Por @Silviadan
Recientemente la revista Fucsia sacó un artículo titulado 9 cosas que las mujeres deben dejar de hacerse mutuamente, cuyo objetivo era hacer una lista de todas las cosas que nuestro género se hace, impidiendo la equidad.
Me pareció clave y muy propicio para la época actual.
La bandera central del feminismo moderno es el involucramiento del hombre en la lucha por la equidad.
He escrito antes de las diferentes campañas que existen ahora resaltando el papel del hombre en la lucha por acabar la violencia sexual concientizando a los hombres sobre su rol en esta problemática.
Soy la primera en apoyar estas iniciativas. Nada mas sexy que un hombre feminista (del feminismo de hoy).
Sin embargo no podemos dejar de luchar contra nuestras propias falencias femeninas que impiden la equidad.
La lista de Fucsia, incluye la descalificación por la manera de vestir, la crítica a la libertad sexual, el responsabilizar a nuestras pares por las infidelidades de los hombres, el prejuicio hacia las mujeres que no quieren o no pueden tener hijos, los chismes, los calificativos denigrantes, la difamación, la envidia y los celos. Todos factores con los que nosotras mismas nos hacemos las cosas muchísimo mas difíciles, y con las que creemos podemos alcanzar mejores oportunidades. Nada mas alejado de la realidad.
Según lo citaba la revista Forbes hace 3 años, estas dinámicas tienen explicaciones sicológicas.
De acuerdo a algunos “son comportamientos aprendidos“, derivados de la falta de poder y la inexistencia de amor propio o de inseguridades.
Por su parte, los sicólogos evolucionistas afirman que usamos esta forma de comportarnos y referirnos a nuestras pares para ganar en la competencia por los recursos que para nosotras son escasos, refiriéndose por ejemplo a las oportunidades de ocupar altos cargos. Algo que los hombres no viven con la misma intensidad.
Sin embargo y a pesar de las raíces de origen, estos comportamientos son fáciles de controlar, una vez los aceptamos.
La pregunta entonces es ¿hemos aceptado que nosotras somos nuestras peores enemigas?
Lo traigo a colación, por que con el nuevo feminismo, en donde la participación del hombre es ahora el centro de atención, es posible que nos desviemos de nuestras propias faltas.
La aceptación es el principio de cualquier cambio. Y no es fácil. Tendemos siempre a buscar culpables para evitar señalarnos a nosotros mismos.
¿Lo haremos ahora cuando los hombres empiezan a ser nuestros aliados?
Ojalá sea así. No nos queda de otra. Si queremos mejorar nuestras condiciones laborales, erradicar el abuso y la violencia sexual y generar un ambiente equitativo, no se nos puede olvidar que nuestra maravillosa naturaleza femenina tiene grandes debilidades. El cambio viene de adentro.
¿Te animas?
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