¨En América Latina hay mucha democracia y poca institución¨
José Miguel Insulza
El año que termina, trajo consigo eventos políticos significativos para la región, sobre todo en materia electoral. Los comicios en América Latina se caracterizaron por resultados tan ajustados que la segunda vuelta resultaba inevitable, a pesar de que en algunos casos existía la fórmula infalible: Presidentes-Candidatos.
De los 19 países latinoamericanos, 7 concurrieron con elecciones presidenciales en el 2014, 5 de las contiendas se vieron obligadas a tener una segunda vuelta, dado que ninguno de los candidatos obtuvo la mitad de votos más uno, y en 3 países hubo reelección presidencial. Es decir, de los 605 millones de habitantes de América Latina, se esperaría que 278 millones de personas contaran con nuevos Presidentes para el 2015, pero en realidad solo 18 millones de ciudadanos eligieron nuevos presidentes, porque en Brasil, Colombia y Bolivia reeligieron sus actuales mandatarios, siendo estos, el equivalente a 260 millones de habitantes.
Las elecciones se realizaron en el siguiente orden, El Salvador y Costa Rica, eligieron Presidentes producto de elecciones en segunda vuelta, dejando en el poder a Salvador Sánchez Cerén del Partido Político de Centro Izquierda y posteriormente en Costa Rica, se eligió a Luis Guillermo Solís, en el mes de abril, quien también es de ideología de izquierda.
En el mes de mayo, Panamá eligió en primera vuelta y lejos de todo pronostico a su actual presidente Juan Carlos Varela, del Partido Político PAN de ideología conservadora. Seguidos por Colombia, que en el mes de junio reeligió en segunda vuelta, tras un estrecho margen, a su actual mandatario Juan Manuel Santos, bajo el aval de la Unidad Nacional, donde confluyen partidos políticos de centro izquierda.
Del mismo modo, Bolivia y Brasil reeligieron a sus presientes en el mes de octubre, quedando en el poder nuevamente Evo Morales y Dilma Rouseff, ambos de izquierda, quienes junto a Juan Manuel Santos demostraron la contundencia de la formula Presidente-Candidato, dado que en las democracias modernas, como son las latinoamericanas, la reelección demuestra el desequilibrio de poderes y la falta de garantías en la contienda, arrojando como ganadores en su mayoría a los Presidentes-Candidatos. Situación, previamente demostrada por Hugo Chávez, Álvaro Uribe, Rafael Correa, Daniel Ortega y Cristina Fernández de Kirchner.
Por último, encontramos el caso de Uruguay, que no dista de la realidad que marco las elecciones en América Latina en el 2014, en la segunda vuelta o como en este país se denomina en el «balotaje¨, resulto electo hace menos de un mes el candidato de izquierda Tabaré Vázquez. Aunque si nos detenemos en la popularidad de Pepe Mujica y su espontaneidad, éste habría podido ser otro Presidente-Candidato que confirmara la fórmula infalible, pero apelando a su buena fe, supongo que no quiso afectar la institucionalidad de su país y como todo un estadista aporto a la democracia, asumiendo su rol de expresidente. Situación, en la que también resulta bien librado Lula da Silva en Brasil, ya que no se aprovecho de su favorabilidad para hacer la reforma constitucional que le permitiera reelegirse, sino que propició una alternancia en el poder.
El paso de los latinoamericanos por las urnas deja un panorama de mantención del status quo, dado que los sistema políticos en América Latina se están cercenando gracias a la reelección y los elevados recursos públicos que los Presidentes-Candidatos utilizan para financiar sus campañas políticas, dejando sin opción a sus opositores. Adicionalmente, el desespero de los expresidentes por no perder vigencia, los lleva a torpedear y deteriorar aún más la institucionalidad de las democracias latinas, caso de Michelle Bachelet en Chile, Álvaro Uribe en Colombia y de Tabaré Vázquez en su momento en Uruguay, advirtiendo que una oposición racional es necesaria y fortalece los procesos políticos. En definitiva, el 2014 demostró que la reelección a ultranza es producto de instituciones débiles, Partidos Políticos fracturados y gobiernos populistas.
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