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Pequeños detalles le otorgaron la segunda corona a Primoz Roglic en la ronda ibérica. Aunque no fue el más fuerte de la carrera, ganó con justicia.

Foto: AFP (2020) – Primoz Roglic, Richard Carapaz y Hugh Carthy hicieron parte del podio de la edición 75 de la Vuelta a España.

Tal como se apuntaba en los pronósticos iniciales, Primoz Roglic ganó por segunda vez consecutiva la Vuelta a España, pero a comparación de su conquista de 2019, no lo hizo con superioridad, tuvo que sufrir hasta la saciedad para llegar de rojo a Madrid. Eso, no significa que su título sea injusto o carezca de mérito, más bien es un reflejo de que existen otros caminos para triunfar cuando no se es el más fuerte y de que estos son válidos. Por supuesto, no es camino para cualquiera, ya que es necesario reunir una serie de cualidades como las que posee el esloveno para ir sacando ventaja con pequeños detalles que, al final, pueden ser de mayor relevancia que aquellas cosas tangibles, esas que son muy visibles.

Si se evalúa desde el punto de vista de rendimiento, de cómo estuvieron las piernas y las fuerzas, es claro que Primoz no fue el mejor en ese aspecto, puesto que por encima de él aparecieron Richard Carapaz y Hugh Carthy, por ende se podría calificar ‘injusto’ el hecho de que el primer puesto haya correspondido al corredor del Jumbo. Pero el ciclismo no es sólo de fuerzas y la gasolina que hay en el depósito, es un deporte que va más allá y que, como muchos otros, abre el espacio a la estrategia, preparación, sagacidad y tantas otras cosas que también influyen. Cierto es que las piernas son la base de un buen resultado, pero no lo son todo. Es importante explicar esto, porque venimos de una era de dominio, donde aprendimos que aquel pedalista con más tanque era el único con la capacidad de ganar carreras, sin importar que existiesen otros elementos con los que podía ser derrotado. El tener un nivel superlativo significaba ser respetado e imponer un miedo a los demás para pescar la debilidad que ese rey podía tener.

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Todo el mundo es consciente de que Roglic tiene ciertas virtudes que no muchos vueltómanos poseen, tales como la punta de velocidad, la sangre fría y la capacidad de mantener su propio ritmo para no entrar en la famosa pájara. Esos fueron puntos determinantes que influyeron en el resultado final. Cuando se tiene una habilidad que no muchos ostentan, hay que sacarle provecho, que sea una fuente para aventajar a los demás sin mucho esfuerzo, solo por físico y puro talento. Para ejemplificar cuantitativamente con una del esloveno, vamos con su punta de velocidad. Esa virtud sirve mayormente para agarrar las bonificaciones que otorgan las competencias al ocupar los tres primeros puestos de una etapa y se hace sentir cuando la definición implica llegadas rápidas y en grupos pequeños. Roglic obtuvo 48 segundos en bonificaciones, provenientes de tres victorias parciales y tres segundos puestos, la mayoría de ellas (exceptuando el Moncalvillo) se dieron gracias a que fue el más rápido en un embalaje. Carapaz, por ejemplo, sólo logró bonificar 16 segundos, es decir, que en sólo bonificaciones Primoz le sacó 32 segundos al ecuatoriano, que fue segundo por 24 segundos. Si Richard hubiese sido capaz de puntuar en los primeros lugares de las etapas en más ocasiones, la historia hubiese sido distinta. Pero ahí es mérito absoluto de Roglic, superior en ese ejercicio numérico.

Lo de las bonificaciones y la punta de velocidad es lo más notorio, pero las otras fortalezas mencionadas también hicieron su efecto. A lo largo de La Vuelta el campeón tuvo varios momentos de dificultad, pero estos no amenazaron como correspondía su posición, porque nunca salió de sus estribos y mantuvo la calma a pesar del peligro. Días como los del Angliru y la Covatilla los solventó de maravilla, al ser un experto en regular fuerzas y conocer la reacción de su cuerpo se marcó su propio ritmo, siempre constante y dentro de sus límites, sin sobrepasarse o desfondarse como sucede con muchos otros corredores. A pesar de que esas jornadas fueran de pérdida de tiempo eran realmente triunfos, porque ante el escollo aminoró el golpe y no cayó en la trampa de desesperarse y querer salvar lo insalvable, simplemente hizo gala de su serenidad para comprender que iba a ceder tiempo y que la verdadera misión era perder lo más poco.

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Entonces, cuando uno va viendo esos detalles se da cuenta que la conquista de Roglic no fue al azar, tiene su argumento. A la vez permite ver la imagen completa y entender que se hizo justicia, porque esos elementos no se le vieron a Carapaz o a Carthy. A los dos se les agradece el espectáculo que brindaron, su admirable idoneidad para poner contra las cuerdas a un ciclista de ese talante y se les reconoce que fueron los más fuertes de esta edición, pero no siempre el trono está reservado para aquel con más piernas. Es más importante saber qué hacer con ellas, cómo y dónde aprovecharlas, tener la inteligencia de leer un certamen para tomar las decisiones correctas. De nada le sirve tener todas las llaves si no sabe qué puertas abren. Roglic fue el más listo, el más sagaz y supo qué puerta abrían sus llaves. Ganó bien.

Alejandro Matiz

@amatiz12

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