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Cada vez son más las voces que condenan los bloqueos y el vandalismo perpetrados por algunos manifestantes. De lo que sí nadie habla es del vandalismo del gobierno, el cual refiero a continuación. Estas son las principales vías – y accesos- bloqueadas por el gobierno:

Tiene completamente bloqueada la vía para salir de pobres.

Tiene completamente bloqueada y vandalizada la vía que conduce al progreso, a un mejor futuro y a la materialización de nuestros sueños.

Tiene completamente bloqueado el acceso a la educación.

Hace ya casi 30 años que tiene bloqueado el acceso a la salud.

Tiene completamente bloqueado el acceso a un empleo digno y a un salario justo.

Tiene completamente bloqueada la vía de las oportunidades.

Bloqueada la vía de la movilidad social, en sentido ascendente, claro está, porque en sentido inverso – la vía que conduce a la pobreza – parece una autopista, está completamente despejada, e incluso acaban de repavimentarla y ampliarla.

Y eso no es todo, aprovechando que estábamos en pandemia, planeaba vandalizar los huevos, la leche, la carne y demás productos de la canasta básica familiar. Para rematar, y con la eterna excusa populista de entregarles subsidios a los más pobres, planeaba vandalizar, por enésima vez, el precio de la gasolina, de los servicios públicos, servicios funerarios… entre muchas otros atentados contra las finanzas personales  y de nuestros hogares.

La diferencia es que mientras a las protestas de los manifestantes los grandes medios hacen de todo por desprestigiarlas, y culparlas de todos los males y desgracias de este país, frente a las injusticias del gobierno callan, se hacen los de la vista gorda.

Según su lógica – y aun cuando no se cansan de proclamar que están del lado del pueblo y de los más débiles, pero no sólo nunca hacen eco de su clamor, sino que siempre buscan la forma de vulnerar su derecho a manifestarse -, a este país no lo han quebrado décadas de injusticia social, pero sí un mes de paro.

Un paro que, valga la pena recordar, no fue causa, sino reacción a dos reformas que nos iban a terminar; la una, de empobrecer, y otra, de vulnerar nuestro derecho más sagrado, el derecho a la vida.

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