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Los colombianos somos muy tarados. Tenemos «minas de oro» y las desaprovechamos. Y eso nos pasa en todo, no sé si sea por esa bendita malicia indígena que tanto alabamos. La vaina es que eso de que el fin justifica los medios está tan arraigado en nuestra cultura que cada vez es más difícil de erradicar. Hay mil ejemplos, que seguro trataré en otros #marmotazos, pero hoy me voy a referir particularmente a los trabajos como independiente, o freelance.

Yo he pasado por todo tipo de estados laborales: desde practicante hasta empleado, y desde independiente (o sea freelance) hasta empresario (o emprendedor, para ser más precisos). Precisamente, hoy en día tengo mi empresa, una agencia de marketing digital, especializada en redes sociales, especializada aún más en la comunicación digital de eventos (como por ejemplo Colombia 3.0, que fue hace un par de semanas). Y como empresario o emprendedor, varias veces he tenido que contratar freelances para hacer trabajos muy puntuales, lo triste es que siempre me han quedado mal. Salvo contadas excepciones, o me lo entregan mal, o me lo entregan tarde. Obvio, con esas personas no vuelvo a trabajar. ¿Para qué? Somos tan tarados (y ojo, no digo brutos, porque sí somos inteligentes, pero para lo que no es) que desaprovechamos las oportunidades que tenemos de hacer un excelente trabajo. Si hacemos algo mal por lo general será la última vez que lo hagamos, al menos con ese cliente.

Y lamentablemente pagan (pagamos) justos por pecadores. Ahora entiendo por qué en las empresas piden tanto papel para poder pasar propuestas. Si eres independiente, te piden pasado judicial, RUT… hasta pruebas de sangre. Cuando eres empresa, RUT, Cámara de Comercio (para saber si eres una empresa legal), listado de contratos de trabajos similares (para ver si hay experiencia), con decirles que hasta toca asegurar los contratos. Sí: Toca pagarle a una aseguradora, supongo que es por si alguien falla, la aseguradora cubra esos costos. Ahora, en serio: ¿A ese punto hemos llegado?

En Colombia partimos de la base de que la gente nos va a engañar, de que las empresas nos van a incumplir, de que el freelance es irresponsable. Y es jartísimo, porque uno dura un jurgo de tiempo pasando propuestas, pero cuando la gana frente a la competencia, hay que hacer mil cosas más, requisitos para poder contratar. Y lo más triste de todo es que tiene todas las razones para hacerlo, porque somos unos incumplidos irresponsables. Todo eso es culpa nuestra. Obvio, no hablo de todos. En mi empresa procuramos ser lo más cumplidos posible, y lo más profesionales. Procuramos hacer presentaciones muy profesionales, pulidas, de calidad. En nuestro trabajo damos todo lo que se puede dar. Y seguramente hay muchas empresas y personas que siempre quieren entregar un buen trabajo. Y claro, también es culpa de las empresas que no cumplen las condiciones.

En fin, hasta para pagar soy cumplido. Odio que las empresas le digan a uno «le pago a 60 días», como si uno pudiera decirle eso al acueducto o a Codensa. «Radique su factura de martes a jueves en horarios laborales y le pagamos a 60 días». Así que yo no hago eso con la gente que contrato. Yo pago cuando me comprometo a pagar, si mis clientes se demoran en pagarme a mí es mi problema, no de mis empleados o contratistas. Pero igual… a veces sale gente tan irresponsable, que es muy difícil trabajar así.


fuente: www.wordexpress.net

Hace un par de años necesitaba un desarrollo de software y, tras mucho buscar, me recomendaron a alguien. Me reuní con esa persona varias veces, le presenté el proyecto, le di detalles, armé un documento de lo que se debía hacer… todo. Soy ingeniero de sistemas, he desarrollado software, así que soy cuidadoso con los documentos de requerimientos. Pues… como a las 3 semanas de trabajo el tipo me llama y me dice «¿sabe qué? No puedo hacerlo.» A LAS TRES SEMANASSSS. ¿Y entonces qué carajos hizo todo ese tiempo? ¿Mirar para el techo? Me lo pudo haber dicho desde el principio, así yo no perdía tanto tiempo. A partir de ahí me decidí a hacer un acuerdo para que firmemos ambas partes, con cláusula de incumplimiento. Y que estaría monitoreando el trabajo y pidiendo avances todo el tiempo. No puedo confiar en que ese alguien va a hacer las cosas bien. Tristemente.

Duré otro tiempo buscando hasta que finalmente mi novia de aquel entonces me recomendó a alguien con quien trabajó. Ese alguien empezó a hacer su trabajo, le pagué el anticipo que acordamos, hizo su primera entrega muy cumplido, hice pruebas al sistema y le pedí las correcciones. El caso es que este personaje me dice que si le puedo pagar antes de entregar las correcciones, porque justo ese fin de semana tenía programado un viaje a San Andrés y contaba con esa plata para esa fecha, pero que seguro él llegaba el lunes a trabajar en eso y me lo tenía para el martes. ¿Y yo soy tan cretino que le pago? Le paguéééééé. Mucho imbécil. Igual, si él contaba con esa plata, debió entregar todo antes, ¿no?

Ese fin de semana el man sube fotos a Facebook de su paseo, playa, sol… y yo hasta orgulloso porque gracias a mí el tipo pudo viajar. Uno de empresario disfruta dar trabajo. Es rico. Pero el man llega a Medellín (es de allá), llega el martes y no aparece. Le empiezo a escribir por Facebook, no responde. Le escribo a Whatsapp, no responde. Lo llamo, no responde. Al final le escribo indignadísimo porque me incumplió.

Un mensaje de los que le envié dice: «Hola John. ¿En serio te vas a desaparecer sin terminar los requerimientos después de que te pagué? Venías muy bien recomendado y te consideré honesto. Por favor no me hagas pensar lo contrario.» Pasó la bola de heno.

Fuente: www.muypymes.com

A la semana exacta le volví a escribir: «Quiero decirte que encontré muchos errores en el sistema que he tenido que cubrir a las patadas. Francamente creo que me robaste 1 millón de pesos. Qué tristeza. Pensé que eras una persona honesta.» Solo escuché a los grillos cantar. Al tipo le resbaló quedarme mal, le resbaló entregar todo a medias. Obviamente mi ex novia no volvió a recomendarme a nadie. ¿Con qué cara? Pasado un tiempo el tipo tuvo el descaro de invitarme a algún evento o algo por Facebook. Desvergonzado. Ahora por culpa de ese personaje no le pago a alguien hasta que entregue absolutamente todo, documentado, con pruebas, perfecto. Si se demoran mucho, no es mi problema. No le pago, aunque tenga la plata lista. Simple.


Luego de un tiempo me recomendaron a otro, que no es colombiano. Debo decir que él me entregó el sistema funcionando y en un tiempo razonable. Lo único malo es que era un pésimo código. Cuando quise hacerle modificaciones no lo logré porque era muy desordenado, no se entendía. Los desarrolladores me entienden: no hay nada más jarto que arreglar código ajeno.

Pues… al final, el código de startup que estoy haciendo lo hice yo. Con esas pésimas experiencias, prefería dedicarle tiempo a eso, al menos sabía que iba a quedar como yo lo quería, aunque me tomara más tiempo. Pero volví y caí. Hace un par de meses me salió un evento en el que debía tener nuevas funcionalidades en el sistema y, como yo no tenía tiempo, decidí tercerizarlo. Me presentaron varias personas, me recomendaron a otros. Al final pedí dos cotizaciones y, para apuntarle a la calidad, me fui por la más costosa, confiando en la calidad de la entrega. No quería escatimar, quería tener un producto perfecto.

Lo pedí para entrega una semana antes del evento. Llegó la fecha y no lo entregó. Bueno… aún tenía varios días para cubrir la demora. Si el tipo se ponía las pilas y trabajaba el doble, podría entregar algo. Si yo me trasnocho haciendo pruebas, quizás la logremos. Yo tenía un viaje ese fin de semana, así que le dije que debía entregarme a satisfacción el miércoles, para probar el jueves y que las correcciones me las dejara el viernes. Adivinen qué pasó: No entregó. A esas alturas no había marcha atrás, lo mejor era esperar que entregara lo mejor posible y tener algo medio funcionando. El viernes de mi viaje, tampoco entregó. Me llevé mi computador al viaje, para hacer pruebas en mis pequeñas vacaciones. Al final el computador solo me sirvió de iPod con pantalla de 13 pulgadas.

Fuente: www.sitiosespana.com

El domingo llegué a media noche y había un correo de él, con el sistema para instalar. Y hacer pruebas. Por supuesto pasó lo que era lógico: tenía errores. Le pedí los cambios, aunque igual, en medio del evento, con mil cosas qué atender, yo no tenía mucho tiempo de probar, arreglar, instalar y poner a andar. Yo me imagino que el tipejo no entendía la dimensión del asunto, aunque se lo dije muchas veces. El jueves le envié las últimas correcciones. ¿Saben cuándo me la entregó? Ayer. Una semana después. Yo realmente no he probado porque no he tenido tiempo. Ojalá esté bien. Tampoco le he pagado y, aunque tengo la plata, no sé cuándo lo voy a hacer. Al menos mientras pruebo y quedo satisfecho con el sistema. Claro, el mancito estará pensando que el incumplido para pagar soy yo. Le diría por qué no le he pagado, pero tampoco me contesta el teléfono. Y pues… no voy a perseguirlo para darle explicaciones que no le debo.

Y ni les cuento lo que me sucedió hace poco con un diseñador. Es una de las personas más talentosas que conozco en su área, pero es supremamente incumplido. Y la verdad yo prefiero trabajar con alguien en quien confíe, aunque no sea tan talentoso. No planeo volverlo a llamar para ese tipo de contratos. Lo llamaré cuando tenga tiempo «de sobra» aunque eso no es que exista de a mucho en este mundo actual.

Otro caso en el que no profundizaré. Una marca muy conocida nos invitó a 5 influenciadores a participar por un premio genial: ir a Rock en Rio. Pues bien colombianos que somos, uno de ellos se puso a hacer trampa. Por eso casi nos descalifican a todos. El caso es que se tiró el concurso. Por tarado. ¿Qué le pasará por la cabeza a la gente así?


Es como si a la gente no le doliera la plata. ¿Tendrán mucha? Creo que llegamos a un punto en el que no nos duele la plata, porque «siempre habrá otro cliente que me contrate». Es como cuando uno se pelea con un taxista o se indigna porque no lo llevan a uno «es que voy a entregar». ¿Tendrán mucha?

Así que estamos manejando doble moral: Mientras por un lado decimos que los taxistas son lo peor, que nos maltratan, que no cumplen con su trabajo, que mejor UBER, por el otro somos unos incumplidos e irresponsables con nuestro trabajo. Yo por eso me mamé de contratar colombiano. Ya no voy a seguir perdiendo tiempo y plata con gente que no sabe valorar su trabajo. Me iré a tanto sitio web en el que hay desarrolladores de todo el mundo y ya no le meto plata al freelance colombiano. Le pago al que sea, con tal de que lo entregue bien, sea afgano, indio o lituano. O colombiano, pero cumplido. Al menos en estos sitios se trabaja, además de la plata, por reputación. Si un cliente califica mal al empleado, todos los demás clientes se enteran y no lo llaman mucho. Así funciona UBER si uno califica mal a un conductor (cosa que no pasa con los taxistas). Es la misma vaina.

No vuelvo a contratar colombiano. Y me duele aceptarlo.

@OmarGamboa

Postdata: Amigos, sí, me frustra que al contratar gente me vaya mal. Y sé que no soy el único, muchos de ustedes me han comentado que les ha pasado igual. Y quisiera creer que no se trata de no volver a contratar a nadie en Colombia. Lo que busco con este escrito es que reflexionemos y seamos más responsables con nuestro trabajo, que seamos juiciosos, entreguemos cumplidos, hagamos un buen trabajo. No juguemos con el tiempo ni la plata de nuestros clientes. En la medida que mejoremos nuestro trabajo, vamos a ser una sociedad más competitiva y eficiente. O como dicen por ahí, pongámonos la mano en el considere. O en Colombian English, the consider. ¿Será que lo logramos? ¿Ustedes qué dicen?

Fuente: Colombian English.

ACTUALIZACIÓN. Hoy 17 de septiembre de 2016,  exactamente un año después de escribir esta entrada, tristemente sostengo que esto sigue siendo cierto. En un proyecto muy prometedor, debo prescindir del desarrollador simplemente porque se desapareció un mes, sin responder chats ni mensajes. De repente aparece diciendo «¿Qué más, bien?» como si nada, y queriendo continuar con el proyecto. Personalmente creo que es bueno desarrollando, lamentablemente es muy irresponsable. Como que los tres dedos de frente no dan para ver más allá: en estos días me han estado pidiendo desarrolladores. ¿Cómo lo voy a recomendar? Acá va la eterna discusión: los buenos desarrolladores están empleados (y bien pagos), porque estamos formados para eso, para ser empleados, no para emprender, así que ahí muere el progreso de nuestra industria. Somos excelentes proveedores pero malos emprendedores. Lástima, porque talento sí hay.


La semana pasada les mencionaba que iba a sacar un programa de radio. Pues es un hecho. Los invito a que todos los martes, de 7 a 9 de la noche nos acompañen a las hermosas Alejandra (@duraznita) y Viviana (@VivianAndreaR), y obvio a mí en este programa que se llama «A trino herido». Vamos a estar hablando de lo que pase en Twitter, con música, sentimientos y emoción. Música para cantar a grito herido. Y como estamos en Amor y Amistad, este martes hablaremos de los grandes amores. ¿Cuál es su gran amor? ¿Cómo fue? Tips para conquistar, piropos. Hay unos piropazos, les cuento. Imperdible.

Así que el martes muy juiciositos entren a Radio Digital América y nos escuchan. Igual, ese día estaré compartiendo en mis redes el enlace. Allá los espero. Pilas que llamo lista. También les cuento que es posible que el otro jueves no haya Marmotazo, porque estaré dando una charla en Cúcuta, en el II Congreso Internacional Proyectando, al que muy amablemente me han invitado para hablar de Redes Sociales y Emprendimiento.

Para terminar les dejo mi recomendado de la semana. Esta vez les traigo una página muy bacana, interactiva, que me encontré investigando para una película que ya casi sale a cartelera. Esta página es de zombies, así que están advertidos. Entren a Five Minutes y me cuentan qué tal.

Eso es todo por ahora. Gracias por leer hasta acá. Tan queridos que son.


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Igual les recomiendo algunas entradas anteriores: «Le pasó a un amigo: Un día Juliana llegó«, «La fórmula para escoger alcalde«, «Estamos mendigando un servicio«.


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