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Daniel CorreaPor: Daniel Correa

Sin duda Transmilenio cambió la vida de los bogotanos, para algunos la implementación de un nuevo modelo de transporte fue positivo y para otros no tanto. Lo cierto es que el sistema como estaba pensado agilizó mucho los viajes dentro de la ciudad pero en los últimos años el servicio ha venido empeorando a tal punto que muy pocos capitalinos se sienten orgullosos de su sistema masivo de transporte.

Un día de la semana pasada, estaba pensando en la pésima calidad del servicio cuando me empujaban en una estación rumbo a mi trabajo y decidí escribir las 10 cosas que más me molestan y que al socializarlas con otros compañeros, creo que también molestan a miles de usuarios que no tienen otra opción para movilizarse.

  1. Espacios para esperar el bus. En muchas estaciones y portales no han podido cuadrar bien las rutas y los espacios siempre han sido insuficientes. Los usuarios tenemos que pararnos en las mismas puertas para esperar diferentes servicios. Por ello los empujones son el pan de cada día, pues las personas que se paran en las líneas amarillas no entran porque la ruta que llegó no les sirve y por el desespero de meterse a la fuerza las riñas y los accidentes son muy recurrentes. Es increíble que en una sola puerta paren hasta 4 servicios diferentes.
  2. Hay varios tipos de colados. Unos son los que se pasan las máquinas registradoras sin pagar, sobre todo estudiantes y hasta funcionarios públicos, pasajes que a la final pagamos entre todos. Ellos son los que dañaron las puertas de muchas estaciones y los que descaradamente atropellan a los demás. Otros son los usuarios que NO HACEN FILA, regla fundamental de la cultura ciudadana, ellos piensan que la fila no es atrás de uno, sino al lado y se creen más inteligentes que los demás. Un día hice el reclamo y la señora respondió: ¿dónde dice que hay que hacer fila?
  3. Vendedores ambulantes. Este fenómeno migró de los buses tradicionales y se organizó de tal forma que nunca de los nuncas hay un bus sin alguien que venda, cante o pida limosna. No quiero juzgar la vida de estas personas, que como todos debe llevar un sustento diario a sus familias, el problema es que está PROHIBIDO y la mayoría por no decir todos se cuela. Ellos tienen una gran ventaja y es que cuando la policía los quiere bajar, los usuarios los defienden y no dejan que la autoridad se imponga y también les compran sus productos. La nueva gerencia debe decidir de una vez y aplicar un plan de choque para bajarlos definitivamente o dejar que lo hagan organizadamente pero no seguir en esta situación donde lo ilegal se haga como si nada.
  4. Frecuencia de los buses. La empresa Transmilenio decía que nunca un bus podía demorarse más de 6 minutos, algo totalmente falso. Lo peor es que en el tablero electrónico no aparece el tiempo real de espera, incluso aparecía el signo + + que para mi significa: “Se demora mucho y no sabemos cuanto”. Ahora en los últimos meses no aparecen tiempos solo la propaganda de la administración. Los empujones que recordaba en el primer punto también se deben a la larga espera y la ansiedad de los usuarios que quieren subirse al bus a toda costa pues no saben cuánto tiempo les tomaría esperar el siguiente bus. También hemos visto casos de buses con la misma ruta desocupados y uno tras otro, lo que denota una clara descoordinación en la efectividad del sistema.
  5. Estos buses verdes que buscan ser una solución para llegar rápidamente a los portales, se han vuelto en otro dolor de cabeza. Son insuficientes en hora pico y por los trancones de cada localidad, su frecuencia no es la mejor. Muchos ya hemos optado por caminar hasta el portal pues son aproximadamente 40 minutos de espera para el alimentador. A otros no les queda más camino que esperar, apretarse y rogar que la puerta cierre. Si no pregúntenles a los habitantes del Cortijo, Ciudadela Colsubsidio y Bolivia en Engativá, que es de donde más he escuchado esta queja.
  6. Seguridad. La inseguridad del sistema es cada vez mayor. Las noticias se llenan de casos registrados en las cámaras de seguridad donde se ven a las bandas atracando y lastimando a los usuarios. La seguridad privada que no funciona todo el día, no se hace responsable y la Policía Nacional no tiene un oficial en cada estación como está contemplado. Lo que sí hay a veces son bachilleres que en su mayoría chatean por sus celulares y no tienen las herramientas para combatir a los ladrones.
  7. Sistemas de información deficientes. Me ha tocado subirme de afán a un bus y espero saber las paradas a través del tablero y el altavoz del articulado, pero ninguno funciona, sólo se ve la hora y la fecha. También los altavoces de los portales deberían informar las rutas de una mejor manera, pero solo ponen a alguien que no sabe leer bien a recitar cosas que nada que ver con la necesidad del usuario y que además suena distorsionado. También los mapas de las paradas están desactualizados y en las estaciones no hay casi personas orientadoras. Los que más sufren por eso son los adultos mayores.
  8. Con gran preocupación los bogotanos vemos accidentes en Transmilenio todos los meses. Según las investigaciones y conclusiones de las mismas, los motivos de la mayoría de las colisiones son exceso de velocidad y personas atravesadas en las vías. Sobre todo en la noche los conductores aceleran más de lo que deberían, algo para revisar muy bien.
  9. Falta de inclusión. Para una madre con hijo en brazos o en coche es imposible usar el sistema en hora pico. Lo mismo una personas en silla de ruedas o en muletas. El sistema excluye a estas personas y no les da la importancia que se merecen y que les toca: pues esperar horas a que pase un bus al que medianamente puedan ingresar después de un viacrucis para entrar a la estación. Tampoco los ciegos y los sordos son tenidos en cuenta, y la información para ellos es nula.
  10. Valor del pasaje. 2 mil pesos del alma. Creo que el problema lo dejó la anterior administración, pero siempre he creído que el valor no corresponde a lo que encontramos, pero paradójicamente Transmilenio está en la quiebra y a los bogotanos nos debe rendir cuenta de esto.

Ojalá la nueva gerente de Transmilenio junto a la Secretaría de Movilidad, tome medidas de choque porque hasta ahora no se ha visto mejoría alguna. Es claro que todos debemos poner de nuestra parte, pero la estructura operacional debe dar las garantías.

Para sentir las problemática del sistema hay que vivir el día a día y no como lo hacen a veces los dirigentes políticos que van un día se montan a una ruta y preciso todo funciona perfecto.

Twitter.@DanielleoCorrea

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