la tapa del periódico del domingo. La conversación del primer café del lunes.
En el podio, el deportista es la alegría de cientos de ajenos. En el suelo, el llanto de algunos incomprendidos. Es tu psicólogo, es tu terapia. Es tu rutina y el escape de ella misma.
Entendemos de sociología cultural por cómo leemos a los deportistas en su labor. Aprendimos, por ejemplo, que los alemanes son metódicos y perfeccionistas después de ver a Toni Kross reprocharse una mala asistencia a pesar de ir ganando 5-0. Sabemos que el “We can do it” (podemos hacerlo) americano no solo pesó como inspiración en la Segunda Guerra Mundial, sino que, por extensión, se convirtió en el mantra norteamericano con el que apabullan cada cuatro años en unos Juegos Olímpicos. Imaginamos a los brasileños sonriendo mientras hacen el amor o sacando una fotocopia. Y pensamos que los japoneses no pueden conciliar el sueño hasta no responder a todas sus obligaciones, incluyendo bajar la basura al tacho.
Y de Colombia, ¿qué dirán? ¿Un país católico cristiano con alma fiestera? Que los triunfos nacionales se deban a la obra y gracia del Señor y que a él le agradecemos bailando salsa choque es una posibilidad de idealismo en la cultura popular.
El deportista, en definitiva, es la más influyente representación de un país. Es la mejor marca vestida con una bandera de colores.
Diego Hernández Losada.
Twitter: @diegoh94
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