El ruido más irritante, fastidioso e incómodo que escuchamos a diario en cualquier lugar de la ciudad es el pito o la bocina, como quieran llamarlo. Me voy a referir a este accesorio de las motos y carros como bocina, ya que en otros países el termino pito tiene una connotación diferente y es burda.
En Bogotá parece ser que muchos no han entendido cómo, cuándo y en qué situaciones deben usar su bocina; es cierto que está al alcance de las manos, pero eso no quiere decir que la usemos en todo momento. ¡NO!
Empecemos por su definición y uso: la razón de ser de las bocinas en las motos y vehículos es para advertir una emergencia o con el fin de evitar un posible accidente, pero la mayoría de ciudadanos (incluyendo las personas cercanas), lo usan de manera excesiva para todo por falta de educación vial.
A ellos los llamaré: “mariachis al volante”, porque usan la bocina todos los días como si se tratara de una trompeta que quisiéramos escuchar durante un embotellamiento.
Déjenle las serenatas a los verdaderos mariachis, sí, a los músicos que se encuentran en el sector de Chapinero, hombres y mujeres que se enfocan en hacernos llorar con las melodías que recrean gracias a muchas de las letras escritas en México.
La bocina no es un instrumento musical y aunque llame nuestra atención, no nos alegrará escucharla, al contrario, nos hará enojar, inquietar, acelerar o perder la paciencia (cuando no es usada en un momento adecuado)
Para los que no acostumbran a usar la bocina y optan por hacer luces altas, para ustedes, personas pacientes y tranquilas, ¡felicitaciones!, síganlo haciendo, al fin y al cabo, el bombillo no se dañará porque no lo estás usando de esta manera constantemente.
Y para demostrarles qué tanto usan la bocina fuera de contexto, les enseñaré algunas de las situaciones cotidianas:
- El “mariachi” de la ruta escolar: cuando llega la ruta a recoger a tus hijos, el conductor te avisa con una serenata que ya no tiene gracia: “la cucaracha”
- El “mariachi” del transporte público: aunque no todos son así, algunos tratan de abrirse paso en una avenida pegándose a la bocina; amigos, las trompetas, el saxofón, las guitarras y un verdadero mariachi sí tienen el poder de hacer abrir puertas y ventanas, ustedes no.
- El vecino “mariachi”: todos tenemos un vecino que vive de afán, sí, ese mismo que sale primero de su casa, para esperar a su esposa o a sus hijos en el carro hasta que la impaciencia lo hace componer una serenata con la bocina. Serenata que también les dedica a sus vecinos.
- El amigo “mariachi”: siempre contamos con un amigo que tiene carro y por lo general usa la bocina para “saludarnos”, aunque sea un sonido leve o la canción de la “cucaracha”, también es molesto, pero por lo menos es más fácil de tolerar.
Si usted es un “mariachi” que acostumbra a usar la bocina como instrumento musical de uso diario, ya se habrá identificado con algunas de las anteriores clasificaciones.
Quizá hay más, o si conoce otra de la que podamos hablar, cuénteme en Twitter: @SoyCarlosDiaz_; la idea de esto es aprender a darle un mejor uso a la bocina y reírnos un poco de esta situación tan ruidosa (por lo menos el sonido de una carcajada es mejor que el de una bocina)
Hacer amigos no es fácil, pero encontrar una oportunidad para intentarlo sí, por eso les dejo algunas de mis redes sociales:
Instagram: @SoyCarlosDiaz
Twitter: @SoyCarlosDiaz_
A veces no queda otro remedio sino usar la bocina para hacer pedagogía en la vía, ya que a las buenas no se entiende
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