Cuando la carrera por la industrialización y el auge del concepto de desarrollo ligados al cemento tomaron fuerza en Medellín, los destinos de la ciudad casi que se pudieron haber predicho. Carros, contaminación y cemento, no pueden ser las palabras que describan una ciudad, deberíamos hablar de bicicletas, peatones, árboles e integración. La prueba fidedigna de que la participación ciudadana es un transformador social, político y cultural, coherente con el desarrollo sostenible, son las manifestaciones como Días de Playa, que abstraen los valores de convivencia de este caos y devuelven la mirada al olvidado y maltratado centro de Medellín.
Medellín puede demostrar que no tiene límites, su lejanía del mar no es un obstáculo, la violencia histórica tampoco lo puede ser y los ciudadanos no podemos continuar escondidos, es tiempo de exponernos y tomar las riendas de una ciudad que nos necesita. No hay que entregar la responsabilidad absoluta al estamento administrativo, pues el poder soberano, a la final, reside en los ciudadanos, y son estos, quienes finalmente coexisten y sustentan la existencia de esta urbe.
El reto no es peatonalizar las vías del centro temporalmente, aunque ello tiene efectos en la manera de soñar la ciudad, el gran reto es la peatonalización permanente de más vías tradicionales de la ciudad, teniendo como fundamento al peatón y el ciclista, y la construcción, además, de grandes pasajes comerciales abiertos, que integren en el centro, esa zona atávica de nuestra ciudad, el comercio, los peatones, la movilidad, la recreación y tantos potenciales ejes de integración social son posibles. Un centro con transporte masivo, vías peatonalizadas, ciclovías, pasajes comerciales al aire libre y la presencia de la fuerza pública, es un centro nuevo y diferente, pero el eje trascendente de todo esto es el empoderamiento ciudadano, son ellos quienes tienen que tomarse las calles y devolver esta tradicional zona de Medellín a la legalidad y a la ciudad.
Es un mensaje para recuperar espacios vitales como las otras quebradas, sumergidas en concreto y las que estando al aire libre son sumergidas en desechos, el río que atraviesa la ciudad, la periferia de ésta y finalmente cualquier esquina, calle o cuadra. Días de Playa es la demostración de que la acción colectiva bien fundamentada puede rescatar y redescubrir los espacios invaluables de la eterna primavera, es la muestra de las altas consecuencias que tiene que la ciudadanía se apropie de los espacios públicos: gana el ser humano sobre el automóvil.
Este es el tipo de propuestas ciudadanas, pacíficas, culturales y artísticas que impactan y pueden cambiar la estructura urbana de Medellín. Éste es entonces un llamado al empoderamiento ciudadano, a que sean las propuestas cívicas, que representen verdaderamente la transformación urbana, articulada a la cohesión social y la equidad, las que primen en el espectro de lo público. Los ciudadanos tenemos que tomarnos estos espacios y devolverles la luz que la ilegalidad, y muchas veces la legalidad misma, ha querido convertir en oscuridad.
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